'El camino de la literatura va de la mano con el camino de la sociedad'

Actualizado
  • 14/08/2020 00:00
Creado
  • 14/08/2020 00:00
El escritor mexicano Antonio Ortuño participa en la mesa literaria 'Literatura latinoamericana más allá de sus fronteras'. En esta entrevista conversa acerca de la región, sus escritores y lectores, así como del momento que vive hoy la literatura

Para Antonio Ortuño, la literatura latinoamericana no puede categorizarse por una temática o un estilo. Es más, es una literatura que se ha ido alimentando de muchos elementos provenientes también de muchos lugares.

La mesa literaria “Literatura latinoamericana más allá de sus fronteras”, se llevará a cabo hoy a las 11:00 a.m. en el salón Sánchez Borbón, ID: 8997 9319 680

El escritor mexicano es uno de los invitados a nuestra primera Feria del Libro virtual y participará en la mesa literaria “Literatura latinoamericana más allá de sus fronteras”, junto con los escritores Giovanna Benedetti, Pedro Crenes y Ricardo Sumalavia, a presentarse hoy a las 11:00 a.m. en el salón Sánchez Borbón.

En una entrevista para La Estrella de Panamá, el también periodista comentó que hay que tener presente que referentes de la literatura latinoamericana, como Cortázar, Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, solo por mencionar unos pocos, vivieron durante algunos períodos de sus vidas fuera de la región. Sería imposible creer que sus obras no tendrían la influencia de otros lugares o personas.

Por otra parte, es cierto también que nuestra región ha recibido a la largo de toda su historia a inmigrantes de muchas partes del mundo.

“Latinoamérica es un vértice donde converge gente de todos los lugares, lo que hace que la literatura tenga ese cosmopolitismo que de alguna manera tiene la región”, destaca.

Aún así, ¿podría hablarse de características únicas o de una identidad de la literatura latinoamericana?

“Las realidades son muy distintas en países como México y Argentina, asimismo, la literatura de cada uno de nuestros países tiene sus propias características. Mira, por ejemplo, la literatura colombiana, es muy diferente”, ejemplifica. Simplemente, “no se puede generalizar”. sostiene.

Sin embargo, una historia en común ha acompañado los mismos ideales en determinados momentos de la historia, como las revoluciones de los años 60, y más adelante, las luchas por recobrar las democracias perdidas, las luchas por sistemas más justos, pero cada país, incluso, cada autor mantiene su individualidad.

Y, ¿qué del trabajo de Antonio Ortuño? ¿Guarda elementos en común con otros autores de la región?

“Todos buscamos ser únicos, tener una singularidad”, reconoce el mexicano. “Me preocuparía saber que en otro país hay un escritor con mis puntos de vista, con mi manera de abordar las cosas, que haya un Antonio Ortuño uruguayo...”, medita. “Pero sí, siento que mi trabajo tiene elementos afines con un par de escritores que conozco y con quienes me une un grado de amistad. Tal vez otra persona que los compare piense que no tienen nada en común, pero yo sí lo siento”, reconoce.

Sobre el lector latinoamericano, Ortuño considera que se circunscribe, sobre todo, a personas que han alcanzado un nivel universitario, y “gente que a lo largo del tiempo ha logrado hacerse de una biblioteca”.

Y es que no podemos retrotraernos de la realidad económica de la región, en la que muchos no pueden darse el lujo de comprar un libro.

“Una aristocracia literaria pudo haber existido en Argentina, pero eso hace tiempo que no existe”, asegura.

Cambian los tiempos y cambian las condiciones. Hoy, por ejemplo, vivimos una situación inédita, debido a las medidas de protección contra la covid-19. La pandemia ha cambiado todo, incluyendo el mundo literario.

“A medida que ha pasado el tiempo, hemos encontrado diferentes plataformas. Se comenzó grabando palabras en la piedra, después en papiros y en pergaminos, después en libros escritos a mano y después se consiguió hacer la imprenta de tipos móviles que los pudiera reproducir masivamente, y finalmente tenemos documentos electrónicos”, cuenta el escritor. Asimismo ha cambiado la manera en la que se ejerce el comercio de libros y la actividad literaria. “Todo este asunto de hacer giras, foros y demás, es algo relativamente moderno. Shakespeare no hacía giras presentando libros”, dice con ironía.

