La batalla entre el cine tradicional y la era del 'streaming'

  • 27/08/2020 00:00
La pandemia ha acelerado muchos procesos, entre ellos la presentación de proyectos cinematográficos en teatros y plataformas de 'streaming', logrando hitos a corto plazo. Aun así, el séptimo arte se ve en una encrucijada de distribución y audiencias que demandan contenidos
Netflix ha destinado un fondo de $150 millones para apoyar la industria cinematográfica en Estados Unidos, Latinoamérica y Europa.

Los estrenos de temporada, las películas ganadoras de festivales y aquellas proyecciones que esperábamos con ansias, se han desvanecido del mundo del cine tradicional debido a las precauciones de emergencia por la covid-19, pero las productoras no se rinden y han declarado una nueva era de distribución cinematográfica. Si será la decisión correcta o no, no se puede vaticinar.

Después del cierre mundial de miles de salas de cine, las distribuidoras y productoras de películas se dirigieron a la segunda mejor opción: plataformas de streaming y video on demand (VoD). Tras el éxito que representó para Universal Pictures el lanzamiento de su cinta Trolls World Tour en streaming –obteniendo más de $100 millones en Estados Unidos, sobrepasando por mucho a su predecesora y su vida en taquilla–, la compañía se vio animada a continuar este modelo de negocio por el tiempo que dure la emergencia sanitaria, sin mostrar un compromiso fijo con las salas de cine tradicionales.

Frente a esto, la compañía Regal Cinemas –bajo el dominio de Cineworld–, la empresa AMC Theatres y la Asociación Nacional de Propietarios de Cines denunciaron a la compañía productora por una “falta de respeto”, ya que no recibió la notificación previa del cambio de estreno de la cinta de los Trolls, en contra de las políticas de los teatros que estipulan que “toda película agendada para un estreno teatral deben permanecer por 90 días en la locación antes de ser distribuida en un servicio de renta”.

Universal, por su parte, respondió a las quejas asegurando que mantendrá su compromiso con las casas de cine una vez las leyes permitan el regreso de la audiencia a las salas. En el futuro, Universal planea utilizar modelos de distribución tanto de estreno en cines como directo al consumidor, dependiendo de lo que tenga más sentido para la empresa y las audiencias. “Basándonos en la respuesta entusiasta a la película, creemos que hicimos el movimiento correcto”, dijo la compañía en un comunicado de prensa recogido por The Verge, “creemos absolutamente en la experiencia teatral y no hemos hecho ninguna declaración de lo contrario”.

Desde entonces, otras casas productoras han realizado movimientos familiares, con la llegada de Mulán, Disney se aseguró de no caer en más retrasos y la ha añadido al catálogo exclusivo de su plataforma Disney Plus, donde la cinta debutará el 4 de septiembre a un costo de $30 más el costo de suscripción, que ronda los $6.

El cierre de las salas de cine, aunque es temporal, ha dejado un sentimiento de incertidumbre en las compañías de promoción, sin embargo, se mantienen con el apoyo de los gigantes productores.

De igual forma, Warner Bros. estrenó la película Scoob (basada en el famoso personaje Scooby-Doo) en la plataforma de VoD, HBO Max con críticas positivas.

¿Es posible que todos los futuros estrenos se hagan de manera digital? La realidad económica y de negocios no permitiría que el cien por ciento se realizara de esta forma, sin embargo, el modelo exitoso que presentó Universal ha dejado con picazón a las demás casas productoras, por lo que hasta principios de 2021 se conocerán realmente los planes de estos gigantes. Aun así, las salas de cine se encuentran en un camino incierto para su sostenibilidad luego de meses inactivos en gran parte del mundo.

Audiencias y taquilla

Pese a las preocupaciones que envuelven a las salas de cine, algo que desconcierta más a las productoras es la tendencia en el consumo de contenidos digitales por parte de las audiencias domésticas e internacionales.

Con las medidas de seguridad a nivel mundial, las familias se han debido quedar en casa el tiempo suficiente para recurrir al contenido digital, casi por obligación, lo que ha demostrado ser una ventaja para el sector de cinepremium.

Por décadas, los estudios de cine han llevado la batuta en cuanto a promoción, producción y proyección de películas, haciendo de este un sector respetado, creativo e innovador, que a su vez recoge ganancias exuberantes que permiten la creación de mejores obras, la mayoría de veces. Sin embargo, nuevas generaciones en puestos de autoridad dentro de reconocidas productoras han declarado que el reinado de este formato tradicional está llegando a su fin, y tocará compartir el trono con el espacio digital.

Ya sea desde una sala o desde casa, la importancia del cine recae en las conexiones humanas de la narrativa.

“La forma antigua no es sostenible, como gastar mucho dinero en una película de Helen Mirren e Ian McKellen que duró en los cines durante tres días y podría haber sido un evento en HBO Max”, dijo un abogado del estudio Warner Bros. al medio especializado Indiewire. “Es la mística de Hollywood gastar tontamente. Se está creando una nueva relación entre el público y los proveedores de entretenimiento”.

