Renato sigue siendo el rey

Actualizado
  • 21/07/2013 02:00
Creado
  • 21/07/2013 02:00
PALABRA. José Luis Fuentes es joven. Tiene apenas 35 años. Pero parece un hombre mayor, con su corazón instalado en otros tiempos. Ignor...

PALABRA. José Luis Fuentes es joven. Tiene apenas 35 años. Pero parece un hombre mayor, con su corazón instalado en otros tiempos. Ignora los placeres de surfear la web, de compartir cada insignificancia de su vida en las redes sociales. Le gustan las películas, pero no la última de Brad Pitt. Prefiere la elegancia natural de estrellas un poco más maduras, como George Clooney. En realidad el entretenimiento pixelado no es lo suyo. Prefiere la carcajada y el suspenso de un show en vivo, donde todavía persista la magia del error. Para él nada supera al circo, donde el riesgo es real y lo imprevisible puede suceder en cualquier momento. Ya sea en el llamado globo de la muerte, en una jaula con seis tigres o volando en las alturas.

Tal vez lo que lo haga diferente sea su sangre de gitano. Fuentes, cuyo nombre artístico en el circo de su familia es Renato, proviene de un mundo anterior a los espectáculos vanguardistas como ‘Dralion’, que Cirque du Soleil presentó en Panamá recientemente. Más antiguo que los movimientos en defensa de los animales, que han logrado prohibir los circos con animales en países como Finlandia, Austria, Costa Rica, Perú, Bolivia, India, etc. Es heredero de los grandes circos que recorrían el continente en el siglo pasado, despertando la imaginación en los pueblos con su carga de fieras salvajes y maravillas nunca antes vistas.

Pero hoy en día está tradición está siendo amenazada. Son tiempos difíciles para el circo, que debe competir no solamente con el cine, sino también con los DVDs piratas, los malls y hasta con el fútbol. Para no mencionar a YouTube. Sin embargo, para Renato el ‘show más divertido de América Latina’ -se reitera en numerosas ocasiones a lo largo de su espectáculo- debe seguir. A pesar del bajón en las taquillas y las protestas de las ONGs.

POLÍTICA Y CIRCO

El Circo Renato ha visitado la ciudad de Panamá en varios ocasiones. La última vez fue en el 2004 y su costosa carpa italiana fue levantada en una zona de estacionamientos frente a Plaza Edison. Renato lo recuerda bien. Se encontraba cenando con sus compañeros en el On The Run cercano cuando de repente entró un hombre de nariz prominente, caballera totalmente blanca y pinta de ricachón. Después de comprar una botella de agua, el individuo se volteó a dónde estaban ellos y los saludó. ‘Yo soy Martinelli, el próximo presidente de Panamá’, fue la respuesta que recibieron al inquerir sobre su identidad.

El mes pasado cuando Renato se instaló con su circo en la ciudad capital, después de siete años de ausencia, tuvo la oportunidad de conocer a otra figura política del partido gobernante. La alcaldesa Roxana Méndez le explicó que, a pesar de que la carpa ya se había instalado en los predios del Hospital de Especialidades Pediátricas de la Caja del Seguro Social (CSS), en Vía España, la alcaldía no iba a otorgar el permiso para su funcionamiento. Renato asegura que todavía espera que la paguen los 7 mil 500 dólares de impuestos que pagó por adelantado.

De acuerdo con Manuel González Purón, asesor de Méndez, el permiso fue negado porque esta ubicación representaba un ‘peligro por el tema de las enfermedades’. Agrega que el dinero que se recibió forma parte de los trámites que deben realizar los espectáculos que tenga intención de presentarse en Panamá. Según el funcionario, la suma debe ser reembolsada dentro de aproximadamente 30 días.

Después de su fallida presentación la ciudad de Panamá, el circo se trasladó a La Chorrera, donde la alcaldía le autorizó a instalarse en un campo de fútbol conocido como ‘El Hatillo’. Ahí permanecerá hasta el próximo martes, con funciones todos los días de la semana y doble tanda los domingos. Después los animales retornarán a los remolques, mientras que los 60 integrantes del Circo Renato viajarán en tráilers.

ESPECTÁCULO EN CRISIS

En las últimas semanas los animales del circo han sido la atracción en ‘El Hatillo’. Hay caballos, dos camellos, una zebra y dos elefantes, llamados Brama y Zamba. Renato comenta que la pareja de paquidermos saldrá el próximo año en la película Paraíso perdido, protagonizada por Benicio del Toro y filmada en Panamá.

Afirma que por la participación de los elefantes se embolsó ‘una baba, apenas 20 mil dólares’. Un dinero extra que es más que bienvenido en esta época. Ya no nos encontramos en los años treintas, cuando su abuelo levantó un imperio circense en México, sin siquiera saber leer. ‘Ahora es muy caro el funcionamiento de un circo, como negocio no conviene ya’, explica el artista de rostro redondo en el que sobresale una nariz aguileña.

