Analizando los debates políticos

Actualizado
  • 12/08/2023 00:00
Creado
  • 12/08/2023 00:00
Panamá y el mundo necesita líderes íntegros que unan, no que dividan porque recuerde: La grandeza de un hombre no se mide por las riquezas que adquiere, sino por su integridad y su habilidad de afectar positivamente aquellos que le rodean
Los políticos de esta era suelen gastar miles de dólares en asesores de imagen, expertos en comunicación verbal y no verbal.

Así como los políticos se deberían preparar para un debate televisado, también la audiencia lo debería hacer para saber qué escuchar, observar, alabar, apoyar, criticar o desechar.

El primer debate electoral televisado se dio el 26 de septiembre 1960 en Estados Unidos, un enfrentamiento que puso cara a cara a Richard Nixon y John F. Kennedy, aquello, marcó un antes y un después no solo en el devenir de las siguientes elecciones de dicho país, sino también del mundo entero en la historia de la televisión. Era la primera vez que dos políticos tenían que adaptar su mensaje a los códigos y al lenguaje que el medio de comunicación de moda requería.

Mientras Kennedy hablaba a cámara con naturalidad, interpelaba a la audiencia y convencía a los espectadores con sus propuestas, estratégicamente, decidió vestir con un traje oscuro que contrastaba con el decorado del estudio y, con su rostro recién bronceado, se mostraba mucho más saludable que su opositor. Nixon, en cambio, solo necesitó mostrar su rostro sudoroso para que se supiera que había perdido desde el inicio, debido a que su lenguaje no verbal mostró debilidad en su caminar y, lo que su semblante expuso ante las cámaras, fue devastador.

Los políticos de esta era suelen gastar miles de dólares en asesores de imagen, expertos en comunicación verbal y no verbal e, incluso, en tecnologías modernas como apuntadores o telepromters (herramienta permite al orador mantener contacto visual con su audiencia mientras lee), sin embargo, si el candidato no se deja asesorar o termina haciendo lo que le da la gana en vivo, puede que sea acribillado por su contendor o por las críticas de su audiencia, al menos, la que es analítica.

Desde ya amigo lector, lo invito a ver una película donde actúa Sandra Bullock llamada Experta en crisis, en ella, queda en evidencia muchos trucos políticos y cómo se manipula una audiencia con un mensaje milimétricamente preparado y estudiado para un solo objetivo, convencer.

Recordemos esto: el objetivo de un debate es (o debería ser), enfrentar dos o más opiniones acerca de un determinado tema o, al menos, discutible desde diversos puntos de vista. También se caracteriza por ser una discusión estructurada con réplicas por cada parte con la debida altura y preparación adecuada (al menos en principio).

Sin embargo, a nivel global, especialmente en Latinoamérica, la mayoría de los debates, terminan siendo cuadriláteros donde salen a relucir pequeñas muestras vergonzosas de la clase política que aspira a un cargo determinado debido a que se enfrascan en peleas, desvaloraciones, insultos, comentarios sarcásticos o sacaderas de trapos sucios del pasado o presente, en vez de ser espacios claves para sustentar propuestas con soluciones viables y claras para la audiencia.

En este punto, le comparto la primera clave para saber qué escuchar: “Cuando la verdad es demasiado débil para defenderse, tiende a pasar a ataque” y esto, suele cumplirse a cabalidad en la mayoría de los debates que solemos observar, sin importar de qué candidato o país estemos hablando, ¿un ejemplo? El debate entre Trump y Hilary fue, por decir poco, de lo más vergonzoso incluso para los estadounidenses debido a los ataques que se hicieron mutuamente olvidándose de las propuestas que llevaban.

Segunda clave: cuando el moderador hace una pregunta directa o cerrada, la respuesta debe ser igual. Esas contestaciones que se van por las ramas y prosiguen con el ataque hacia un contrincante, se le conoce técnicamente en detección de mentiras como “declaraciones que no son respuestas” y, suelen aparecer, cuando una persona no tiene una réplica concreta o convincente ante un cuestionamiento.

Tercera clave: Se le conoce como “declaraciones de influencia” ¿ejemplo? El moderador pregunta ¿qué hará para acabar con la corrupción institucionalizada? – respuesta – ¡En mis x años como empresario y candidato he mostrado intachable conducta!, lindo, pero la pregunta fue: ¿qué hará con la corrupción? Y no, ¿cómo ha sido su trayectoria profesional en temas de integridad?

Este tipo de declaraciones se les llama así porque intentan influir a una audiencia, dejando a un lado la intensión de responder a cabalidad.

Cuarta clave: ¿Cómo? Solemos escuchar a la mayoría de los candidatos proponer soluciones y ofrecer promesas ante problemas claves como salud, seguridad, educación, etc., etc., sin embargo, es casi extraño escuchar cómo harán realidad dicha promesa o propuesta Ejemplo: ¡mejoraremos el sistema de salud abasteciendo todas las policlínicas de la región!... ¡espectacular! Pero ¿cómo?

Quinta clave: Focus. Aquel candidato que pierda su enfoque y sea arrastrado a una pelea le dejará en evidencia a la audiencia que es de fácil manipulación. Recuerde amigo lector y señores políticos, si en un debate alguien le invita a pelear, no acepte el reto porque de lejos, nadie sabrá quién tuvo más clase y demostró altura.

Sexta clave: Demuestre a la audiencia que sabe. No existe nada más placentero que entablar una conversación con alguien que sabe de todo, responde claramente y se adapta a su interlocutor para que no quede rastros de duda o inconformidades. Esto implica ser íntegro de principio a fin con su posición, pensamiento, deseos y propuestas.

Cierro con este pensamiento: Panamá y el mundo necesita líderes íntegros que unan, no que dividan porque recuerde: La grandeza de un hombre no se mide por las riquezas que adquiere, sino por su integridad y su habilidad de afectar positivamente aquellos que le rodean.

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