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- 13/05/2016 02:00
Hoy no es raro escuchar que la risa es lo mejor para el alma o incluso para la salud, pero por increíble que parezca, la risa y el humor no siempre tuvieron buena prensa.Pasaron cerca de dos mil años para que los filósofos y pensadores tuvieran una apreciación más positiva de esta cualidad humana.
Desde los tiempos del filósofo griego Platón hasta el siglo 20 —con algunas excepciones— la risa y el humor contaban con una mala reputación. Y el problema no solo radica en su reputación, sino que aparte de esta mala fama se hablaba muy poco del tema. El primer libro dedicado al humor por completo aparecería hasta el siglo XIX de manos de Henri Bergson.
Anteriormente, el humor y principalmente la risa era considerada un acto violento que estaba relacionada con la pérdida del control y de la luminosa razón. Pero la teoría que más acogida tuvo, pasando por Platón, la Escolástica —en algunas academias estaba prohibida la risa—, Thomas Hobbes y Rene Descartes, era que la risa estaba relacionada con el desdén. Básicamente la risa y el humor eran producto de sentimientos de superioridad, ya sea con respecto a otra persona, otra sociedad o con algún aspecto de nosotros mismos. Descartes consideraba que la risa estaba relacionada con el odio, el desdén y lo ridículo. ‘Gloria repentina, es la pasión que hace aparecer esas muecas llamadas risa', señalaba Hobbes en su Leviatán .
Sin embargo a partir del siglo XVIII dicha teoría empezó a debilitarse, y es que para que funcione la risa tendría que acontecer solamente como producto de una comparación con el ‘otro' sobre el que nos sabemos o sentimos superior, pero, ¿es cierto que solo nos reímos por ese sentimiento de superioridad?
En un experimento realizado por el psicólogo Lambert Deckers se le pedía a los participantes levantar pares de pesas de un peso idéntico. Los primeros pares resultaron ser idénticos, lo que preparaba mentalmente a los participantes a creer que todos los pares que le seguirían también tendrían un peso similar, no obstante ocurrió que en un par uno resultaba más pesado que el otro, lo que provocaba risas en algunos participantes al momento de intentar levantarlo. Ciertamente no fue por un sentimiento de superioridad, ni tampoco como producto de una comparación, es tan solo un episodio cómico.
Como vimos, el humor, tan ordinario y común hoy en día, tuvo que pasar por consideraciones bastante hostiles —y en algunos casos ninguna consideración en absoluto— pero eventualmente llegamos al punto en que le dimos su justo trato.
AMANTES DE SOFÍA