El Visitante

‘El Concurso Roberto Lewis debe ponerse al día’

  • 10/08/2025 06:57
Tras dos años de premiar el arte contemporáneo, el concurso volvió a un formato tradicional, premiando categorías como pintura, escultura y fotografía

“Una semana en política es mucho tiempo”, dijo con cinismo un primer ministro británico. Yo añadiría, sin cinismo alguno, que en las artes un año es demasiado, y no para bien. En sus dos últimas ediciones, el Concurso Nacional de Artes Visuales Roberto Lewis se había ganado la atención del mundo del arte internacional por haber premiado obras de claro corte contemporáneo. En 2023, Pilar Moreno obtuvo el Gran Premio con un proyecto de “arte relacional [arte que toma las relaciones humanas como punto de partida] y socialmente comprometido”, y que fue el resultado de un taller creativo con personas discapacitadas. En 2024, el Gran Premio fue para Ana Elena Tejera con una videoinstalación, género en que el medio audiovisual se libera de los códigos convencionales del cine o del video. Pero este año, el concurso de arte más importante de nuestro país, en su 45 edición, decidió volver a aferrarse a una desfasada tradición.

Las categorías del concurso fueron Pintura, Escultura, Fotografía y una nueva: Arte Inclusivo. En otras palabras, los premios volvieron a otorgarse por categorías y no, como se venía haciendo desde 2023, a partir de los méritos formales y conceptuales de las obras.

En la ceremonia de premiación, el jurado internacional –integrado por Dinorah Carballo (Costa Rica), Miguel Vinicio Mella (República Dominicana) y Kattya Cazar (Ecuador)– anunció a los ganadores: Shirley Johnston en Pintura, Xenia Carles en Escultura y Eloy Olivella en Fotografía. La categoría de Arte Inclusivo quedó desierta.

¿Por qué no se les pidió a los jurados que presentaran una ponencia sobre algún asunto relacionado con el estado del arte actual, como se acostumbra en ceremonias de este tipo alrededor del mundo para fortalecer el diálogo y la educación en estos temas? Estuve presente en la ceremonia y era evidente que el conversatorio con el jurado fue improvisado. Y podría seguir mencionando otras carencias organizativas que pudieron haberse subsanado con algo de ponderación. Estoy convencido de que, en la próxima edición del concurso, después de escuchar las recomendaciones de expertos, artistas y el público, se habrán adoptado las correcciones necesarias.

Kattya Cazar, artista, curadora y exdirectora de la Bienal de Cuenca –uno de los acontecimientos artísticos más importantes de América Latina– conversó con El Visitante sobre su participación como jurado del Concurso Nacional de Artes Visuales Roberto Lewis 2025.

Ayer, sábado, en un diálogo organizado por el proyecto cultural Sociedad del Café, narraste tus experiencias como jurado del Concurso Roberto Lewis. ¿Cuál fue tu primera impresión al ver las obras que se postularon?

Llegué por convocatoria al concurso y me escribieron del Ministerio de Cultura para invitarme a participar como jurado. Fue una enorme tentación volver a Panamá y conocer lo que sucede aquí a través de este certamen y de la escena artística, que no implica únicamente las obras o los artistas, sino todo un circuito, un ecosistema. Fue una oportunidad de aprendizaje, pues soy investigadora y mi tesis doctoral gira en torno al arte contemporáneo en la red latinoamericana.

A juzgar por las obras postuladas, encontré una escena bastante ligada a los lenguajes convencionales del arte. Me llama la atención el punto en que está: entre la transición de la modernidad (un movimiento artístico del siglo pasado) a lo contemporáneo o actual. Creo que Panamá está lista para dar el paso al arte contemporáneo. Ello significa no solo incluir nuevos lenguajes, sino nuevas ideas: algo que debe estar burbujeando entre los artistas de hoy.

Algunos de los requisitos para concursar parecen demasiado formalistas. Por ejemplo, se limitan a exigir unas dimensiones máximas de las obras y se olvidan de las ideas, como dices. ¿Bajo qué parámetros eligieron ustedes las obras ganadoras? Uno de los premios fue declarado desierto.

Se recibieron unas 50 propuestas y de estas se hizo una preclasificación de 20.