Y sí, las audiencias están cambiando, pese a que aún quedan quienes prefieren estar en una sala de cine llena de cientos de desconocidos y con olor a palomitas y dulces; pero para la sostenibilidad de las productoras, la experiencia en casa se debe dimensionar de manera que no compita con la experiencia del teatro (cosa bastante improbable), sino que actúe como un complemento para quienes buscan algo más íntimo y especial.

Una de las empresas que ha entendido este concepto ha sido Netflix, uno de los gigantes del streaming –y líder en distribución de contenido–. La compañía se comprometió a proporcionar experiencias frescas a sus espectadores desde casa, añadiendo millones de dólares a su presupuesto de producción y otros millones a su promoción, lo que le ha hecho merecedora de premios que únicamente llegaban a la talla de la gran pantalla como los Oscar y Globo de Oro.

El auge de plataformas como Hulu, Netflix, Disney Plus o HBO Max ha dejado una pregunta en la mente de quienes gozaban de ir al cine cada semana: ¿La cortina de la era dorada de ir al cine tradicional está por caer?

Si bien el formato de Hollywood ha sido criticado por años, por centrarse más en los efectos especiales y el mercadeo que en brindar historias memorables a la gran pantalla, ahora esto puede traspasarse a los contenidos brindados en streaming. Queda admitir que las plataformas accesibles son propulsoras del cine indie y de aquellos proyectos con historias silenciadas al no poder ingresar en las taquillas de salas de cine en grandes ciudades, lo que representa una clara ventaja para la industria aunque no se compare con las ganancias de las grandes productoras.

Según un estudio realizado por la consultora internacional Simon-Kucher, mil 20 millones de personas usaron los servicios de streaming en 2018 y se espera que esa cifra aumente a mil 240 millones para el año 2023. Así mismo, el estudio recopilado por el medio DW explica que hay consenso general sobre el dinero que los clientes están dispuestos a pagar: “Muchos usuarios encuentran que un precio mensual de unos 10 euros es razonable. Solo en los países latinoamericanos la voluntad de pago es ligeramente inferior”.

El eje latinoamericano

Netflix, la plataforma de streaming líder de contenido online ya tiene presencia en 190 países en donde ha cautivado a sus 182,9 millones de suscriptores, de los cuales 34,3 millones pertenecen a la región latinoamericana habiendo ganado 2,9 millones de ellos desde enero, representando un crecimiento en la región del 9,2%, como indicó un informe de la compañía fundada por Reed Hastings.

La adaptabilidad de la plataforma ha sido clave para integrarse en las pantallas de tantos países latinoamericanos, ya que para cada uno presenta un catálogo con ítems especiales y escogidos para la cultura que presentan, lo que le destaca de entre las demás opciones de streaming. Pero, aún la audiencia latina no está completamente volcada a entrar a la bolsa de contenido digital, principalmente por las barreras tecnológicas, económicas y sociales que están presentes en cada nación, lo que podría dificultar el alcance del séptimo arte si decide centrar sus esfuerzos cada vez más en lo online.

Pero lo más importante que debe considerar la industria cinematográfica en estos momentos es crear historias atrapantes para sus audiencias. El hecho de poseer diversos canales para mostrar las cintas crea una flexibilidad nunca antes vista en la industria, desde formas innovadoras de narración hasta mostrar historias subrepresentadas. En general, los espectadores están más dispuestos a ver algo desconocido en casa, que arriesgarse a ir al cine por algo que tal vez no disfruten.

Lo que deberán reconocer las productoras y cineastas es el momento único que se les presenta para ser creativos y arriesgados, ya que tienen una audiencia hambrienta de temas humanos, cercanos e inexplorados dentro de ese arte audiovisual. En el debate entre lo tradicional y el streaming, los guionistas, directores, actores, actrices, y demás equipo involucrado en la producción de nuevas cintas deberán abrir sus sentidos a historias más allá de las fronteras que conocen y tomar la iniciativa de sumergirse en selvas, desiertos, ríos y culturas que nunca han tenido tiempo de brillar en alta definición.

Latinoamérica se muestra como tierra fértil para la industria del cine, con salas abiertas o no, sea desde casa o a través de un dispositivo móvil, la pandemia hará crecer a un público crítico y atento a las nuevas narrativas. De igual forma, dejará ver los pros y los contras de los formatos, lo que logrará balancear su coexistencia y dejar en claro que no es una competencia, sino una oportunidad de sacar lo mejor de ambos mundos.

En este camino de descubrimiento de audiencias, ganancias y locaciones lo más importante seguirá siendo el contenido y su conexión con los espectadores; las películas se vuelven importantes gracias al lenguaje universal de las emociones humanas. Si las emociones no funcionan, la historia no se mantiene, pero si lo hacen, no importa de quién se trate la película o dónde se desarrolle, y mucho menos si se disfruta después de un largo día de trabajo o con una reserva hecha meses antes de la noche del estreno.

El ser privados de ir a las salas de cine durante estos meses no nos debe orillar a pensar que ya no estarán cuando el panorama de emergencia se disipe, sino convencernos del poder de la narrativa y el valor del séptimo arte en todas las dimensiones sociales. Y por supuesto, recordarnos que aún quedan historias por compartir.

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