Periodismo ambiental
y su gran responsabilidad

Frente a un mundo cada vez más cambiante, los estragos del cambio climático son notorios y exigen una responsabilidad mayor por parte de cada ciudadano en este planeta.

La necesidad de comunicar dichos cambios se hace imperativa ante la falta de conciencia y acción, a veces por parte de las autoridades o de los mismos pobladores, en donde ocurren estos acontecimientos.

Ante este tipo de escenarios, es cuando nos preguntamos ¿qué papel juegan los comunicadores, ante dichos problemas?

Es importante comprender la evolución del periodismo en la cobertura de estos temas y destacar la responsabilidad que tienen los comunicadores sociales ante el panorama ambiental.

Panamá necesita urgente, un nuevo y militante periodismo que vaya más allá de la cobertura de las noticias puntuales y se enfoque de manera más profunda y constante en fortalecer las bases para la protección del medio ambiente, sobre todo porque en nuestro país la deforestación está cerca de un alarmante 30%.

Históricamente, el periodismo en Panamá se ha dedicado a la cobertura de noticias sobre crónica roja, política, deportes y economía, tocando de manera eventual las informaciones en relación con el cambio climático, el efecto invernadero y la deforestación, con las consecuencias nefastas que estos tienen para la naturaleza, la biodiversidad y la economía nacional.

Sin embargo, y desde las aulas de la Escuela de Periodismo de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Panamá, se apuntalan las condiciones para preparar a un nuevo periodista, mucho más interesado en la protección de la naturaleza, puesto que las estadísticas del Ministerio de Ambiente, indican que en los últimos dos años, el país ha perdido 352.000 hectáreas de bosques, lo que refleja la gravedad de este asunto.

Frente a este desafío y las razones expuestas, así como la situación tabulada por las estadísticas, los estudiantes del profesor José Herrera, que están optando por la respectiva licenciatura en Periodismo, viajamos a Parita de Herrera, en el centro del país, para documentar la situación del Parque Nacional Sarigua, un lugar icónico respecto a cambios ambientales, no solo por estados naturales, sino también a causa de la negativa intervención humana.

Hacer esta gira es un paso más en nuestro crecimiento desde la formación académica, que sirva de guía a fin de ayudar a fortalecer la conciencia ambiental en Panamá, a través de nuestros reportes periodísticos futuros.

En Sarigua

Sarigua no es un desierto, como muchos panameños creen y piensan, sino una albina (con elevada salinidad en la tierra) de 8.000 hectáreas, con un escaso nivel de precipitaciones lluviosas de 930 milímetros por año, y una aridez provocada por la sal, los vientos y la intervención humana, lo que han convertido a esa extensión de terreno en lo que es hoy.

Al llegar al Parque Nacional Sarigua, nos recibe el afable Sósimo Villalobos, del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), quien nos brindó la inducción sobre los datos históricos del lugar y de los asentamientos indígenas de la época precolombina, que fueron sus primeros pobladores, por lo que se considera una de las zonas de poblamiento más antiguas de Panamá.

Destacó Villalobos que, con una antigüedad de más de 11.000 años de ocupación humana, Sarigua se originó por la retirada paulatina del mar, que convirtió el área en una enorme albina, a través de un profundo proceso de salinización de la tierra.

Los restos de cerámicas, al igual que de las herramientas artesanales de los antiguos moradores indígenas, han sido recolectadas poco a poco por los funcionarios de Mi Ambiente, que investigan y auscultan los rincones del área, en busca de vestigios de aquellas culturas ancestrales. Esas piezas ocupan varios rincones del pequeño Centro de Visitantes de Sarigua, al que deben acudir para una inducción los nacionales y extranjeros antes de iniciar el recorrido por los senderos del parque.

A pesar de esto y de nuestra gran emoción por visitar el lugar, nos encontramos con un panorama muy distinto al esperado. Sarigua presenta un notable abandono y una gran necesidad de inversión.

Como muchos parques naturales, Sarigua enfrenta amenazas a su ecosistema, como la deforestación y el cambio climático, pero no es solo eso lo que le afecta y quita interés...