El marco de la convocatoria, en efecto, se circunscribe a los aspectos formales: el medio y la medida. Sin embargo, con mis colegas del jurado pudimos reflexionar sobre aspectos fundamentales, como la trascendencia de una obra; sobre sus mensajes y, obviamente, su factura. Como jurado recomendamos que en la siguiente edición se amplíen las bases hacia términos mucho más conceptuales y, por qué no decirlo, procesos curatoriales.

También me llama la atención que se deba escoger sólo una obra ganadora en cada categoría. Por otra parte, no pudimos ver ningún portafolio con información y obra anterior de los artistas. Una herramienta importante de evaluación es el portafolio porque no solamente añade material visual a los jurados, sino que permite informarnos sobre las búsquedas de los artistas; sobre todo de los artistas emergentes. El portafolio es crucial porque construye una narración. Entonces, también sugerimos que se presenten los portafolios a los miembros del jurado, junto a las obras postuladas.

También nos sorprendió que se omitieran los nombres de los artistas y se usaran pseudónimos. En el mundo artístico se ha luchado mucho por los derechos de autor. El nombre de un artista es nuestra marca registrada y es muy importante reconocerla.

El Ministerio de Cultura lleva a cabo un esfuerzo muy valioso. Y para que ese esfuerzo rinda los mejores frutos posibles y fortalezca al arte panameño, el Concurso Roberto Lewis debe ponerse al día. Yo uso el término ayornar [del italiano aggiornare: ‘ponerse al día’]. Hay que ayornar la convocatoria. Esto no es solo responsabilidad de las entidades o las instituciones, sino de los mismos actores culturales. Y fundamentalmente, la responsabilidad la tienen los artistas. Es el momento para que Panamá incida en lo contemporáneo.

¿Últimas reflexiones?

Los profesionales en el arte, como en cualquier otra profesión, tenemos que respetar los marcos legales. Y el marco legal que tiene las bases del concurso es formalista. Pero el concurso es más que eso: trata sobre los lenguajes artísticos, es decir, pintura, escultura, fotografía y una nueva categoría llamada “arte inclusivo”.

Aunque los lenguajes del concurso son los tradicionales, no por eso dejan de ser lenguajes sensibles y conceptuales. Resaltamos en las recomendaciones que la pintura, por ejemplo, también es un lenguaje conceptual, y que justo por eso el próximo concurso debería incorporar aspectos conceptuales, incluyendo una mirada curatorial a las obras presentadas y a su conjunto.

En las bases, la sección del arte inclusivo presenta una descripción confusa que generó muy poca convocatoria. De hecho, se presentó una sola obra, que lamentablemente no cumplía con los debidos requisitos. Es una categoría muy interesante, por cierto. Habla de un arte pensado para públicos con alguna discapacidad y pone al artista en un nuevo territorio, que podría ser el contemporáneo. Pero, ¿cómo produces una obra táctil, sonora u olfativa si los lenguajes son tan conservadores? Entonces, creo que es tiempo de dar el siguiente paso: incluir lo contemporáneo y lo conceptual en las bases.

La pintura abarca lenguajes maravillosos, pero no es un tema del lenguaje. Es un tema de ideas creativas, pues el arte siempre interpela. Y recalco: no podemos esperar a que los cambios vengan solo de las instituciones, sino que sean provocados por los mismos artistas. Me parece muy pertinente que los artistas panameños incidan en estos cambios. Que exijan y que participen en el concurso. Son los artistas quienes se anticipan a los tiempos y generan hondos cambios sociales. Hay que pensar y ser reflexivos, pues el arte nace del pensamiento crítico y filosófico.

A las transiciones –de la modernidad a la posmodernidad, por ejemplo– siempre las antecede un pensamiento y una sensibilidad humana que requieren un arte más coherente con los tiempos que vivimos. Creo, entonces, que es el momento de pensar en una transición respetuosa que corresponda al peso de este importante concurso nacional, que en menos de dos décadas celebrará su centenario. Hay apoyar el enorme esfuerzo de MiCultura, que yo valoro especialmente, ya que vengo de un país donde el Gobierno acaba de cerrar el Ministerio de Cultura.

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