Lustre y Esplendor

Actualizado
  • 20/12/2009 01:00
Creado
  • 20/12/2009 01:00
“Panameños ilustres” estuvo en boca de todos durante varias semanas y todo el mundo me preguntaba “¿no has ido a verla?”, casi todos se ...

“Panameños ilustres” estuvo en boca de todos durante varias semanas y todo el mundo me preguntaba “¿no has ido a verla?”, casi todos se hacían lenguas de lo “hermosa” que estaba, y yo me retorcía por dentro, ya que la palabra “hermosa” no me parece adecuada para un evento de este tipo; “hermosa” es una decoración de una boda, “hermoso” es un ramo de flores o un centro de mesa. No, durante varias semanas no fui. Al final cedí y fui, calladita y sin decir nada a nadie, casi con vergüenza. Y vergüenza ajena fue lo que sentí recorriendo “eso”. ¿Qué les pasa a los señores del INAC? ¿Qué les pasa a los señores de la Dirección Nacional del Patrimonio Histórico? ¡Por favor! ¿Qué les pasa?

Conste que no he dicho nada hasta ahora porque, como ya he escrito varias veces en esta columna, yo pienso que a quien Dios se la de, que San Pedro se la bendiga, y si a los organizadores de este tinglado les dieron la oportunidad de sacar una jugosísima tajada monetaria, pues bien por ellos y por el contubernio logrado. Pero el anuncio que se hizo a toda página el pasado domingo en un periódico de la localidad de la continuidad de esta desfachatez un año más, rompió las barreras de mi contención y ahora sí que voy a aullar. ¡Un año más la exhibición “Panameños ilustres”! ¿Un año más? ¿¡Nos están tomando el pelo!? Empecemos por partes, en primer lugar cualquier pieza arqueológica se merece un poco de respeto, y en la exhibición que desmontaron para dejar paso a los ilustres panameños había alguna que ha superado los dos mil años de antigüedad, para estas piezas, el ser manipuladas, así sea con todo el cuidado del mundo, el ser desmontadas y embaladas, es un estrés que puede provocar daños. Y se las sometió a eso para poder montar una exhibición mediocre, en la cual se han incluido algunas de esas piezas arqueológicas relevantes sin ningún hilo conductor ni explicación de su valor.

Aparte del escaso valor estético de la exhibición, muy del estilo “bodorrio de pueblo” o de revistilla en papel couché, (para gustos los colores y cada uno decora su casa como quiere o como puede), la selección de ilustres cojea terriblemente.

No voy a decir que muchos de los que están ahí no lo merecen, porque no es así, y en muchos casos merecerían una exhibición para ellos solos. Pero sus méritos se opacan al estar cerca de otros que todo el mundo sabe cual es la razón por la que aparecen. También se han olvidado de panameños que hubieran merecido estar ahí por la relevancia que han tenido sus luchas y sus logros, pero claro, habría que ver si los que la montaron los conocen. La necesidad de contar las palabras en esta columna no me permite hacer un desglose de todas las categorías y las personas que debieron haber estado y no están. Se nota la falta de criterio científico en la selección de personajes y sobra el sesgo al elegir a los tíos, abuelos o amigos de los organizadores, mostrando en dicha exhibición mucho lustre de dinero y pocas hazañas dignas de emular.

La exposición carece de parámetros de reflexión, y los valores a los que aluden a lo largo del recorrido, en muchos casos, no son otra cosa más que la capacidad de hacer plata. Podemos resumir la exhibición diciendo que es el montaje tridimensional del álbum de figuritas “Esta es mi patria”.

Es sumamente injusto para la gente que realmente se merece un lugar en la memoria colectiva tener que compartir espacio y créditos con personajes y personajillos de la vida farandulesca o, simplemente, con coleguitas de alguien. Pero en fin, ya Don Francisco de Quevedo lo dijo hace mucho tiempo, y por lo visto no hemos mejorado,

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