‘Belleza rebelde’: el nuevo libro de Peter Szok explora la cultura indígena en Panamá como mecanismo de supervivencia

  • 18/12/2025 00:00
En ‘Insurgent Beauty’, el historiador Peter Szok analiza el arte indígena urbano de Panamá, especialmente el guna, como una forma de afirmación identitaria y resistencia cultural que trasciende el folclore y la artesanía

El profesor de Historia Latinoamericana Peter Szok, en su nueva obra, “Insurgent Beauty” (Belleza rebelde) (University Press of Mississippi, 2025), explora la cultura guna de Panamá y sus dimensiones en expresiones artísticas actuales que van más allá de la mola, la música tradicional o la pintura costumbrista o primitivista.

Esta investigación, cuyo análisis supera una mera reflexión sobre estéticas, se erige como un desafío, un llamado a repensar nuestra relación con el arte indígena, no como un adorno pasivo, sino como una fuerza viva, disruptiva y eminentemente transformadora.

Para Szok, las nuevas generaciones gunas demuestran una gran capacidad para “desafiar los viejos estereotipos sobre el supuesto estancamiento y el declive de los pueblos indígenas”.

Su libro nos invita a repensar el arte indígena urbano de Panamá con un análisis de cómo sus manifestaciones se convierten en una herramienta fundamental para la cohesión y la supervivencia cultural, porque a través de sus múltiples expresiones artísticas hay una afirmación identitaria y una rebeldía política en un contexto de modernidad y globalización.

En una entrevista, Peter Szok, profesor en la Texas Christian University (TCU), en Fort Worth (EEUU), asegura que en su trabajo evitó los términos “tradicional” y “contemporáneo”, por considerar que su uso “oscurece la historia de innovaciones indígenas”.

”Comencé mi estudio analizando la pintura y otras formas de arte de estudio, pero pronto me di cuenta de que tenía que ampliar mi visión para incluir una variedad mucho más amplia de disciplinas”, asegura Szok, que mencionó entre ellas la coreografía, la danza moderna, el jazz, el rock’n roll, el hip-hop, la fotografía, el cine, el teatro, el diseño de vestuario, etcétera.

Su mayor descubrimiento en años de trabajo en Panamá ha sido “la profundidad y amplitud” que ha cobrado el arte indígena urbano.

Szok, que es doctor en Historia Moderna Latinoamericana, hace un análisis de las expresiones artísticas de los grupos indígenas que han migrado a la Ciudad de Panamá y, en este nuevo entorno, han reinventado y reposicionado sus prácticas culturales y artísticas.

”Más de la mitad de la población guna vive ahora en áreas urbanas, y me impactó su capacidad para proyectar su presencia en múltiples contextos y de múltiples formas”, agrega.

Su investigación etnográfica incluye extensas entrevistas con artistas, artesanos y activistas indígenas, lo que le ha permitido que las voces de los creadores sean el eje central del análisis, ofreciendo una perspectiva auténtica desde sus saberes.

El concepto de “Belleza Rebelde” es clave en la tesis de Szok, pues argumenta que el arte indígena, al manifestarse en los espacios públicos urbanos, desafía las narrativas hegemónicas y las clasificaciones coloniales que a menudo relegaban estas expresiones a la categoría de “artesanía” o “folclore”, despojándolas de su valor artístico y político inherente.

Estas manifestaciones se convierten así, además de en una afirmación cultural, en un “acto de resistencia”.

”Basta pensar en grupos de rap como Kuna Revolution o en la banda de rock La Tribu, cuyas canciones y letras proyectan resistencia, pero también lo hace el propio acto de innovar”, explica el autor.

Pone como ejemplo específico al músico de jazz guna Marden Paniza (1956-2021), quien desde la década de 1990 desarrolló una música de fusión que mezclaba ritmos afrocaribeños y afroamericanos con instrumentos y armonías gunas.

”Esta mezcla, tal como él la entendía, constituía un gesto de afirmación cultural: una demostración de la capacidad indígena para desafiar los viejos estereotipos sobre el supuesto estancamiento y declive de los pueblos indígenas”, asegura.

Esta evolución, ha sido posible, explica el autor, porque “en las últimas décadas, los guardianes culturales en toda América han perdido parte de su autoridad, lo que ha permitido a los artistas mayor libertad para expresarse y experimentar con diversas formas”.

Sobre la mola, la expresión artística más universal de los gunas, Szok menciona la tesis de 2008 de la artista guna Yali Roldán, en la que examinó su historia y “comparó sus principios ópticos con los de la pintura de la vanguardia europea”, concluyendo que también la mola ha “evolucionado con el tiempo” y “sus principios artísticos comparten mucho con lo que a menudo se considera contemporáneo’”.

El trabajo de diseño de Yali Roldán “se inspira en la historia de transformaciones de la mola y extiende su lenguaje visual a entornos urbanos”, agrega.

Con esta nueva óptica, tanto las intrincadas molas gunas como las delicadas tallas de madera de cocobolo o las cestas de fibras vegetales Emberá-Wounaan se sacuden la mirada colonial y pasan de meros objetos de comercio turístico a ser declaraciones de identidad visual.

Con la exhibición y venta de su arte, los artistas indígenas no solo generan ingresos, sino que también educan al público, desafían tópicos y reclaman un espacio físico y cultural dentro una sociedad que también les pertenece.

Para Szok, “los artistas indígenas ya han incorporado profundamente sus perspectivas en el entorno urbano” panameño, ejemplo de ello son las obras de Oswaldo de León Kantule o de Lucio Kansuet que “aparecen con frecuencia en galerías y el Museo de Arte Contemporáneo, mientras las colaboraciones de Ologwagdi con El Koletivo adornan El Casco Viejo y la Avenida de los Mártires”.

”En el teatro, el cine, el diseño y otras formas, los propios artistas están transformando el paisaje urbano”, asegura el investigador, que menciona una frase de la bailarina y coreógrafa guna Iguandili López Smith, que dirige la Escuela Nacional de Danzas: “Estamos ganando espacio”.

La idea de “insurgencia” o “rebeldía” a la que hace mención el título del libro alude a cómo la belleza puede ser una forma sutil pero efectiva de activismo.

Aquí no solo se examina el valor estético del arte, sino también sus dimensiones económicas, políticas, sociales y simbólicas, abordando las tensiones entre la autenticidad cultural y las demandas del mercado en un contexto transcultural.

Una mirada contemporánea sobre el arte indígena es particularmente pertinente en el contexto actual de creciente urbanización y globalización, donde muchas culturas indígenas luchan por mantener su patrimonio y visibilidad.

Esta investigación nos ofrece una perspectiva para entender cómo las tradiciones pueden adaptarse y florecer en nuevos contextos.

”Insurgent Beauty: Indigenous Art in Urban Panama”, de unas 300 páginas, que esperamos pronto se edite en español, es una lectura esencial para antropólogos, historiadores del arte, sociólogos e investigadores interesados en la intersección del arte, la cultura y la política en América Latina, y una lectura amena y enriquecedora para todo panameño con inquietudes sobre la cultura de su pueblo.

Peter Szok ha logrado crear una obra que no solo documenta un fenómeno artístico, sino que celebra la resiliencia, la creatividad y la capacidad transformadora del arte indígena dentro de un paisaje urbano y cultural contemporáneo.

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