Calles en mal estado, estructuras pendientes de mantenimiento, falta de personal presente para las continuas investigaciones científicas que se requieren y la falta de recursos para que se les brinde a los locales y extranjeros una experiencia de calidad, son parte de las necesidades que enfrenta el lugar actualmente y que el visitante como nosotros, puede notar.

Sarigua, donde la tierra habla de secretos antiguos

Pero no todo es negativo, y es que esta albina es ese rincón en el corazón de Panamá donde la tierra parece susurrar secretos antiguos, en medio de parajes que desafían al tiempo y la imaginación humana. Apenas posas tus pies en Sarigua, la vista y la mente se enfocan en esa extensión de tierras doradas y plateadas por el impacto de los luminosos rayos del fuerte sol, que igualmente golpean en las brillantes salinas, contrastando más allá con el verdor típico del trópico panameño.

Aquí, la naturaleza cuenta una historia diferente: una de resistencia, adaptación y un tipo de belleza que hay que saber mirar para internalizarla y entenderla.

El sol domina el paisaje como un rey severo, derramando su luz abrasadora sobre una vegetación que parece hecha de coraje. Manglares achaparrados se aferran a la vida junto a arbustos espinosos con hierbas resilientes que bailan al ritmo del viento seco. Entre ellas, el tempisque y el algarrobo alzan sus ramas retorcidas, como si dibujaran mapas secretos en el cielo. Estas plantas, de raíces profundas, encuentran en la profundidad el sustento que les niega una tierra salobre y árida.

El clima de Sarigua es una sinfonía de calor y sequía, con una brisa que parece arrastrar consigo ecos de otros tiempos, de cuando este terreno no era desértico, sino un vergel costero. El lugar lleva las marcas de la transformación: fue golpeado por la deforestación y la actividad humana que, con el pasar de los años, transformaron su faz. Pero en su aridez, Sarigua no perdió la poesía, sino que la cambió por una más sobria y más desafiante.

Los cerros bajos y las planicies abiertas parecen sacadas de un cuento donde el tiempo se detuvo. Las aves sobrevuelan el área, con plumajes que parecen estallar en colores para contrarrestar el paisaje monocromático. Los venados y conejos silvestres cruzan las sombras raras y breves, mientras el suelo seco esconde fósiles y restos de cerámica de 11.000 años atrás, que susurran leyendas de culturas ancestrales panameñas.

En Sarigua, el visitante no encuentra refugio en frondosos árboles ni en ríos caudalosos. Pero, en cambio, encuentra un espejo del alma humana: la prueba de que la vida puede surgir aún en la adversidad, que la belleza también puede ser dura y que, a veces, el silencio tiene más que decir que mil palabras. Este parque es un poema seco, un lienzo crudo donde el arte de la naturaleza se expresa sin adornos.

Ligia Arreaga

Es una periodista, líder ambiental y dirigente social panameña, activista de los derechos humanos, que incluso ha sido detenida por sus coberturas y defensa profunda del medio ambiente, sobre todo frente a los taladores de árboles, que devastan desde décadas parte de la selva de la provincia de Darién, para después vender la madera fina de esos bosques, como el cocobolo, a empresarios inescrupulosos que luego la exportan a Europa y China.

Consultada sobre la necesidad de que el periodismo panameño toque con mayor profundidad el tema de la protección al medio ambiente, Arreaga apunta que “se trata de una temática transversal, que hay que analizarla tomando en cuenta este enfoque”, porque de lo contrario se entra en la superficialidad del asunto.

Para esta especialista, muchas informaciones que usualmente tocan los medios de comunicación social tienen efectos y consecuencias negativas relacionadas con el medio ambiente, aunque muchas veces el periodismo no se percata o soslaya esta situación.

