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- 07/12/2012 01:00
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BRASIL. El arquitecto Óscar Niemeyer, que falleció el miércoles a los 104 años de edad, quedará en la historia como uno de los monstruos sagrados de la arquitectura moderna del siglo XX: poeta del cemento, apóstol lírico de las líneas fluidas, maestro de la curva, el brasileño deslumbró e hizo soñar a generaciones de arquitectos.
Niemeyer, cuya carrera empezó en 1935 y sólo cesó con su muerte, es ‘una de las grandes figuras de la arquitectura del siglo XX, junto a Frank Lloyd Wright, Mies van der Rohe y Le Corbusier’, declara a la AFP Francis Rambert, director del Instituto Francés de Arquitectura (IFA).
Óscar Niemeyer destacó por la libertad de sus formas, diseñadas con trazo lineal. Exaltó la curva, ‘libre y sensual’, que decía encontrar en las montañas de Brasil, en sus ríos y playas y en ‘el cuerpo de la mujer’.
El ángulo recto no lo atraía, como tampoco ‘la línea recta, dura, inflexible, inventada por el hombre’, decía. Era este un tema que lo oponía a Le Corbusier, con quien trabajó en su juventud y cuya influencia reconocía. ‘Yo también lo influencié’, llegó a decir.
‘Entre los modernos, Niemeyer es bastante atípico. Su arquitectura no es sabia sino intuitiva’, señala el arquitecto francés Jacques Ripault. ‘Diseñaba rápidamente a partir del paisaje, esbozaba una silueta, y el proyecto debía plegarse a ese dibujo’, agregó.
La excelencia de los ingenieros brasileños que rodeaban a Niemeyer permitió al edificio de cemento armado tomar la forma deseada por el maestro.