La administradora de la ATP, Gloria De León, explicó que cuando salen a posicionar a Panamá, lo hacen resaltando estás cualidades y otras como la biodiversidad...
- 28/12/2025 00:00
Hoy, el último domingo del 2025 y el Día de los Inocentes, dedico la segunda parte de mi resumen del año a aquellos valientes artistas, gestores y activistas que abanderan la ética a través del arte y la cultura, al margen y en contra del juegavivo, la corrupción, el amiguismo y el privilegio.
En Navidad dibujé con amigos el mapa político de este año, que comenzó con la salida del país del expresidente Martinelli a Colombia. Le siguieron las huelgas de profesores y sindicatos contra la nueva ley de la Caja del Seguro Social y la brutal agresión policial a comunidades indígenas en Bocas del Toro y Darién. Además, se produjeron las amenazas de Donald Trump de tomarse el canal y el consecuente Memorándum de Entendimiento con EEUU. También desapareció el flujo migratorio por el Darién y, finalmente, Panamá ingresó a Mercosur.
¿Cuál ha sido la postura de los artistas, intelectuales, activistas, gestores e instituciones culturales ante las graves dificultades económicas, sociales y éticas por las que atravesamos? El dilema de nuestra cultura está en la acción u omisión ciudadana. Se dice que en Latinoamérica toda manifestación de arte y toda acción social es política. Por eso invité a distintos actores culturales, sociales e incluso científicos a que contribuyeran a deshuesar este año que está por morir.
El Visitante entrevistó a la directora, actriz y educadora Tere Mans y a Arturo Wong-Sagel, dramaturgo, director, actor y ganador del Premio Ricardo Miró, sobre la producción teatral en 2025.
El Visitante: ¿Cuáles han sido los frutos de la diversidad de propuestas teatrales este año?
Tere Mans: La producción teatral ha ofrecido propuestas variadas: drama, comedia astuta, ligera y suspicaz, musicales originales de personajes panameños reconocidos y piezas infantiles los fines de semana. Casi todos los espacios ofrecen teatro infantil. También se han dado propuestas llamativas de teatro clásico, adaptado o reimaginado. La Facultad de Bellas Artes ha lanzado a sus futuros profesionales de las artes escénicas al ámbito comercial para que los descubra un público ávido de la adrenalina.
Arturo Wong-Sagel: El teatro panameño vive una paradoja constante. La comedia sigue siendo el género preferido por el público. Ello ha permitido que se produzcan más obras de este tipo y que los actores generen ingresos en un país donde los emprendimientos y el teatro no siempre se alinean. Esta preferencia, sin embargo, revela una falta de educación de los públicos y la ausencia de políticas culturales sólidas que impulsen la diversidad y el riesgo artístico. Los apoyos por parte de MiCultura, cuando existen, suelen depender más del contacto con el Rasputín de turno que de criterios transparentes y meritorios. Aun así, la apertura de nuevas salas es un avance relevante para el ecosistema. Persiste la necesidad de mayor diversidad estética, más entrenamiento profesional y una crítica responsable que abandone el anonimato. En un país sediento de identidad y atravesado por el consumo, el teatro puede ser un catalizador para narrarnos, confrontarnos y retroalimentarnos con la emergente industria audiovisual.
El año 2025 ha sido uno de los más exitosos en la historia del cine en Panamá. “El brujo”, documental dirigido por Félix “Trillo” Guardia y producido por Tomás Cortés, ambos de Cine Animal, cuenta la vida de nuestro excepcional artista Julio Zachrisson (1927-2021) por él mismo. El filme obtuvo el Premio del Público en el Festival de Cine de Panamá, un sonado éxito de taquilla en los cines comerciales del país y el premio a la Mejor Música Original en los IDA Documentary Awards. Otra película memorable es “Brown”, dirigida por Ricardo Aguilar y Manolito Rodríguez, que gira en torno a las aventuras de nuestro héroe boxístico Panamá Al Brown en París a inicios del siglo pasado. El filme ha marcado un parteaguas en el cine de ficción panameño por sus diálogos verosímiles, su tono realista en la dirección de actores y la creación elegante y eficaz de ambientes y escenarios complejos.