“En el renacimiento viajaban los libros mucho más que los autores. Ahora pareciera, por nuestras condiciones de capitalismo consumista, que los autores viajan más que los propios libros”, agrega.

Ortuño asegura que “el camino de los libros y la literatura va de la mano con el camino de la sociedad”, y mientras la sociedad siga en estado de emergencia, el intercambio en el mercado literario y el escenario de discusión y de debate literario van a seguir en estado de emergencia y desarrollándose por caminos virtuales.

“Crecerá la demanda por libros electrónicos; a mí me acaban de regalar un Kindle, porque apenas reabrieron las librerías y es un poco complicado ir enmascarado a rebuscar libros. A mí me gusta pasar mucho tiempo en la librería escogiendo mis libros, muchas veces no voy por un libro específico sino a ver con qué me encuentro, y este no es el mejor momento para hacer eso”, admite.

El escritor espera que pronto se llegue a un punto de equilibrio que permita que la vida siga adelante, porque aunque escribir no es una actividad social, para que los productos se completen es necesario que muchas otras actividades empiecen a funcionar.

“He estado escribiendo series para las plataformas de videoentretenimiento; el cine es algo que particularmente me interesa y actualmente algunas de mis historias están en proceso para la filmación”, explica.

Los calendarios, debido a la pandemia, se han retrasado. Lo más probable es que los proyectos se reanuden el próximo año.

Aunque Ortuño se ha desarrollado más como novelista (ha publicado 12), disfruta igual de la escritura de cuentos, así como de guiones. “Finalmente soy un narrador, me gustan los cuentos, me gusta la novela, aunque cada una de las novelas que he escrito tienen la cantidad de páginas que todos los cuentos que he escrito en mi vida”, compara. La complejidad de una novela es mucho mayor que la de un relato corto.

“En algunas ocasiones he hecho la comparación de que, para mí, escribir una novela es un poco como construir una casa, te pasas mucho tiempo en los detalles, aplanando primero el terreno, calculando los planos, etc., y escribir un cuento se parece más a realizar un viaje, un viaje corto e intenso que puede ser muy importante, pero que no te implica jamás la planeación tan detallada de una casa”, detalla.

Ortuño avanza en una nueva novela. En ella trabajaba antes de conectarse en videoconferencia para esta entrevista y en ella continuó al terminar. Por el momento sus energías se concentran en la escritura; los viajes están suspendidos.

“Tenía planeado físicamente estar allí, he tenido la oportunidad de ir a Panamá de paso, pasar solo un día en ciudad de Panamá; me parece un sitio muy interesante por toda su historia, pero por las circunstancias, no puedo estar físicamente, pero estoy bastante contento de poder tener aunque sea esta vía virtual de estar ahí con los autores panameños y discutir con los colegas. Al que se quiera asomar a nuestra discusión virtual, estaremos contentos de verlos”, concluye.

Antonio Ortuño
Narrador

Escritor y periodista mexicano, considerado uno de los mejores narradores hispanoamericanos de su generación. El diario 'Reforma' eligió su primera novela 'El buscador de cabezas' como mejor debut en la literatura mexicana de 2006.

Fue finalista del premio Herralde de Novela con Recursos Humanos en 2007.

En octubre de 2010 fue elegido por la revista británica 'Granta' como parte de su listado de los mejores escritores jóvenes en lengua española, y la edición mexicana de la revista 'GQ' lo eligió como escritor del año.

Fue ganador del premio de la Fundación Cuatrogatos, de Miami, al mejor libro juvenil 2017 por 'El rastro'. V premio Rivera del Duero y premio Bellas Artes de Cuento Hispanoamericano 2018 por 'La vaga ambición'.

La crítica ha elogiado su humor negro, la agilidad y precisión de su prosa y su capacidad para explorar las contradicciones de sus personajes. Sus obras se han traducido a una decena de idiomas, entre ellos al francés, al rumano y al italiano.

Ha colaborado con publicaciones periodísticas y literarias de América y Europa como 'El País', 'Clarín', 'Proceso', 'Etiqueta Negra', 'Letras Libres', 'La Tempestad' y 'Librújula', entre otras.

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