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- 30/01/2011 01:00
El elenco de la obra Apolo y Jacinto desde hace semana y media descansa poco: ensaya casi las 24 horas del día en el centenario Teatro Nacional.
Fernando Bustos, quien por un lado interpretará a Jacinto, es también el productor del evento, su cuarta producción artística dedicada a la ópera.
Bustos, soprano masculino que ha pasado temporadas en el extranjero, trabaja esta velada desde hace meses. A horas de la corrida del telón, el artista mira atrás y confiesa que no le ha sido fácil presentar una función con este nivel que reune talento de otros países con artistas panameños.
Las presentaciones, el 1 y 3 de febrero, serán a beneficio del Instituto Panameño de Educación Radial y revivirán una historia de amor mitológica entre Jacinto, un joven amado por el dios Apolo.
Los protagonistas jugaban a lanzarse el disco el uno al otro cuando Apolo, para demostrar su poder e impresionar a Jacinto, lo lanzó con todas sus fuerzas. Jacinto, para impresionar a su vez a Apolo, intentó atraparlo, pero fue golpeado por el disco y cayó muerto.
Fernando cantará en compañía de Linh Kauffman, de Estados Unidos; Ulises Athanasiadis, María Cecilia Prado, Moisés Castillo, panameños; y Kevin Simmons, estadounidense. La dirección de las orquestas está a cargo del maestro Samuel Robles.
UNA HISTORIA DE AMOR Y MUERTE
Bustos señala que la función empezará con el prólogo del primer acto, aquí la ópera inicia con una animada obertura en Re Mayor que marca un tono juvenil y espíritu alegre, influenciada por los efectos de una sección dividida para viola. Él (Jacinto) le hace saber a Céfiro que todo esta listo para el sacrificio que hará su padre en honor al dios Apolo. Céfiro, consumido por los celos, cuestiona a Jacinto sobre el porqué habiendo tantos dioses en el cielo, tienen que celebrar sacrificios solo para Apolo.
Jacinto le responde que ellos pagan sus ofrendas a todos los dioses sin excepción, pero que este altar fue construido especialmente para Apolo, a quien su padre venera de forma especial. Aparece entonces el Rey Ebalo junto con Melia y el sacerdote del bello dios y dan inicio de inmediato a la ceremonia con el coro ‘Numen o Latonium’.
Apolo ofendido por las palabras de Céfiro rechaza esta ofrenda enviando un rayo desde el cielo que vuelca el fuego sagrado del altar. Jacinto le dice secretamente a Céfiro que teme que hayan sido sus palabras las que enfurecieron al dios. Céfiro le ruega a Jacinto que no lo delate. Jacinto intenta tranquilizar la situación con su aria ‘Saepe terrent Numina’, logrando así la aparición del dios, quien luego de revelar su identidad, pide por la hospitalidad de Ebalo. Apolo se enamora de Melia y es cautivado por la amistad de Jacinto.
En el segundo acto Ebalo informa a su hija la oferta de matrimonio de Apolo, lo cual ella encuentra completamente halagador y abrumador. Emocionada por la noticia Melia canta su colorida aria ‘Laetari, iocari’. La feliz conversación se ve interrumpida por Céfiro quien revela la terrible noticia de que Jacinto yace muerto fulminado por un disco de Apolo, con quien jugaba en las praderas.
Ebalo desesperado sale en búsqueda de su hijo. Céfiro aprovecha la ocasión para tratar de conquistar a Melia quien desecha le rechaza y le pide que guarde un poco de sensatez ante la terrible situación. Aparece entonces Apolo, quien iracundo envía un torrente de viento a Céfiro quien desaparece por los cielos. Apolo intenta convencer a Melia de su inocencia, Melia asustada le ruega que se marche y en medio de su desesperación le repudia fríamente en el dúo ‘Discede crudelis’. Apolo acuerda marcharse, pero solo hasta que Melia recupere la calma.
Durante el tercer acto el Rey Ebalo encuentra a su agonizante hijo, quien entre sus últimos suspiros le revela la identidad de su verdadero asesino, Céfiro. Ebalo destruido jura vengarse del asesino de su hijo. Melia llega poco después para dar inicio al clímax musical de la obra en el mas sublime dúo de lamento ‘Natus cadit’. Apolo hace una última aparición, esta vez, para brindar consuelo al rey y a su adorada Melia.
Luego de convertir el cuerpo del pequeño Jacinto (de su propia sangre), en la flor que en su honor lleva su nombre, Apolo, Ebalo y Melia dan fin a la opera con el trío, restaurando la paz.
EL SUDOR DETRÁS DEL ESCENARIO
Aunque Fernando lidera el equipo de producción, reconoce que detrás de la velada artística hay un conjunto de artistas y gestores culturales.
Los protagonistas de la obra, agrega, serán músicos panameños de primer nivel y formación internacional, como la mezzosoprano María Cecilia Prado, el tenor Ulises Athanasiadis. Estos jóvenes han representado exitosamente a Panamá en escenarios del continente Europeo y Americano.
Se suma a esta ópera la soprano norteamericana Linh Kauffman, quien esta ganando gran reconocimiento por los críticos musicales en Estados Unidos. Harán su debut en el Teatro Nacional al igual que el contratenor británico Ryland Angel, quien es una sobresaliente figura en el mundo de la lírica internacional.
Bustos resalta la juventud de los artistas, la preparación y el interés de promover la ópera en este país ‘que ya está listo para este tipo de gestión cultural como alternativa empresarial, alternativa turística, empleos, educación y entretenimiento’.
Fernando concluye, haciendo un espacio entre los ensayos, que Panamá Antiqva, la empresa organizadora de la velada cuyo costo oscila entre los 10 y los 55 dólares, continuará presentando estas óperas, entre los compromisos internacionales y los meses de preparación que exige cada obra.
Como colofón, resalta la trayectoria de la pianista Lupe Ávila, quien cursó estudios en el conservatorio Antonio María Valencia en Cali, Colombia; y después viajó para perfeccionamiento con la destacada pianista Yoko Yamashita en Japón. En ese país también estudió composición con los maestros de Yamaha Music Foundation y del Conservatorio de Tokio.
Los amantes de la ópera disfrutarán de hora y media de un espectáculo que ha costado una suma económica importante y que se presenta una sola vez al año.