Ciudad del Saber, a veinticinco años de haber cambiado las armas por conocimiento

Actualizado
  • 21/08/2023 00:00
Creado
  • 21/08/2023 00:00
'25 años: hacia la utopía posible' es el nombre de la publicación- informe que Ciudad del Saber presentó en la FIL Panamá. Sobre el libro y el camino que esta institución ha recorrido por un cuarto de siglo, su director Jorge Arosemena conversó con La Decana
Imagen del libro '25 años: hacia la utopía posible' que marca los 25 años de la Fundación Ciudad del saber.

“Lo que hemos tratado de recoger en esta publicación, producto de todo el equipo, de todos en la Fundación, es un recorrido y de alguna manera una rendición de cuentas a la comunidad de lo que han sido los 25 años del decreto ley que fue en febrero de este año y que nos dio instrumentación legal para establecer el proyecto de Ciudad del Saber”, explica el Dr. Jorge Arosemena desde su oficina a través de una videoconferencia.

'25 años: hacia la utopía posible' fue presentado el pasado sábado en un conversatorio denominado “De jaguares, simuladores y banderas”, en los que Juan David Morgan, presidente de la Junta de Síndicos, Irene Perurena, vicepresidenta ejecutiva y Arosemena, presidente ejecutivo de la fundación, compartieron con el público una colección de anécdotas y sueños.

“En esta publicación recogemos las cosas más sobresalientes entre los 25 años, desde que recibimos el mandato por el Decreto y para hacer una realidad ese sueño que tuvieron Gabriel Lewis Galindo y Fernando Eleta Almarán de transformar una antigua base militar en un Centro de Conocimiento innovación Para el siglo XXI que veían venir”, destaca .

La fundación Ciudad del Saber fue creada en 1995 “en papel”, pero fue en enero de 1997 cuando se abrió una primera oficina en La Boca, antigua zona del Canal.

Jorge Arosemena, presidente Ejecutivo de Ciudad del Saber.

Sobre sus inicios, pondera Arosemena que 'una buena idea encuentra su camino para ser realizada' y aunque la idea que tuvieron Lewis y Eleta no se planteara como muy sencilla, ellos consideraban que era primordial que Panamá estuviese a tono con el resto de los países del mundo observando los avances tecnológicos y la llegada de un cada vez más vertiginoso siglo XXI. “Y lejos estaban ellos en imaginar la velocidad que iba a ocupar esta transformación a nivel global, pero estaban claros que Panamá tenía que apostarle al conocimiento y la innovación en función del país y del mundo. Así de ambiciosos fueron. Y, de hecho, fue Gabriel en una conversación informal quien sugirió un nombre tan ambicioso como Ciudad del Saber, que en inglés hemos traducido como City of Knowledge porque no hemos encontrado una palabra más precisa”, agrega.

Para comprender lo que ha ocurrido en CDS en los últimos años, Arosemena nos refiere a las cifras que aparecen en la publicación; cifras tanto de participantes de empresas, organismos internacionales, programas académicos, oenegés internacionales etc. También, una buena colección de imágenes que dan fe de las múltiples actividades y proyectos que por un cuarto de siglo se han llevado a cabo en CDS.

“Fue el modelo que se pensó y que ha resultado, yo diría sin modestias exitoso, no por mérito mío, sino de mucha gente y fue crear una fundación privada sin fines de lucro”.

Para Arosemena este es un elemento de vital importancia pues es usual ver con los cambios de administración gubernamental, cómo cambian políticas y orientaciones, con una consecuente pérdida de una valiosa continuidad que asegura el mejor uso de recursos y tiempo. Luego de su primera sede en La Boca, el proyecto se mudó a Albrook por poco tiempo pues un estudio más a fondo planteó que esta área sería absorbida por el crecimiento de los puertos y que el sitio ideal era Clayton, un lugar además cargado de mucho simbolismo al estar justo frente al Canal y haber sido sede del Comando Sur.

Para lograr esa continuidad se concibió una Junta de Síndicos que ha seguido operando hasta el día de hoy, donde hay, por una parte, una representación del sector académico al más alto nivel: rectores de la Universidad de Panamá, la Universidad Tecnológica, la Usma, el presidente del Consejo de Rectores, el secretario de Senacyt, el director del Instituto Smithsonian, otros científicos panameños tan destacados como el Dr. Julio Escobar y luego, del mundo empresarial donde surgió la idea. Tanto Eleta Almarán como Lewis Galindo formaban parte del mundo empresarial, pero ambos fueron ministros de Relaciones Exteriores y por tanto, según Arosemena, tenían muy claro el papel de Panamá en el concierto de naciones. Se suman a este conglomerado, los representantes del gobierno en las figuras de los ministros de Educación, de Economía y finanzas, de Relaciones exteriores y de la Presidencia, además del presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional. Por último, sin ser menos importante, la representación de los trabajadores, en la figura de Elberto Cobos.

Un camino continuo, pero cambiante

Inicialmente CDS se concentró en atraer universidades para ofrecer programas de educación superior y establecer centros de investigación. Pero, aunque esto no ha dejado de ocurrir, la fundación atrajo el interés de otros sectores, como los organismos internacionales como la UNESCO, así como oenegés de nivel internacional como la Cruz Roja y la WWF. Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo y posteriormente la Unión Europea hizo énfasis en la necesidad de incorporar y crear un parque tecnológico donde se reuniera tanto el mundo académico -científico, las universidades, y los centros de investigación como el mundo empresarial para cerrar esa brecha. “Al crearse un tecnoparque también se abren otros espacios, por ejemplo, se crea la primera incubadora de empresas del país dentro del marco de un parque tecnológico. Y comienza todo el movimiento de emprendimiento que está muy consolidado hoy “, comenta el director ejecutivo.

