En la fotografía, Dios se encuentra en los detalles

Actualizado
  • 27/01/2015 01:00
Creado
  • 27/01/2015 01:00
Essdras Suárez ha captado una infinidad de momentos, lugares y estados. Nos anima a contar una historia en cada una de esas imágenes

Para quienes fueron a la escuela y se graduaron de secundaria con Essdras Suarez, fue una sorpresa verlo años después convertido en fotógrafo. Nunca se le vio con una cámara ni muy entusiasmado por fotografiar. Hasta para él mismo descubrir su pasión por la fotografía fue algo inesperado.

‘Jamás había agarrado una cámara para tomar fotos, pero ahora que veo, históricamente crecí leyendo revistas porque mi familia tenía una farmacia en Parque Lefevre y todos los jueves llegaban muchas revistas internacionales. Yo crecí viendo National Geographic , Geomundo y todas esas revistas interesantísimas, lo que sí sabía era que había un gran mundo allá afuera y yo quería explorar ese mundo. No sabía cómo, pero quería hacerlo’.

De hecho, Essdras no tomó una cámara fotográfica en sus manos hasta los 22 años de edad, cuando, estudiando periodismo asistió a una charla con el entonces director de fotografía de la National Geographic y le consultó qué tendría que hacer par trabajar allí. El conferencista le dijo que no le valdría su título en periodismo, en zoología ni su especialización en revistas. Que mejor le iría como fotógrafo. ‘Y así de sencillo me cambió la vida’, recuerda. La fecha límite para optar por una pasantía en fotografía para la revista sería 2 meses y medio después. Essdras se esmeró para presentar un portafolio que le valiera esa experiencia y lo logró. En el siguiente verano participó con los fotógrafos de la revista por dos meses y medio en la selva de Panamá, Costa Rica y Colombia.

‘En ese momento supe que esto es lo que haría el resto de mi vida’.

-Entonces, no buscaste a la fotografía, más bien ella te buscó a ti...

- Así es. Me buscó, me encontró, se anidó y allí se quedó.

-¿Hasta dónde te ha llevado la fotografía?

-A dónde no me ha llevado... Creo que he trabajado en 50 países y he visto de todo, desastres, guerras, pero lo que más me llama la atención cubrir es la vida cotidiana. La vida cotidiana de la persona cualquier persona el mundo, que está llena de momentos decisivos. Cosas que nos parecen tonterías pero desde el punto de vista fotográfico, son gemas. Me he dado cuenta que entre más diferentes seamos, más nos parecemos. El ser humano es el ser humano no importa dónde estés. Y a veces no importa tampoco en qué circunstancias.

-¿Recuerdas tu primera asignación?

-Luego de haber salido de la escuela, hice una pasantía en el Fort Lauderdale Sun Centinel , la primera asignación de la que me acuerdo es una que me tocó el alma y me hizo sopesar mi decisión de ser fotógrafo. Hubo una llamada policiva notificando que un niño había estado sumergido en la playa, por 20 minutos. Al llegar allí me encontré con una señora negra, en la orilla del mar, mirando hacia el mar, llorando desesperada mientras alguien trataba de consolarla. Yo no pude tomar esa foto correctamente, me pareció que estaba transgrediendo un momento tan privado de esa persona, un momento tan doloroso... las manos me temblaban, la apertura del diafragma estaba incorrecta, la foto salió movida, regresé al periódico y no entregué la foto. El editor me llamó a capítulo y yo le dije, ‘no puedo hacer esta clase de trabajo, no creo tener la cepa para tomar esa clase de foto’. El hombre me dijo: Pese a que la comunidad donde vivía esa familia está a solo cuadras de la playa, no está en la cultura del afro-americano el aprender a nadar. Por eso es que estando tan cerca del mar, tragedias como éstas pasan. Si hubieses tomado esa foto y una madre hubiese visto el dolor de esta por no haberle enseñado a su niño a nadar, o haberlo mandado a tomar clases, hubieses podido salvar una vida. Tenía razón y tuve que aprenderlo con un ejemplo de vida para darme cuenta.

