El nuevo presidente de la Asociación de Armadores Panameños reflexiona sobre las oportunidades y retos del sector marítimo





- 07/09/2025 00:00
En los últimos días de agosto, repletos de aguaceros, participé en unos diálogos en torno a la democracia, invitado por Manuel Alcántara, politólogo y director del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS-AIP). Algunas conversaciones contaron con la presencia de Fernando Carrillo Flórez, el prestigioso socioeconomista y escritor que formó parte de la histórica Asamblea Constituyente de 1991 en Colombia. “El consenso fue la clave para superar la crisis en la que estábamos”, nos compartió. Carrillo Flórez vino a presentar su libro “Defender la democracia SIN MIEDO desde la democracia”; urgente defensa del Estado de derecho y sus libertades, que debemos llevar a cabo los ciudadanos para resistir el creciente autoritarismo mundial.
Por su parte, Alcántara en el último encuentro habló de la “posdemocracia”: la actual fatiga de los principios democráticos. Uno de sus síntomas es que muy pocos ciudadanos se sienten representados por las autoridades, razón por la que aparecen “lideres sin experiencia lanzados al ruedo político por consultores expertos en comunicación”. Por ello, el ejercicio de la democracia no debe limitarse a la elección de los representantes políticos ni a la gestión del Estado, sino que conlleva la incesante participación ciudadana y la transparencia en todos los ámbitos públicos, sin olvidar nunca las esferas del arte y la cultura, llamados a mostrar lo mejor de cada país.
Por eso mismo, para quienes hemos trabajado durante años por el diálogo y la inclusión en las artes en Panamá, resulta un enorme retroceso la reciente e inconsulta “Convocatoria abierta para artistas o colectivos artísticos al Pabellón de Panamá en la Bienal de Venecia 2026”, por parte del Museo del Canal Interoceánico y MiCultura.
La convocatoria, que se anunció en el perfil de Instagram (IG) del Museo del Canal el martes 26 de agosto, dice así: “El Pabellón Nacional de Panamá en 2026 estará bajo la curaduría de Ana Elizabeth González y la Dra. Mónica E. Kupfer, reconocidas figuras del ámbito cultural panameño. Gianni Bianchini, director nacional de las Artes de MiCultura, será el comisionado del proyecto, acompañados en el comité organizador por Mariana Núñez, vicepresidenta de Comunicaciones y Cultura de la Fundación Ciudad del Saber, y Luz Bonadies, gerente de Comunicaciones y Marketing de Ciudad del Saber y exdirectora ejecutiva del MAC Panamá.”
A excepción de Bianchini, ese mismo equipo fue el que organizó y presentó el primer Pabellón de Panamá en Venecia en 2024, dejando por fuera, en ambas instancias, a todas las instituciones culturales y artísticas del país. Sin consultas, diálogos ni consenso. González, directora del Museo del Canal, y Kupfer, reconocida historiadora del arte –y cofundadora y codirectora de la legendaria Bienal de Arte de Panamá– se nombraron curadoras y seleccionaron un excelente grupo de artistas. El montaje en Venecia, aunque digno, no fue del todo consistente con el tema curatorial y su carácter fue bastante convencional en un contexto de vanguardia, como lo es la bienal veneciana. Esto no demerita en absoluto un logro extraordinario: que Panamá tuviese su primer pabellón de arte en la Bienal de Venecia. “Un evento sin precedentes”, manifiesta la página web, y es muy cierto.
Uno se imaginaría que después de semejante logro y de la satisfacción del deber cumplido, las organizadoras entregarían la banda a nuevos curadores elegidos por expertos imparciales, como símbolo de renovación y compromiso con el futuro de la vida creativa en Panamá. Pero no fue así: González y Kupfer se han vuelto a auto-elegir curadoras, en lugar de limitarse a ser las comisionadas, directoras u organizadoras del nuevo pabellón: cargo que supieron desempeñar con gran profesionalismo, junto al resto de su equipo.
La Bienal de Venecia es un conjunto de eventos internacionales (teatro, danza, cine, música, ópera y arquitectura) que funciona bajo el paraguas de una misma organización central. Aimée Lam Tuñón se convirtió en la primera en curar un pabellón panameño en la Bienal de Arquitectura de Venecia, con la exposición titulada “Panamá: historias debajo del agua”.
Aimée Lam Tuñón: “Aunque se haya abierto una convocatoria para seleccionar artistas, me preocupa que Panamá sea el único país que repite curadores en ediciones consecutivas de la Bienal de Venecia. Esto da la impresión de que el pabellón le pertenece a un grupo fijo de personas y no al país. Yo inicié este camino, humildemente, con la esperanza de que Panamá pudiera expresarse con libertad y diversidad en esta importante plataforma cultural. Cuando curé y llevé a cabo la primera participación de Panamá en la historia de la Bienal –con el Pabellón de Arquitectura en 2023–, lo hice con ese espíritu. El pabellón debe seguir siendo un espacio público, no una plataforma privada. Ojalá no perdamos eso”.
Museo del Canal: “Agradecemos su comentario y nuevamente felicitaciones por haber inaugurado la participación de Panamá en la Bienal de Arquitectura, en 2023. Compartimos su visión sobre la libertad y diversidad en el arte panameño. Por ello, para el segundo pabellón de Panamá en la Bienal de Arte de Venecia en 2026, implementamos una convocatoria pública y un jurado de expertos seleccionará a los artistas participantes”.