A manera de ejemplo, y para demostrar la transversalidad de estos temas, recordó que el relleno de cerro Patacón no solo es un vertedero de basura a cielo abierto, sino también un gigantesco foco de contaminación de las aguas de las quebradas y ríos cercanos, ya que los líquidos y lixiviados producto de los desechos también contaminan las fuentes pluviales cercanas a este lugar, que desde hace años se encuentra colapsado, a escasos kilómetros del centro de la capital panameña. Los lixiviados son líquidos contaminados que se forman cuando la lluvia o el agua se filtran a través de la basura.

Por esta razón y mucho más, el periodista tiene que promover la defensa del ambiente, aunque la realidad es que no son muchos los que tratan en sus notas aspectos relacionados con el cambio climático, por ejemplo, la deforestación producto de la tala indiscriminada de los bosques.

“Pero lo peor es que a muchos directores de medios de comunicación social no les importa tocar este tipo de asuntos, porque sienten que no les da rating o audiencia”, remarcó Arreaga.

No son muchos los periodistas que tratan los temas del ambiente y la ecología, principalmente porque los dueños de los medios de comunicación y los jefes de redacción les dan poca importancia al tema, apuntó Arreaga, aunque matizó que actualmente se nota que este problema empieza a tomar un mejor rostro que el que tenía hace 20 años, puesto que “se nota un avance, pero no es suficiente”.

Los países ricos son los que contaminan y las naciones pobres reciben las consecuencias negativas de esa contaminación, agregó.

Enrique Morgan es uno de los estudiantes que participó en la gira a Sarigua. Él igualmente considera que el periodismo nacional debe involucrarse mucho más en los asuntos que tienen que ver con la defensa de la naturaleza, pues de esta forma “contribuimos a potenciar la toma de conciencia de la ciudadanía, en esta materia”.

El año 2023 fue el más caluroso en Panamá

Los últimos meses de 2024 fueron muy calurosos debido a factores como la deforestación del país, el cambio climático y el efecto invernadero, que unidos potencian aquella sensación térmica que nos ha estado agobiando a los panameños desde hace buen rato.

Sin embargo, el 2024 no ha sido el más caluroso, sino el 2023 que lo antecedió, sobre todo debido al fenómeno de El Niño que se produce por el calentamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial, alterando la presión atmosférica, desplazando a la vez las lluvias tropicales a otras regiones.

Conversamos con Luz Calzadilla, directora del Instituto de Meteorología e Hidrología de Panamá (IMHPA), quien sustentó que el año más caluroso en Panamá fue el 2023, alcanzando una temperatura de 38 grados centígrados, el 14 de abril, principalmente en la provincia de Veraguas.

Esta ingeniera civil, con especializaciones en hidráulica, física, climatología e hidrología, destacó que la deforestación en Panamá, al igual que el calentamiento global y los gases de efecto invernadero, provocan que la tierra no se refresque por las noches, sobre todo en la región de Veraguas, provocando entonces las altas temperaturas de calor.

Juan Carlos Navarro: ‘crear conciencia’

Por todas las razones expuestas en estas letras, el ministro de Ambiente de Panamá, Juan Carlos Navarro, dijo que el periodismo panameño debe involucrarse más en contenidos que ayuden a crear conciencia para el reforzamiento de la protección a la naturaleza. Es claro que necesita de la alianza entre todos los panameños, para mantenerla fuerte y robusta frente a la deforestación que aqueja al país.

Frente a la realidad que describimos aquí, es necesario que la sociedad en general y el periodismo en particular, se involucren más en la protección del medio ambiente, sobre todo en un país como Panamá, en el que circulan por sus montañas 500 ríos, que se distribuyen en 52 cuencas hidrográficas, que desembocan en el Pacífico y el Caribe.

Tampoco podemos olvidar ni dejar de lado que la protección de nuestros bosques y ríos ayuda al buen funcionamiento del Canal de Panamá, que en 2023 aportó 3.630 millones de dólares a la economía nacional, de los cuales 2.500 millones ingresaron directamente al Estado.

Juan Carlos Navarro
Ministro de Ambiente
Crear conciencia para protección de medio ambiente”.
Ligia Arreaga
Periodista, líder ambiental y dirigente social
El periodismo panameño debe comprometerse con la protección y conservación del medio ambiente”.
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