“Querido trópico”, de la panameña Ana Endara, no solo obtuvo el Premio Flechazo en el 37 Festival Cinelatino de Toulouse, entre otros galardones destacados a nivel internacional, sino que además fue seleccionado para representar a Panamá en los premios Goya y Oscar. “Papeles”, de Arturo Montenegro, película de suspenso sobre los Panama Papers –una coproducción panameña, uruguaya y española–, se estrenó en España. En Centroamérica, el festival internacional de cine Ícaro otorgó a Panamá siete premios en su última edición. Los ganadores fueron Daniel Poler, Paulina Mondragón, Milko Delgado y Oscar Faroop. Por su parte, Martin Proano estrenó con éxito “Cabeza de Ratón”, y Duiren Wagua presentó, no uno, sino dos filmes: “Revolución Dule de 1925” y el documental “La mitología de Dad Ibe”.
El año terminó de forma espectacular para nuestro país con el Premio Coral Especial del Jurado en el prestigioso Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana para el documental sobre la firma de los Tratados Torrijos-Carter, “Hijo de tigre y mula”, de Annie Cannavagio. Y para el año que viene se espera el estreno de “Sucedió en enero”, de Luis Romero, y “Señales”, de Jose Luis Rodríguez. ¡No podemos quejarnos!
Lyann “La Culturosa” Leguisamo, reputada promotora cultural, nos comenta sobre los presupuestos, las políticas públicas y las tareas pendientes de MiCultura: “Este año se registró la mayor asignación presupuestaria en la corta historia del Ministerio de Cultura: $114,314,836. De estos, $82,655,411 se destinaron sobre todo a la inversión en patrimonio, un rubro activo. Para 2026, se prevé que continuará dársele esta prioridad con un presupuesto aún mayor: $146,989,735.”
“El año 2025 se caracterizó por la decidida apuesta de MiCultura a que las ferias e infraestructuras culturales públicas estén regidas por patronatos, aunque solo logró constituir el de la Ciudad de las Artes. Por otra parte, queda ver qué resulta del Encuentro Nacional de las Culturas, que desarrolla el Primer Plan Nacional de las Culturas (2025-2032). Este sigue inconcluso, pese a que MiCultura estructuró el encuentro y convocó a reuniones. Finalmente, esperamos noticias de la Cuenta Satélite de Cultura (CSC), el sistema metodológico internacional para medir la contribución económica y social del sector cultural, cuya web muestra que seis estudios no están disponibles.”
También conversamos con Verónica Arosemena sobre las críticas de El Visitante a la burocracia en este ministerio. La jefa de la Oficina de Cooperación y Asistencia Técnica de MiCultura explicó cómo funciona el apoyo a los proyectos: “Tanto Prisma [el festival de danza contemporánea] como Fashion Week Panamá y Pinta Panamá [la primera semana del arte de Panamá] se pudieron realizar gracias al apoyo de MiCultura. Aportes económicos, la autorización de las visas, la exoneración de impuestos, los permisos logísticos: todo eso lo hace la maquinaria burocrática del ministerio.”
