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- 23/09/2025 00:00
Ana Endara se ha consolidado como una de las voces más sensibles y singulares del cine panameño. Tras una trayectoria marcada por el documental, dio un paso decisivo hacia la ficción con Querido Trópico, una obra que desde su estreno el 18 de septiembre ha despertado emociones profundas entre el público. La película no solo ha conmovido en las salas locales, sino que también ha sido seleccionada para representar a Panamá en los Premios Goya y en los Premios Oscar, un reconocimiento que marca un hito en la historia reciente de la cinematografía nacional.
En Querido Trópico, Endara transforma el trópico en un personaje vivo: lluvias que purifican y renuevan, un jardín que protege y a la vez oprime, y una humedad que envuelve a los protagonistas en un vaivén entre lo íntimo y lo universal. Con una mirada delicada y firme, la directora aborda temas como el cuidado, la maternidad, la migración y la fragilidad, abriendo un diálogo sobre la identidad panameña que, a través de lo sensorial y lo poético, logra resonar en cualquier rincón del mundo.
Es un honor enorme que la Academia de Cine de Panamá haya elegido Querido Trópico para representarnos en los Premios Oscar y en los Premios Goya. Estoy muy agradecida por este reconocimiento a nuestro trabajo y al recorrido que ha tenido la película en festivales internacionales, así como a los premios que ha recibido en distintos lugares del mundo.
La semilla fue pensar en el cuidado en nuestras sociedades latinoamericanas, llenas de desigualdades, y en mis propias preguntas sobre la maternidad y el rol que se espera de las mujeres como cuidadoras. Ese punto de partida se refleja en la relación entre Mercedes y Ana María, dos migrantes en este país. Y eso conecta con la identidad panameña porque Panamá es un país de migraciones y encuentros; esas tensiones entre lo personal y lo social están muy presentes en cómo habitamos este lugar.
En la película, el trópico es el lugar que las envuelve y protege. El jardín tropical es refugio, un espacio que contiene y se vuelve casi un personaje más. También están los aguaceros, tan propios de Panamá: esa sensación de flotar en la humedad, de asombro y hasta de miedo con los truenos, pero también de limpieza y renovación. Quise que esas lluvias transmitieran la idea de empezar de nuevo. Para mí, Querido Trópico habla de ese entorno que acompaña, agobia y a la vez sostiene, reflejando las emociones de los personajes.
Uno de los mayores retos fue pensar en dirigir a Paulina García, una actriz de tanto renombre. Al comienzo me intimidaba tenerla al frente en mi primer proyecto de ficción, pero desde la primera conversación las dudas se disiparon. Fue un absoluto goce: nos la pasamos muy bien, y la colaboración no hizo más que crecer. Con Paulina creamos una sinergia muy linda que incluso ha dado pie a una nueva película que ya estamos desarrollando.
El mayor reto fue dar el salto de lo documental a la ficción. En el documental una acompaña la vida real, pero aquí tuve que inventar un mundo que fuera creíble y, al mismo tiempo, poético. Otro desafío grande fue cómo retratar la demencia sin caer en clichés; lo trabajamos desde el guion, siempre buscando la sutileza, tanto en lo que se muestra como en lo que se calla.
El casting también fue determinante: la película dependía de la química entre Paulina y Jenny. Fue un proceso largo, pero cuando se encontraron, supimos que ahí estaba el corazón de la historia. Después vino el reto de sostener el tono, porque había escenas muy intensas que terminaban en una risa liberadora, y mantener ese equilibrio entre drama y humor no era sencillo.
Y estaba la experiencia personal de dirigir actrices por primera vez. Aprendí a cuidar su energía y a crear un espacio seguro para que pudieran entregarse por completo. Ese aprendizaje marcó un antes y un después en mi manera de entender la dirección.
Creo que es una forma distinta de ver y sentir a Panamá en la pantalla, poniendo énfasis en lo sensorial: el calor, la humedad, los sonidos, los aguaceros, los insectos, las orquídeas...
Más sentido de comunidad y más auto crítica.
Ojalá que sí, eso me haría muy feliz. Que una nueva generación vea Querido Trópico en las pantallas y reflexione sobre las historias que quiere y puede contar, y también sobre las formas de contarlas. No como un modelo a seguir, sino como una invitación a conectar con los temas que les importan, con preguntas personales. Y que se animen a retratar esos otros Panamá, los que existen al margen de las postales que muchas veces se piensa que son la única manera de representarnos como país.
Querido Trópico es una historia íntima, situada en un jardín tropical en la Ciudad de Panamá, que ha logrado resonar en lugares tan distintos y distantes. Eso confirma que los temas de la película -el cuidado, la fragilidad y la manera en que se reparten esas responsabilidades- no son solo locales, sino universales.
Muchísimas cosas. Entre ellas, un profundo respeto y admiración por el trabajo actoral, y un enorme amor y agradecimiento hacia el equipo que hizo posible esta película junto a mí
Que quede la idea de que cuidar es algo que nos une, y que incluso en la vulnerabilidad hay espacio para acompañarnos con cariño y humor.