Los costos hablan por sí mismos. Cada uno de los seis tigres cuesta 50 mil dólares. Renato y su hermano Juventino (con quien hace el truco del globo de la muerte, que consiste en dos motocicletas que giran dentro de una jaula de metal) gastan 120 dólares diarios alimentando a los tigres. Pueden consumir hasta cuatro pollos por cabeza. ‘No es como algunos en La Chorrera creen. La vez pasada me amarraban perros en la cerca y me decían: ‘¿Oiga, es cierto que están pagando 10 dólares por los perros?’. Puta, cabrón, si quieres ve a Melo y pregunta cuánto hemos gastado en pollos desde que llegamos a Panamá’, dice con una voz que se presta más para entonar corridos o rancheras, y no tanto para presentar una función.

En el negocio del espectáculo, como sabe muy bien Renato, las inversiones no son siempre seguras. Por ejemplo, para su presentación en La Chorrera pagó 15 mil dólares para traer a un canguro desde los Estados Unidos. Pero en estas últimas semanas Rocky ha olvidado su entrenamiento. Ahora agacha la cabeza y echa a saltar apenas Renato lo confronta. ¿Perfección? Debajo de la carpa no existe tal cosa.

La situación se complica cuando los ingresos decrecen. ‘Ahora el circo tiene mucha competencia: los malls, cines, el cable, la internet, etc. Pero uno lo hace por tradición, porque se encariña con los países que visita’, comenta. ‘Este es un entretenimiento sano, sin malas palabras, sin cosas obscenas, para toda la familia. Vas al cine y lo primero que ves son mujeres desnudas, matazón y zombies’, plantea el chileno Leonel Miquel, quien entrena a los trapecistas del Circo Renato.

TRADICIÓN MEXICANA

Es viernes, 7:30 p.m. Hora en que Fuentes suba al tráiler que sirve como camerino y se ponga el maquillaje que lo convertirá en el personaje que es el alma del espectáculo de su familia. Además de payaso, hace las veces de maestro de ceremonia, acróbata, trapecista y domador. Se acerca el momento en de Renato saltará a la pista y tratará de contagiar su alegría a pesar de que solo están ocupados un cuarto de los más de mil asientos disponibles.

¿Qué es lo que motiva a este hombre a seguir con una tradición que cada día se torna menos lucrativa, en un mundo donde la realidad pierde terreno ante lo digital? Es la fuerza de la tradición. Es la historia de 30 circos que conforman la dinastía de los Fuentes Gasca. ‘Don Jesús Fuentes Zabalsa fue el patriarca de los Fuentes Gasca. A él lo recogió el papá de mi abuelita, Doña María Luisa Gasca. Él lo inició en el circo. Después mi abuelo se convirtió en contorsionista’, afirma.

Renato continúa con su relato. Los fundadores del circo tuvieron 13 hijos. Entre ellos José Luis Fuentes Gasca, padre de Renato. Fue el primer en ostentar el título de ‘rey de los payasos’. Como domador, su temeridad es legendaria. ‘Podía llegar a meter hasta 20 animales en una jaula, incluyendo un león, elefante, tigre, camello, hipopótamo.. y hasta un gallo’, recuerda su hijo.

Poco a poco cada uno de los hermanos se fue independizando del circo original fundado en 1938. Comenzó así un éxodo desde México hacia otras partes de América Latina. Las toldas de los Fuentes Gasca se levantaron en países como Venezuela, Colombia, Chile, Argentina, etc. ‘Ahora los circos son de los primos pero seguimos llevando el nombre de los Fuentes Gasca’, manifiesta.

Hoy en día Renato recorre latinoamérica junto a seis miembros de su familia, incluyendo a su hermano Renato Juventino, su padre (el payaso Renato original) y sus hijos. Uno de los varones, el de 11 años, ya tuvo su debut dentro del show: parándose de cabeza en un trapecio a ocho metros de altura. Por lo regular, los infantes reciben clases de un maestro mexicano. ‘Crecer viajando puede ser bonito y difícil, a la vez. Cuando era pequeño me sabía seis himnos nacionales diferentes. El circo se tiene que mamar desde que uno es niño’, expresa.

Son los recuerdos de todas aquellas infinitas funciones los que esta noche lo hacen plantarse nuevamente frente al espejo del camerino, confrontando esa otra gran tradición mexicana que lleva el nombre de Vicente Fernández. En la imagen aparece el legendario cantante arreando un caballo blanco, tan blanco como el traje de charro que lleva puesto. Del mismo color que la gruesa capa de pintura que Renato se aplica sobre sus labios.

‘Dentro de cinco minutos empezamos con la función’, anuncia a través de un micrófono mientras termina de maquillarse. Después retoma sus libros con historias del circo de los Ringling Brothers y de un payaso llamado Popov -el equivalente ruso de Charlie Chaplin-, dándole vuelta a las preciadas páginas, revisadas una y otra vez. Aferrándose a sus ídolos para confrontar un futuro de incertidumbres.

Minutos después Renato sale a la pista, donde lo esperan seis tigres. Lo hace convencido de que el circo sobrevivirá. Lo hará mientras la gente siga comprando boletos para olvidarse de sus problemas y sus deudas. Continuará mientras en el mundo quede un niño para sorprender. Y Renato seguirá siendo, al igual que lo fue su padre, el ‘rey de los payasos’.

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