La desconexión emocional

Actualizado
  • 04/03/2023 00:00
Creado
  • 04/03/2023 00:00
Hay algunas señales que pueden alertarnos de que sufrimos, o que alguien de nuestro alrededor padece esta desconexión emocional. La psicología nos detalla algunos de ellos: comportamiento de desapego y falta de empatía hacia los demás y hacia uno mismo en situaciones impactantes. Sentirse emocionalmente adormecidos y/o confusos
Como sociedad nos urge conectarnos con nuestro entorno.

Podría iniciar este artículo enumerando los muchos cánceres sociales que están avanzando a pasos agigantados tanto en Panamá como en el resto del mundo, y que, debido a la desconexión emocional latente, han cobrado no solo fuerza sino víctimas inocentes a su paso.

Muchos de estos cánceres son en gran parte producto de la falta de análisis que hay hacia las noticias que recibimos y que las redes (entre otros medios) nos han malacostumbrado a solo pasar el dedo por la pantalla sin detenernos a tomar consciencia del mensaje claro y, a veces duro, que deberíamos leer como seres humanos pensantes y empáticos que, adicionalmente, deberían golpearnos en la cara y consciencia. Es más, hay quienes toman los temas serios como tópicos para crear memes y burlas, cuando como sociedad deberíamos hacer un alto y reflexionar sobre ellos o tomar acciones urgentes para hacer cambios.

¿Cuántas personas conocemos que bien podríamos decirles “muertos emocionales”?, ¿cuántas situaciones han pasado en nuestra sociedad que a la gran mayoría ni le hizo mella en su consciencia?, ¿cuántas veces hemos pasado al lado de una persona sin hogar y ni siquiera nos despierta tristeza, es más, la ignoramos a voluntad?, ¿cuántos aprovechan las desgracias ajenas solo para aparentar, robar cámara y hacernos creer que son solidarios?

Pero, ¿todo esto es producto de qué? Hoy, amigo lector, hablaremos sobre la desconexión emocional, la cual está relacionada con la dificultad para identificar y experimentar diversas emociones. Puede llegar a englobar muchas dificultades como, por ejemplo, represión, negación, bloqueo, enganche o desconocimiento de nuestras propias emociones.

Hay personas a las que describimos como frías, quizá con falta de empatía en sus relaciones, pero que también parecen no sentir cuando algo les sucede a ellas. En psicología se habla de “desconectados emocionalmente”.

No necesariamente es algo que hagan a propósito. Diversas experiencias, posiblemente traumáticas, han propiciado este comportamiento, que nada tiene que ver con la alexitimia o ausencia de sentimientos o psicopatía, pero que muchas veces su desconexión funciona como un mecanismo de defensa que provoca dificultades para conectarse con uno mismo y, por ende, con los demás.

Esta desconexión muchas veces nos hace funcionar en “piloto automático”, sin darnos cuenta de lo que sentimos, separando la parte racional de la emocional.

Hay algunas señales que pueden alertarnos de que sufrimos –o que alguien de nuestro alrededor padece– esta desconexión emocional. La psicología nos detalla algunos de ellos: comportamiento de desapego y falta de empatía hacia los demás y hacia uno mismo o en situaciones impactantes. Sentirse emocionalmente adormecidos y/o confusos. Tendencia a mostrar una gran racionalidad ante situaciones con carga emocional pesadas, infravalorando las emociones, tanto las suyas como las de otros, y por último presentar dificultades para establecer relaciones profundas con los demás.

Normalmente no ha existido en la vida de estas personas una figura de referencia que les haya ofrecido un apego seguro, que les haya validado las emociones o haya estado presente para sostenerlas y regularlas. Por ejemplo, si nuestros padres están desconectados de sus emociones o no han sabido cómo atendernos en la infancia, eso podría propiciar nuestra propia desconexión emocional.

Por otro lado, los traumas son otra posible causa de esta desconexión. Y es que recibir un trato desconsiderado de forma repetida o la indiferencia diaria puede propiciar que se desarrolle este problema. No es necesario tener una única vivencia traumática, el constante “ninguneo” u hostilidad, por ejemplo, es suficiente para que se acabe desconectando de sus emociones. Realmente no se trata tanto de que las personas no quieran sentir las emociones, sino que no quieren sufrir. Aunque, paradójicamente, tratando de no sentir, acaban experimentando un gran sentimiento de soledad oculto.

Es aquí donde un experto idóneo debe intervenir. Un psicólogo bien puede ser una guía oportuna para ayudarnos ante estas situaciones. El problema de este proceso psicológico es que no siempre se identifica claramente. Es más, las personas que lo sufren pueden no darse cuenta de que están desconectadas de sus emociones ni saber porqué les pasa. De ahí que no siempre pueden recibir la ayuda necesaria.

Primero, amigo lector, debemos entender que ser empático es ver el mundo con los ojos del otro, y no ver nuestro mundo reflejado en los ojos de él. Por demás, el primer paso para la compasión es darse cuenta de la necesidad de otra persona, ya que todo comienza con el simple acto de atención.

Sí, como sociedad, nos urge conectarnos con nuestro entorno, nos urge dejar de hacer burlas y memes en lo serio para así comenzar a tomar conciencia. Nos urge saber escuchar y observar, nos urge retomar lo que nos golpea en la cara y hacerle frente con los pantalones bien puestos. Nos urge lavarnos el rostro de tanta podredumbre que nos tapa los ojos, oídos y razón. Nos urge ser empáticos. Pero para lograr todo ello, también nos urge tener valor y ser los primeros en aceptar que necesitamos cambiar.

Aunque muchas veces esta desconexión es producto de nuestra pauta infantil y experiencias de vida, como bien lo planteo en los párrafos anteriores, muchas otras es un camino voluntario que elegimos porque el resto así lo hace y, para “no estar fuera de moda”, entonces decidimos seguir como borregos lo que en el fondo sabemos que no es correcto, ético, moral, sano y lógico, adormeciendo tanto nuestro criterio como nuestras emociones.

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