Nace luego una organización que reúne parques tecnológicos de más de 100 países, pero también habría que generar un balance. “Está muy bien atraer empresas de alta tecnología y promover nuevos emprendimientos tecnológicos y de otro tipo, pero decidimos que se debía incorporar el mundo más espiritual, el arte. Y comenzamos a promover el arte en todas sus formas, siendo así que hoy día CDS es uno de los centros donde se dan no solo el Festival de Jazz, sino festivales de danza y de teatro a lo largo, del año. Entonces se fue conformando una comunidad que tuvo un punto de inflexión muy importante también y todos estos tratamos de reflejarlo acá en esta publicación”, sostiene Arosemena.

El presidente ejecutivo de CDS recuerda como si fuera el día de ayer, el momento en que la presidenta de ese entonces, Mireya Moscoso entregó de manera simbólica a él y al presidente de la Junta de Síndicos, una llave como primeros usuarios de este complejo que aun no estaba completamente desocupado y que oficialmente se transferiría en 30 de noviembre de 1999.

“Es importante, sobre todo, que las nuevas generaciones sepan que dado que Panamá nunca había renunciado a su soberanía sobre todos sus territorios al recibir nosotros por el Decreto Ley cuyos 25 años celebramos ahora, nosotros tomamos una decisión inmediatamente con la Junta Directiva y la Junta de Síndicos registrar la propiedad, aunque todavía no podíamos entrar aquí porque teníamos que esperar a que en cumplimiento de los tratados Torrijos Carter se desalojará la base sin embargo, nosotros registramos la propiedad en 1998, como un acto de reiteración de nuestra soberanía”, afirma.

Y desde entonces hasta ahora, la fundación ha estado pendiente de los cambios y giros que ha tenido el mundo y que hacen necesario hacer algunos ajustes en la ruta.

“La CDS que comenzó a finales de los años 90, no es la sombra de lo que es el día de hoy, ha cambiado radicalmente”, explica. “La fundación ha ido adecuando el proyecto CDS a las nuevas circunstancias y periódicamente cada 5-7 años hemos hecho ejercicios de revisión a fondo y planificación estratégica. En el último ejercicio, que fue hace unos cuatro años, redefinimos nuestra misión y la definimos como 'ser una comunidad innovadora, internacional comprometida con promover el cambio social desde una perspectiva humanista científica y empresarial sin exclusiones, incorporando los diferentes sectores'”.

Resalta Arosemena que al día de hoy CDS es una comunidad que hoy por hoy que tiene una presencia, no sólo en Panamá, donde está la más alta tecnología, lo que ha provocado un movimiento empresarial de emprendimiento que hoy día está consolidado con el sector gubernamental y el apoyo del sector privado, pero lo que a juicio muy personal, considera el director que es el principal logro de la experiencia CDS han surgido de la idea de las llamadas Asociaciones de Interés Público y que ofrecen una serie de incentivos a nivel fiscal y migratorio a quienes forman parte de la comunidad.

Nombres como Indicasat y Cieps, dan imagen de entidades con un apoyo gubernamental que se responsabiliza por proveer los recursos mínimos para la operación pero que además se abre a la cooperación y la participación internacional. El tiempo y las metas cumplidas, de acuerdo con Arosemena, han acabado con antiguos resquemores de que CDS le restaría recursos a la Universidad de Panamá, o que, dada la apertura internacional, quedarían en manos de extranjeros.

“Las AIP han permitido que, en igualdad de condiciones, cada vez que se crea una de ellas, los directores puedan ser escogidos en concursos internacionales. Y tenemos panameños distinguidos como, por ejemplo, en el Cieps, dirigido por el Dr, Harry Brown, quien resultó ser la mejor opción en un concurso internacional”, confirma.

“Y algo importante, nosotros no recibimos sepa ni un solo centavo de subsidio. Cero”, dice con contundencia.

Lo próximos 25 años

“Tenemos claro que tenemos que consolidarnos y seguir avanzando. Eso es básicamente abrirnos como lo hemos hecho al mundo. Por otra parte, pienso que en la medida que el mundo va cambiando, las tecnologías de la comunicación se van acelerando y la CDS ya ha incorporado algunas de estas, por supuesto tecnologías y estamos en proceso de iniciar lo que llamamos Ciudad del Saber 3.0, por medio de un préstamo que vamos a hacer con la banca privada”, informa.

Arosemena asegura que “nos proyectamos hacia jugar un papel cada vez más consolidado en sintonía con el resto del mundo. Panamá tiene que abrirse, Panamá tiene muchas ventajas comparativas que hay que transformar en competitivas. Porque no basta la ubicación geográfica, que es extraordinaria, en todo el sentido de la palabra, pero el talento humano tenemos que formarlo. (…) Necesitamos más personal en el campo de las tecnologías de la información, pero al mismo tiempo tenemos que seguir propiciando el futuro artistas los que le den sentido y alma a nuestro país y que consoliden nuestra identidad todo eso hacia allá vamos”, concluye.

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