En Panamá, las fundaciones de arte y organizaciones culturales sin fines de lucro siguen jugando un papel fundamental para nuestra cultura. La Fundación Olga Sinclair, por ejemplo, organiza multitudinarios talleres de pintura para niños en las ciudades de Panamá y Colón con el apoyo de MiCultura. Desde otra perspectiva, Ramón H. Almanza, creador de la fundación artística que lleva su nombre, nos explica los logros y desafíos de las nuevas y pequeñas fundaciones:
“Para mí, la importancia de una fundación de arte como la que desarrollé son los beneficios que ofrece al entorno cultural de Panamá, a los artistas y al público en general. Son muy variados y van desde el fortalecimiento de la identidad nacional hasta el impulso de la economía creativa. Son plataformas que ayudan a preservar la herencia cultural a través de la conservación e investigación del patrimonio artístico de Panamá. Facilitan el acceso a la cultura a través de exposiciones, conversatorios e impulsan el arte como herramienta de proyección internacional. No contamos con ayuda gubernamental, pero sí con grandes aliados, como el Banco Nacional de Panamá, en nuestros proyectos de residencias artísticas para artistas noveles”.
Por su parte, el MAC Panamá, que es una fundación privada sin fines de lucro, anunciará el próximo año los planes para su nueva y flamante sede. Su directora, María Eugenia Alemán, declaró que el museo está programando “una exposición importante en la segunda mitad de 2026, que ocupará los dos pisos de la sede actual. El tema será Centroamérica y la estamos organizando en conjunto con el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, la Nueva Fábrica de Guatemala y otros aliados en distintos países. Es pensar Centroamérica desde Centroamérica por y para Centroamérica.”
El activismo es otra forma de pasión comunitaria. Alibel Pizarro, socióloga, educadora y activista feminista lleva a cabo una lucha inclaudicable para impedir que reabra la mina de Cobre Panamá. Ella nos explica su posición: “Panamá cuenta con una Ley de la Naturaleza (2022) y una ley (407 de 2023) de moratoria minera que no permite nuevas concesiones para la minería metálica ni la renovación de contratos existentes. La Constitución debe llerse en su conjunto, incluyendo los cuatro artículos (118-121) del Régimen Ecológico, que reza así: ‘Garantizar que la población viva en un ambiente sano y libre de contaminación, en donde el agua y los alimentos satisfagan los requerimientos del desarrollo adecuado de la vida humana.”
Es crucial mencionar la apertura de nuevos espacios comunitarios, como La Casa del Cangrejo de Marcelino Jimenez, en el barrio de El Cangrejo, en Bella Vista, con un modelo de negocios que respeta la sofisticada arquitectura del área e incorpora la participación de la comunidad en eventos sobre temas locales. Otro ejemplo es la Sociedad del Café, que durante el año ha organizado charlas de arte, cine y performances con artistas y curadores locales e internacionales para contribuir a transformar los cafés de la capital en espacios de diálogo y cultura. Con su próxima alianza con el Circuito del Café, dirigido por Francisco Serracín, expandirá sus eventos a todo el país y se une a la celebración del World of Coffee, el evento de café más importante del mundo, que se celebrará en Panamá en octubre del próximo año.
Finalmente, quiero felicitar a Roberto Enrique King, a quien el programa IBERESCENA eligió para recibir, en representación de Panamá, el reconocimiento Guillermo Heras a la Gestión Iberoamericana por su trabajo en favor del desarrollo de las artes escénicas en la región. Este es sin duda uno de los reconocimientos más merecidos en el ámbito de las artes y la cultura de los últimos años. King es el jefe del Cine Universitario de la Universidad de Panamá, y director del Festival Internacional de Artes Escénicas de Panamá y del Festival Ícaro de Panamá. ¡Enhorabuena, Quique!
El Centro Espacio Arte organizó uno de los eventos académicos más significativos del año: el simposio “Diálogos del Istmo”. Ticio Escobar, uno de los ilustres invitados, es curador, escritor y académico paraguayo de altísimo renombre. También es el director del Centro de Artes Visuales del legendario Museo del Barro. En esta su primera visita a nuestro país, Escobar mostró una especial fascinación por las molas tras su recorrido por el Museo de la Mola. Y asimismo por el país: “Para mí, Panamá es fascinante como encrucijada. Este territorio está inmerso en las conexiones entre el norte y el sur, así como entre el Pacífico y el Atlántico. También está atravesando por las historias que construyen esas conexiones: Me parece fundamental examinar esas historias migrantes y diaspóricas que construyen el territorio con toda su complejidad”.
