La mujer del arrecife

  • 06/01/2024 00:00
escritora, cantante, diseñadora editorial. Fundadora y directora del sello editorial Modus Ludicus bajo el que han visto la luz más de 25 títulos tanto de literatura para adultos como para el público infantil y juvenil. Tiene publicados cuatro libros de narrativa y ha escrito guiones museográficos; obras de teatro y textos que ha musicalizado su esposo, Ricardo Risco

Martes, aunque después de 141 días de confinamiento, poco importa. El tiempo es circular, pareciera un gran lago redondo que se puede navegar en cualquier dirección, sobre la superficie y dentro de sus aguas, sin un norte.

Echo mi barca al agua, no llevamos, solo una vela que, a veces, me permite acelerar el viaje. ¿A donde? I don’t know. Navego. No es de día, tampoco de noche. El tiempo es circular, redondo, esférico, ¿un aleph? Tal vez.

Encuentro en un arrecife con una mujer joven. Sonríe. Sus ojos están llenos de sueños luminosos, universos posibles. Su sonrisa es un faro hipnótico que me atrae como un bombillo encendido a los insectos.

—¿Quién eres? —lanzo la pregunta.

Su voz, brisa perfumada, abraza mi barca y nos acerca. Es más bella y más grande de lo que imaginaba. Su cuerpo no es estático, vibra, como si millas de pequeñas piezas —o cardumen de peces— formaron a aquella espléndida mujer. No puedo contener la atracción que provoca en mi alma.

—¿Quién eres? —vuelvo a preguntar, apremiante.

—¿No me reconoces? —responde con una pregunta, como solía hacerlo mi padre, asegurando que el método socrático era una forma de alcanzar la verdad. Era una niña y quería respuestas concretas.

—¿Sí o no, papá? Dime —exigía yo, aunque por respuesta recibía otra pregunta.

—Tú qué crees?

Tal vez esa sea la causa por la que me volvió cuentera, dejaba espacio para que mi imaginación acertara —o inventara— la respuesta, aunque, pensándolo bien, no estoy segura de que esa fuera su intención.

Vuelvo a ser la mujer en la barca mirando con asombro a aquella magnífica criatura. Sus ojos ahora forman un río de sueños que cae con fuerza en el lago. Nos sumergimos, fluimos juntas. Poco a poco, me integro a su cuerpo. Mi barca y yo somos el corazón de esa mujer, sirena que recorre sus sueños, a veces calmos y, casi siempre, trepidantes.

El tiempo es circular, redondo, esférico. ¿Soy esa mujer? ¿Soy uno de sus sueños? ¿Es ella, acaso, la mujer soñada?

Lo Nuevo