El deporte de la discordia

Actualizado
  • 22/05/2016 02:00
Creado
  • 22/05/2016 02:00
A la gente no le gusta el fútbol. A la gente le gusta, eso sí, todo lo que gravita alrededor del fútbol

Hace un par de tardes me puse a hablar con una amiga. Mi amiga es una mujer especial. Por muchas cosas. No le gusta cocinar, es libre y soltera y hace lo que le da la gana con su cuerpo y con su alma cada vez que puede y le da la gana.

Odia a las feministas y a los machista por igual. Practica yoga, ama comer carne de res y tocino, ama a los perritos y gatitos por igual; no soporta los sapos, pero no le teme en lo más mínimo a las cucarachas; las mata sin el más mínimo empacho con las mismas manos si es posible. Es un ser humano imperfectamente perfecto.

Una cosa más: ama el fútbol. Y hace poco hablamos sobre eso. Esto fue lo que le dije mientras ella callaba amablemente. Eso también me gusta de ella, escucha, escucha en silencio. Yo hablo como un loro de cresta amarilla.

En fin, esto fue lo que salió de mi boca llena de moscas: ‘A la gente no le gusta el fútbol. A la gente le gusta, eso sí, todo lo que gravita alrededor del fútbol: la fiesta, la gritería, insultar al árbitro, hondear banderas, cantar el himno, ponerse patrióticos, la cervecita, la saltadera; pero el deporte, en sí el arte del fútbol, a casi nadie le gusta'.

‘Si a la gente le gustara, vería una birria de niños en cualquier parque todo el tiempo, o vería partidos de equipos no famosos, no solo los de Barcelona y Real Madrid, y que si la Copa del Rey y la Uefa yo no sé cuántas huevadas más'.

‘Otra cosa: la pérdida de neuronas que se ocasiona en la gradas y que da origen a toda clase de vulgaridades y finalmente a la violencia, me da mucha pereza, como lo que acaba de ocurrir en el Maracaná de aquí de Panamá hace unos días. Cierto, pasa en todos lados en todos los niveles. Lo de Panamá y México es lamentable, por ejemplo. Mexicanos y panameños pegándose en las gradas. Insultándose'.

‘Los valiosos acercamientos que hacen entre países latinoamericanos los que hacen arte, como mi amiga Annie Chajín, que en estos momentos trabaja en hermosos proyectos junto a (adivinen) mexicanos, los cagan en un solo partido de fútbol los que organizan y asisten a estos espectáculos. Y eso ocurre precisamente porque a nadie le gusta el fútbol, repito; lo que les gusta a los ‘fanáticos' (nunca mejor empleada esta palabra) es tan solo tener una vía de escape para sacar lo peor de sí mismos y darse golpes en el pecho: ‘somos la patria misma' y ‘¡Panamá Panamá!' y ‘¡Viva México, cabrones!'.

‘Antes veía fútbol. Ya no. Ya no soy de ningún equipo. Es cierto, el Mundial me divierte. Lo confieso. Toda la fantasía al rededor del Mundial, los personajes, la narrativa, la historia, el aura de grandiosidad y batalla y guerra que tiene, toda esa mierda es irresistible. Ilusión. Compro esa ilusión por un mes cada cuatro años. Es la verdad, todo hay que decirlo. Pero hasta allí. Estaca final a modo ‘me saco el clavo'.

Mi abuela es mexicana. Y amo México. Y me aburre y me cabrea toda esa animosidad y rivalidad que se han creado entre dos países que en otras esferas siempre han sido países hermanos.

A mis amigos mexicanos (a los que les vale madres el fútbol) y a algunos panameños amigos (a los que tampoco les importa) les da mucha pereza (hueva) todo ese asunto. He dicho (escrito).

Que ruede la pelota, que pa' eso es redonda.

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