Casa Santa Ana, un proyecto de residencia, educación y divulgación del arte contemporáneo, se lució este año con su invitación a Panamá de la extraordinaria fotógrafa y activista sudafricana Zanele Muholi. Ella ofreció una emocionante charla en la Universidad del Arte Ganexa y en el Museo del Canal. También se lució con la exposición de la artista peruana Cristina Flores Pescorán, titulada “Ñiñi para florecer Ñaña” y curada por Miguel López.
En el ámbito de la diplomacia cultural, Carlos Fitzgerald Bernal, director de Cooperación Internacional en la Cancillería, describió uno de los logros de 2025: “La Red Iberoamericana de Diplomacia Cultural, iniciativa que se desarrolla en el marco de la cooperación internacional con la Secretaría General Iberoamericana, presidida por Panamá en el ‘espacio iberoamericano’ de 22 países, celebró una reunión en nuestro país en octubre”.
“Entre sus principales resultados está la creación de una Cátedra Iberoamericana de Diplomacia Cultural para promover la enseñanza de dicha materia en las academias diplomáticas de los países miembros. En Panamá tuvimos la iniciativa de incluir un módulo de cultura y patrimonio como parte de la formación de los nuevos diplomáticos de carrera. Este módulo, bajo mi dirección, contó con clases impartidas por el artista y educador Humberto Vélez y Abel Aronátegui, director del Centro de Arte y Cultura de Colón, entre otros”.
Panamá no participó este año en la Bienal de Sao Paulo 2025, titulada “No todos los viajeros caminan por el mundo” y curada por el camerunés Bonaventure Soh Bejen Ndkung. Sin embargo, un grupo de artistas independientes y amigos y personal del MAC Panamá formamos una modesta delegación panameña para explorar la propuesta curatorial más reciente de una de las citas claves en el calendario del arte internacional y regional. Esta edición provocó la crítica de muchos por la ambigüedad de su curaduría, la sensación desorientadora debido a la falta de fichas técnicas y la inusual ausencia de Argentina por primera vez en décadas. También se dijo que refuerza la tendencia de las bienales a enfocarse más en el ‘jet set’ del arte contemporáneo que en una discusión profunda.
Gabo Cruz, galerista y curador venezolano residente en Panamá, y director de la fundación que maneja el enorme legado de su abuelo, el gran artista Carlos Cruz-Diez, nos habló sobre la difícil situación por la que pasan las galerías privadas: “Vienen cerrando porque económicamente no son viables y eso genera preocupación en el mercado. Cinco galerías –Perrotin, Hauser & Wirth, Pace, Gagosian y Zwirne– tienen más de 60 espacios expositivos alrededor del mundo. Esto hace pensar que el negocio del arte –como sucede en tantos otros ámbitos– se ha convertido en un oligopolio y que solo hay cabida para la estética que ahí se expone. Aun así, hay que seguir confiando en las más de 300 ferias mundiales que permiten a nuestros artistas mostrar sus discursos y encontrarse con los coleccionistas que los harán trascender en el tiempo”.
Por último, una estupenda noticia: el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) acaba de adquirir toda la prestigiosa Colección Daros Latinamerica, un hito histórico. Las 1,233 obras de 117 artistas (creadas entre las décadas de 1950 y 2010) casi duplican su acervo. Setenta y cinco artistas ingresan por primera vez a Malba, incluyendo a Doris Salcedo (Colombia), Jesús Rafael Soto (Venezuela), Betsabeé Romero (México), Donna Conlon, Jhafis Quintero y Humberto Vélez (Panamá).