“El comité organizador y las curadoras –aprobadas tanto por la Bienal de Venecia como por el Ministerio de Cultura– idearon el concepto del pabellón y se encargarán de la presentación profesional de las obras seleccionadas en Venecia. Cabe mencionar que la continuidad curatorial no es inusual en Venecia: pabellones tales como los de Gran Bretaña, Austria, Polonia y Zimbabue han tenido equipos curatoriales en ediciones consecutivas”.
Lam: “Gracias por su respuesta y por sus felicitaciones. Me enorgullece que mi iniciativa llevara a Panamá a recorrer este camino. Sin embargo, los ejemplos que mencionan son inexactos. De hecho, el Pabellón del Reino Unido, que ustedes citan, es un claro ejemplo de un país que utiliza una convocatoria abierta para curadores. Ellos buscan activamente una nueva visión curatorial para cada edición, que se complementa con un nuevo artista o colectivo de artistas. Esto es precisamente porque la voz del curador es la voz del pabellón: la que refleja el sentimiento nacional”.
“Los pocos casos de repetición (como Zimbabue o Irak) son excepcionales y responden a contextos institucionales muy distintos, que a mi parecer no representan la norma ética internacional. Al repetir el equipo curatorial mientras solo se abre una convocatoria para artistas, se limita el concepto y la visión del pabellón a uno preexistente sin abrir la posibilidad a otras perspectivas. Esto obliga a los artistas a ajustarse a un molde, en lugar de que la representación del país sea un reflejo genuino de nuevas ideas artísticas”.
“Si el objetivo es realmente ser una plataforma abierta y democrática para los artistas panameños, entonces el cargo curatorial –la voz más crucial de todas– también debería abrirse mediante una convocatoria pública. Lo digo con el sincero deseo de que el Pabellón de Panamá sea siempre un espacio abierto y representativo”.
“In Minor Keys” (En clave menor) es el título del texto curatorial de la extraordinaria camerunesa Koyo Kouoh para la 61 Bienal de Venecia. Por desgracia para el mundo del arte y más allá, Kouoh murió unos días antes de la presentación oficial de su delicada propuesta curatorial, formulada en contraposición a las posturas de varias de las recientes ediciones de la bienal, caracterizadas por grandilocuentes declaraciones sociopolíticas, y por un moralismo rampante y más bien hipócrita.
Koyo Kouoh –una de las más apasionadas e imponentes figuras del arte internacional y cuya presencia me conmovió profundamente cuando la conocí en Dakar hace más de veinte años– propuso que nos acerquemos a la poética del día a día, y de la intimidad, la reflexión y la sensualidad. Susurra:
[Respira hondo]
[Exhala]
[Baja los hombros]
[Cierra los ojos]
Una invitación a la suave persuasión de la generosidad y el afecto.
Los pabellones nacionales suelen inspirarse en la propuesta curatorial de la bienal. La de González y Kupfer se aleja por completo del sutil arte de la poética personal que ella propuso. Titulada “(En)clave”, en una obvia vuelta de tuerca al título de Kouoh, su concepto apunta al tema de la histórica lucha por nuestra soberanía, definiendo a Panamá como “un territorio atravesado por imperios, por océanos y por intereses estratégicos” y reduciendo así al país a la posición geográfica que erosiona su identidad. Concluyen invitando a los artistas a “explorar esta tensión entre la imposición de narrativas hegemónicas y un lugar desde el cual afirmar lo propio”.
Pero mucho más allá de eso, lo más importante es que las organizadoras no parecen demostrar que están ejerciendo su poder con la debida responsabilidad y transparencia. Entre el rosario de cuestionamientos a la convocatoria por parte de la comunidad artística –según las múltiples consultas y entrevistas que he sostenido en la última semana– quiero resaltar en primer lugar el hecho de que el pabellón en Venecia es un proyecto de país ante la comunidad internacional y por ello debe convocar a curadores capaces de aportar perspectivas atrevidas y sólidas a la vez, producto de un largo trabajo y reflexión, por lo que esta convocatoria debió haberse hecho no solo de esta manera, sino también poco después de la bienal anterior, y no a escasos meses de que empiece la próxima.
Por otra parte, hay una absoluta falta de transparencia y coherencia en todo el proceso. ¿Qué sentido tiene que las organizadoras vuelvan a autoproclamarse curadoras de una exposición cuyas obras serán escogidas por otros? ¿Exactamente quiénes son esos otros que van a “semi-curar” el pabellón? ¿Cuánto dinero recibirán los artistas por la producción de sus obras? ¿Será que los pudientes tendrán mayores privilegios? ¿Dónde queda la igualdad de oportunidades? ¿Con qué presupuesto se cuenta? ¿Cuáles son los honorarios del equipo? ¿Quiénes son los patrocinadores? ¿Cuántos fondos pondrá el Estado (o sea, nosotros)?
Se me acaba el espacio, así que concluyo con las palabras de Mónica Kupfer: “El arte no solo hay que hacerlo. Hay que escribirlo”. Muchos en la comunidad artística de Panamá le proponemos que esta vez lo reescriba, ejerciendo su poder con la responsabilidad y el debido rendimiento de cuentas que siempre la ha caracterizado y de la que debe sentirse orgullosa.