La procrastinación, el mal genético que atrasa el éxito

Actualizado
  • 09/03/2020 06:00
Creado
  • 09/03/2020 06:00
Evitar las asignaciones que son importantes puede llevar a un bajo rendimiento laboral, dado que, al postergar las tareas se le da rienda suelta a los rasgos biológicos negativos en el cerebro, lo que impide una concentración óptima en ambientes bajo presión
La dilación puede llevar a una actitud perezosa y ser percibido por otros como 'irresponsable'.

Todos en algún momento hemos procrastinado y dejado algún asunto importante para el último minuto, ya que es una acción que deriva de la pereza y el desinterés, lo que se presenta en todo ser humano durante actividades cotidianas. El saber identificar la inclinación hacia la procrastinación y cómo combatirla son herramientas importantes en el desarrollo saludable de toda persona, tanto en el ámbito personal como profesional.

La doctora en psicología clínica norteamericana Ellen Hendriksen llevó a cabo muchas investigaciones sobre la procrastinación y sus efectos en el diario vivir de las personas, llegando a la conclusión de que esta acción se divide por tipos, tres, para ser exactos: El que evita, los que buscan placer y los optimistas.

Aun cuando la procrastinación (o aplazamiento de deberes) es un rasgo genético de todos los humanos, existe una predisposición en las características individuales entre hombres y mujeres. Un estudio en la Sunway University College reunió una muestra de 120 sujetos (60 hombres y 60 mujeres) en edades comprendidas entre 18 y 24 años, arrojó que tras una series de pruebas en documentación de tareas asignadas, los hombres procrastinaron en un nivel mayor en comparación de las mujeres, pese a que no hubo diferencias notables en los resultados finales de las asignaciones.

Apoyando esto, la investigación 'Diferencias de género en la relación entre la procrastinación académica, la satisfacción con la vida académica y el rendimiento académico' realizada por los psicólogos Murat Balkis y Erdinc Duru de la Universidad de Pamukkale (Denizli, Turquía) arrojó los resultados de que en un muestra de 441 jóvenes (49.4% mujeres y 50.6% hombres) los varones fueron quienes demostraron un mayor nivel de procrastinación, indicando que “son más vulnerables al efecto destructivo de la dilación” en lo académico y en su futuro laboral

En muchos otros estudios se ha citado que la procrastinación se debe a la soledad, la falta de iniciativa, empleos donde se ve poca retribución o reconocimiento a los trabajadores, entre otros. Para combatir dichos tipos de dilación se requiere conocer en qué consisten, como explicamos a continuación.

El optimista piensa que tiene más tiempo del real para completar sus tareas.
El evitar hacer los deberes

El primer tipo de procrastinador que se presenta es 'el que evita', pero no necesariamente significa evitar la asignación en concreto, sino evitar las consecuencias o emociones negativas que vendrán con realizar la asignación de manera que no nos contente.

Los bloqueos emocionales, el perfeccionismo excesivo o la baja autoconfianza son factores que pueden llegar a convertirnos en personas que evitan el conflicto. A este se le une el efecto Zeigarnik, una técnica de investigación nacida en los años 1920 por la investigadora soviética Bulma Zeigarnik al notar, junto al psicólogo Kurt Lewin, que los camareros parecían recordar mejor los pedidos de comensales que aún no habían sido servidos o pagados que de los que ya se habían servido.

Este efecto se correlaciona a las emociones negativas que se transmiten con la procrastinación ya que se integra el miedo al fracaso junto con la tortura psicológica de tener asignaturas pendientes y la consecuencia de tener poco tiempo para llevar a cabo todo el trabajo que se dejó a un lado.

Búsqueda de placer

Así como el humano está programado para evitar el dolor, de igual manera busca el placer mediante diferentes maneras, en cuanto al área profesional, el opuesto de evitar emociones negativas al evitar las tareas asignadas es evitar deliberadamente las tareas que menos placer producen y realizar aquellas con mayor atrayente para el trabajador. Aunque esta técnica no es mejor que la anterior, no significa que se dejen a un lado todas las asignaciones, sino que se comienza a trabajar en la que más produce sentido de contentamiento (pese a no ser el de mayor prioridad en algunos casos) hasta llegar a 'sentir ganas' de realizar los demás.

Este tipo de procrastinación saca a relucir una actitud perezosa y desinteresada de manera constante, lo que puede llegar a ser un obstáculo en el área laboral para quienes rodean a este personaje. A la larga, la búsqueda de placer genera resentimiento y una reputación negativa del trabajador por ser poco confiable o flojo.

El que evita y el que busca placer recurren a otras actividades para ignorar sus tareas.
El optimista

Quizás el más peligroso de los tres tipos, pues si es quien piensa que posee más tiempo del que realmente tiene para completar las tareas pendientes, es el rey de frases como “no te preocupes, lo haré”, “me toma menos de 5 minutos”, “termino lo que estoy haciendo y voy a lo otro”. Este tipo se caracteriza por poseer un exceso de confianza en sí mismo y sobreestimar sus habilidades sin tomar en cuenta el tiempo o la importancia del compromiso adquirido.

Generalmente, los 'optimistas' predicen cuánto tiempo les tomará llevar a cabo una determinada tarea, cayendo en la llamada 'falacia de la planificación', estos son quienes dejan los pendientes para el último minuto. El investigador Jeff Conte de la Universidad Estatal de San Diego (California) explicó que este rasgo es clave en las personas que son impuntuales la mayoría de las veces, y es dado que “perciben el paso del tiempo de manera más lenta que el resto de las personas”.

El optimista no rechaza el trabajo, sino que extiende su tiempo de preparación para llevarla a cabo, lo cual suele acabar en impuntualidad y ser percibidos por otros como 'irresponsable'.

Qué hacer para trabajar sin dilación

Cuando conocemos lo que enfrentamos en nuestra psiquis, el poder combatirlo se hace más sencillo. Una investigación en la revista Psychological Science determinó que dos partes del cerebro son las responsables del rasgo genético de la procrastinación en las personas, mayormente varones: la amígdala y la corteza prefrontal. Además, afirmó de que la dilación de las tareas tiene mayor relación con el manejo de las emociones que con la administración del tiempo.

Ellen Hendriksen acuñó los tipos de procrastinación.

Para evitar caer en los tres tipos de procrastinación descritos los expertos sugieren emplear las técnicas de los 'Dos minutos' (donde se exhorta a realizar tareas pequeñas en dos o más minutos, pero sin un descanso hasta alcanzar los quince minutos o más); evitar las distracciones, pues aunque parezca obvio, es la que menos se lleva a cabo y se debe a conocer la personalidad del individuo para lograr evitar los obstáculos de concentración; ubicar un plazo impostergable, así la mente logrará centrarse en que dicha tarea debe hacerse lo más pronto posible sin excusas.

Además, practicar el mindfulness puede ayudar a una concentración más extensa por periodos ininterrumpidos de tiempo, así como plantearse una meta del 80% del trabajo 'bien hecho' a un 100% completo de una sola asignación, de esta manera se delega la misma cantidad de energía a varias asignaciones sin sucumbir al estrés o emociones negativas impuestas por el perfeccionismo descontrolado.

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