Para recibir esta adquisición monumental, Malba planea una amplia expansión de su edificio, duplicando su superficie y preparándose para celebrar su 25 aniversario en septiembre de 2026. Se trata de una operación que no solo enriquece el patrimonio público, sino que reposiciona al Malba como referente continental en arte contemporáneo de América Latina. Cabe destacar que nadie menos que Hans-Michael Herzog, querido amigo de Centroamérica y el Caribe, fue el riguroso y apasionado creador de la inigualable Colección Daros Latinamerica.
Los hermanos Carlos y Arquimedes Fernández Valdés, el primero de la Asociación Astronómica Internacional y el segundo un reconocido ingeniero civil con especialidad en transporte, nos informan sobre un logro de la astrofísica en Panamá. Además, mencionan los peligros de malas decisiones en el uso de la tecnología para el transporte. Se trata de información crucial, que sin embargo no ha salido aún a la luz pública.
Carlos Fernández Valdés: Estamos felices porque este año fue la primera vez que se hizo una tesis en el área de astrofísica en Panamá. Toda la información la generamos los panameños: desde la instalación del telescopio, la toma de los datos y la programación, hasta el desarrollo de la tesis y la publicación del artículo científico sobre curvas de luz de un asteroide. La tesis estuvo a cargo de José Batista y dirigida por los profesores Eduardo Chung y Adam Martinez, de la Universidad de Panamá. Las fotos son de Joaquín Fábrega de la USMA y Carlos Alberto Fernández Valdes de la Universidad Latina, en el Observatorio Panameño en San Pedro de Atacama en Chile.
Arquimedes Fernández Valdés: El Ferrocarril Panamá–David–Frontera es una de las decisiones de transporte público fundamentales del siglo XXI para el país. No se trata solo de rieles y trenes, sino del modelo de movilidad, energía y desarrollo que Panamá adoptará por décadas. Preocupa que la propuesta actual insista en trenes de electrodiésel, una opción que contradice la realidad nacional y el rumbo que ya tomó el mundo.
Panamá no produce diésel. Cada litro se importa y su precio depende de crisis externas. Esa dependencia se traduce en tarifas más altas, subsidios permanentes o recortes futuros. Al mismo tiempo, más del 80% de la electricidad nacional es renovable y la producimos nosotros. Desde una política pública, insistir en combustibles importados cuando existe energía limpia, estable y nacional no es prudencia: es mala planificación. El Metro de Panamá opera con trenes 100% eléctricos y demuestra que el país cuenta con la capacidad técnica y humana para hacerlo bien.
La pregunta no es técnica, sino ética y estratégica. ¿Tiene sentido comprometer recursos públicos durante los próximos 50 años en un sistema más caro, contaminante y dependiente cuando existe una alternativa claramente superior? ¿Es responsable heredar al país una infraestructura atada al diésel cuando el mundo avanza hacia la electrificación?
El MAC Panamá acaba de publicar “105 artistas de Panamá”, el primer volumen de una serie dedicada a las obras y los artistas de la colección del museo. Su redacción estuvo a cargo de la historiadora del arte Mónica E. Kupfer, con la edición y traducción de Adrienne Samos, y la coordinación y producción del equipo del MAC.
Otro libro meritorio es “América Latina. Vivere nella contemporaneità. Visioni di architettura sostenibile”, de Paola Pisanelli, publicado este año por Gangemi Editore en Italia. Promovido por la IILA (Organización Internacional Italo-Latino Americana), con la colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia (DGCS/MAECI) y el apoyo del CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe), presenta 49 proyectos. Uno de ellos es del arquitecto panameño Patrick Dillon, de los 20 países latinoamericanos que forman parte de la IILA. La publicación ofrece una visión actualizada de obras y enfoques del diseño arquitectónico que prestan atención al medioambiente, al contexto social y a las tradiciones constructivas y culturales del lugar.
