El Nobel que no quiere hablar

Actualizado
  • 21/10/2012 02:00
Creado
  • 21/10/2012 02:00
Cuando se barajaban nombres como Haruki Murakami, Bob Dylan y el sempiterno Philip Roth, la Academia Sueca volvió a sorprender al otorga...

Cuando se barajaban nombres como Haruki Murakami, Bob Dylan y el sempiterno Philip Roth, la Academia Sueca volvió a sorprender al otorgar el Premio Nobel de Literatura a Mo Yan. El ignoto escritor chino aparecía con una opción de 9 a 1 en la lista de la casa de apuestas Ladbrokes, de Londres, cada vez mejor informada a pesar del mutismo y el misterio que envuelven la decisión. A pesar de todo, entonces, el premio no fue tan sorpresivo y el autor ya era conocido en occidente desde 1988, pero no por la literatura sino por el cine, desde cuando el Festival de Cine de Berlín le otorgó en 1988 el Oso de Oro a El sorgo rojo, de Zhang Yimou, basada en la primera novela del laureado. Se trata de una historia épica de amor enmarcada en la invasión japonesa a China durante la Segunda Guerra Mundial.

En la protocolaria rueda de prensa donde se anuncia el ganador, Peter Englund, portavoz de la Academia, destacó de la obra de Mo Yan su ‘alucinante realismo’ que sintetiza los relatos populares con las historias de la China contemporánea. ‘Si lees media página de Mo Yan, inmediatamente la reconoces’, dijo. Para el crítico español José María Guelbenzu, Mo Yan demuestra haber leído muy bien al Kafka de La metamorfosis, porque utiliza la técnica de contar un suceso fantástico con el más depurado realismo.

EL CHINO QUE LEÍA A ‘GABO’

El propio Mo Yan, sin embargo, en una entrevista concedida a John Freeman de la revista Granta, aceptó la influencia de Gabriel García Márquez y William Faulkner: ‘Empecé a escribir en 1981, por eso no había leído ninguno de los libros de García Márquez o Faulkner. Fue en 1984 cuando leí por primera vez sus obras y, sin duda, los dos escritores tienen una gran influencia en mis creaciones. Me pareció que mi experiencia de vida era muy similar, pero solo descubrí esto después. Si hubiera leído sus obras antes, habría logrado una obra maestra como la de ellos’.

De hecho, muchas de sus narraciones transcurren en una ciudad de ficción, basadas en su natal Gaomi (provincia de Shandong, al noreste de China), una transposición similar a la que hizo Faulkner con su imaginario condado de Yoknapatawpha. Y, al igual que en las obras de García Márquez, en las de Mo Yan las mujeres juegan un papel decisivo: son más nobles, tienen más experiencia de la vida y soportan, mejor que los hombres y con más valentía, los grandes desastres.

Seis obras suyas han sido traducidas al español: La vida y la muerte me están desgastando, La república del vino, Shifú, harías cualquier cosa por divertirte, Las baladas del ajo, Rana y Grandes pechos y amplias caderas. Esta última, considerada su mejor novela, es una historia desmesurada que abarca la historia de China en el siglo XX —desde la guerra sino-japonesa hasta el advenimiento del capitalismo, pasando por la revolución cultural y la caída del régimen de Mao— con numerosos personajes que se entrecruzan.

A unque, valga la advertencia, las ediciones disponibles son traducciones del inglés, lo cual puede llegar a ser un obstáculo para apreciarlo a cabalidad, dada la constante utilización del dialecto local, los modismos y sus reiterados juegos de palabras. Por cierto, los escasos ejemplares de Rana, su único libro traducido directamente del chino y el único disponible en las librerías colombianas, se agotaron al conocerse la noticia del premio.

UN PREMIO ESPERADO

Mo Yan, que significa ‘el que no quiere hablar’ es el seudónimo elegido por Guan Moye —el verdadero nombre del escritor—, un hombre de 57 años de origen campesino que padeció hambre y se enroló al ejército durante casi 20 años.

Algunos de sus libros han sido censurados y en su literatura hay una crítica velada a un régimen autoritario y represor, y a los desastres ecológicos y los profundos cambios éticos que ha traído la economía capitalista.

Pese a su actitud, algunos disidentes radicales lo acusan de conciliar con el sistema y le reclaman su silencio ante el encarcelamiento de Liu Xiaobo, Premio Nobel de Paz en 2010. El hecho es que para el Gobierno chino, Mo Yan es su primer y largamente esperado Premio Nobel de Literatura. Porque el concedido en 2000 a Gao Xingjian, nacionalizado francés, no cuenta.

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