-¿Cómo te va con esas situaciones actualmente?

-Si te digo que no me afectan te miento, pero mentalmente puedo crear cierta distancia emocional. Estoy tomando la foto y puede que sea muy triste, pero estoy consciente de que mi trabajo en ese momento es documentar. Luego de haber tomado la foto tienes que acercarte a la persona para al menos preguntarle el nombre o algo. Lo primero que les digo es ‘me disculpo desde el fondo de mi alma, por tener que molestarle en un momento tan privado’, Me identifico y le digo para dónde trabajo. A veces te dicen que no, pero la gran mayoría de las veces te dicen que sí. Lo puedo hacer, estoy mucho más acostumbrado, te alteras, se te sube la adrenalina, pero estás bajo control.

-¿Tienes algún tipo de ritual cuando sales a fotografiar?

-No diría ritual, yo lo considero rutina. Lo primero que hago al llegar a un lugar es poner todos los settings de la cámara, de tal manera de que si algo pasa puedo tomar una foto inmediatamente con al seguridad de que va a salir. La cámara siempre está lista y si hay que hacer ajustes, son menores.

-¿Cuál consideras la asignación más compleja que has tenido?

Una de las más frustrantes fue estando en Indonesia, después del tsunami. Lo único que veías eran largas planicies y escombros. ¿Cómo contar la historia de lo que ya no está? La gente me decía aquí había ciudades y ahora solo veías escombros y basura. Esa historia la conté a través de cómo la tragedia afectó a las personas.

-¿Hay trabajo sencillo?

- Sí. Muchas veces me han mandado a hacer asignaciones en las que advierto que voy a hacer un buen trabajo porque soy un profesional pero que considero que es una pérdida de tiempo y espacio. Pero cuando empiezo a tomar fotos me pongo de buen humor. Tal vez para mí es una tontería, pero para la persona que voy a fotografiar será importante. Con ese pensamiento, hago el mejor trabajo que puedo.

-De los millones de imágenes que habrás tomado, ¿de cual te sientes más orgulloso?

-La foto del funeral de un niño de Guatemala que murió en Colorado cuando estaba siendo ilegalmente llevado a Estados Unidos. Yo seguí el cuerpo desde Colorado hasta Guatemala, desde el avión, carretera, caminos de tierra y finalmente caminando dos horas con el ataúd al hombro hasta llegar al poblado en la frontera con México, de donde había salido ese niño. Tengo una foto en la que se observa el ataúd en el medio de la choza donde vivía, todos los vecinos estaban allí, la luz entra, se refleja en el ataúd y pinta las caras de ellos. Hasta este día esa es una de mis fotos preferidas.

-¿Has publicado algo que no te haya gustado?

-Uff. En el Boston Globe, siendo un sindicato, tenías derecho a decir, que no querías que tu nombre apareciera en una imagen que no consideraras buena y yo ejercité ese derecho varias veces. Tonterías, alguna foto que no salió bien, porque nadie es perfecto, o porque la edición no la favoreció.

-¿Te has quedado con las ganas de hacer alguna imagen?

- Las imágenes que no pudiste lograr son aquellas que te persiguen por el resto de la vida. Son como fantasmas. Estábamos en un río cerca Popayán (Colombia), llegamos a la boca del río, un espacio muy amplio con muchas isletas, una infinidad de botes y gente en un lugar arcilloso sacando almejas. Al atardecer, la luz caía sobre esta cantidad de botes que eran como casas, había niños saltando entre los botes, a contraluz, se veía el humo de donde cocinaban las almejas y yo estaba totalmente embebido viendo todo aquello. Pregúntame si se me ocurrió tomar la foto... esa memoria la guardo hasta el día de hoy. Quiero regresar a tomar esa foto.

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