Por su parte, Marcela Ciacci, gestora internacional sumamente activa, ha editado uno de los libros más esperados del año, “The 99. Centros de arte moderno y contemporáneo”. El libro ofrece los resultados de una investigación sobre centros de arte de África y Oceanía, Asia y Oriente Medio, Europa, Latinoamérica y América del Norte. De tapa y formato elegante, contiene magníficas imágenes y textos explicativos de los centros, con textos de Vicente Todolí, Hans Ulrich Obrist y entrevistas de Bradley Pine a Frida Escobedo, Sumayya Vally, Kulapat Yantrasast, Bjarke Ingels y Ma Yansong. ¡Una verdadera joya!
Para concluir, me permito reproducir extractos del discurso que pronunció la artista Meera Sachani durante la develación de su conmovedor mural en homenaje a los 60 años de la Gesta del 9 de Enero. Con sus formas orgánicas, fluidas y danzantes, esta obra irrumpe como una mirada fresca y necesaria frente al extenso repertorio de imágenes que han ilustrado durante décadas la historia oficial. Una narrativa que, con demasiada frecuencia, ha opacado el papel protagónico de las mujeres –en especial aquellas de ascendencia antillana: depositarias de fortaleza, resistencia, sensualidad festiva y de una poderosa riqueza cultural. Hasta donde sé, es la primera ocasión en que sus palabras ven la luz en la prensa escrita. Y ya era hora.
“En el marco de la celebración de los 25 años de la transferencia de la vía acuática a manos panameñas y gracias al convenio entre la Autoridad del Canal de Panamá y el Museo de Arte Contemporáneo, se inaugura este mural: un homenaje a los mártires del 9 de Enero, quienes dieron su vida luchando por la libertad, nuestra libertad (...) La acción artística expone a la sociedad ante sí misma. El arte saca las cosas a la luz y nos ilumina (...) Quiero agradecer esta oportunidad que viene con una gran responsabilidad: alzar la voz para, como nuestros mártires, defender la soberanía e ideales de nuestro territorio.
Lamentablemente, este homenaje, que debía ser una celebración a las luchas sociales y a la libertad, por azares de la vida y decisiones cuestionables de quienes gobiernan, concuerda con un momento crucial en la historia de Panamá. Un momento donde parece que la historia está a punto de repetirse: los gringos amenazando nuevamente la libertad de nuestro territorio, mientras los estudiantes y líderes sociales son agredidos con armas de fuego y gases tóxicos por la Policía Nacional. Quiero resaltar que los mártires del 9 de Enero en su mayoría eran estudiantes y, aunque preocupa la similitud de los hechos, me llena de esperanza saber que nuestra generación tiene líderes estudiantiles parándose firmes a pesar de la tiranía y la persecución. Nuestra misión como habitantes de este país es mantenernos despiertos ante las decisiones de quienes nos gobiernan y usar nuestros dones en la lucha y para el bienestar común”.
“Cumpliendo con mi responsabilidad de alzar la voz como lo habrían hecho nuestros mártires, debo mencionar otra situación que también pone en riesgo nuestra salud, nuestra soberanía y al canal de Panamá: las amenazas de reactivar la minería al aire libre en los corredores naturales y áreas protegidas del país. Todos aquí sabemos que el oro de Panamá es verde. Y que todos los seres vivos estamos interconectados. Y que todo daño a la biodiversidad afecta nuestra salud y calidad de vida. Además, si no protegemos la biodiversidad, no habrá embalse que logre mantener al Canal de Panamá a flote”.
“Mi intención con este mural es que sea un recordatorio del camino recorrido y una invitación a reconocernos y vernos reflejados en estas siluetas humanoides que se toman de las manos buscando libertad, mientras construyen cosas, luchan, rompen cercas y disfrutan en comunidad del hogar que han construido. Viva la biodiversidad. Viva Panamá libre. Vivan los estudiantes que resisten. Y vivan los mártires del 9 de Enero”.
¡El Visitante les desea un maravilloso 2026 y nos vemos en enero!