Integrantes de la caravana migrante en el estado de Chiapas, en el sur de México, denunciaron este jueves 21 de noviembre que las autoridades les bloquearon...
Ciudades privadas: ¿cómo detener sus consecuencias socioeconómicas y medioambientales?
- 20/07/2023 00:00
- 20/07/2023 00:00
En la publicación del Banco Mundial (BM), 'Ciudades privadas: ejemplos sobresalientes de países en desarrollo y sus implicaciones para la política urbana', sus autores Yue Li y Martin Rama explican que las restricciones institucionales y la débil capacidad de los gobiernos de países en vías de desarrollo, a menudo obstaculizan la capacidad de los gobiernos locales para dirigir la urbanización.
Como resultado, no hay suficientes ciudades para alojar la migración rural-urbana dentro de los países o la migración debida a conflictos políticos entre países de la región. Tal es el caso de Panamá, que funge como corredor migratorio entre varios países de Latinoamérica, el Caribe, e incluso de regiones distantes como las de África.
Debido a este flujo migratorio, un porcentaje de los migrantes nacionales o extranjeros pasan a ser parte de los ciudadanos permanentes de las ciudades, lo que los obliga a alojarse en las ciudades existentes, algunas de las cuales son de por sí carentes de un ordenamiento territorial que rija la densidad de población para alojar a los nuevos ciudadanos.
Ante la carencia de capacidad urbana, surgen las ciudades en las periferias, desordenadas, en expansión y desconectadas.
Este paradigma del desarrollo surge debido a la carencia de capacidad urbana generada por la poca o nula planificación urbana adscrita a una política pública inherente al desarrollo del territorio que proyecte cómo, según la proyección demográfica de los institutos de estadística y censo de los países, el Estado planificará la expansión o densificación de los centros urbanos actuales.
Cuando los gobiernos carecen de planes maestros que fusionen las necesidades del desarrollo con la planificación de los aspectos socioeconómicos y medioambientales, se crean vacíos de liderazgo que serán llenados por otros actores.
En este vacío ocurre el surgimiento de ciudades enteras, más que comunidades cerradas o parques industriales, dirigidas en su totalidad o en parte por actores privados, de allí porqué se les ha llamado ciudades privadas.
El Banco Mundial indica en su publicación que se requiere mayor investigación sobre las condiciones que son necesarias para que surjan entidades tan inusuales, como las ciudades privadas, al igual que los roles que desempeñan los actores privados o las consecuencias para la eficiencia y la equidad.
No obstante, el BM ha develado que los actores no gubernamentales resultan ser diversos, incluyendo entre ellos no solo grandes empresas y grandes desarrolladores, sino también asociaciones empresariales, organizaciones de la sociedad civil e incluso países extranjeros.
La forma en que los gobiernos locales interactúan con estos actores no gubernamentales también varía, desde la negligencia deliberada hasta las empresas conjuntas.
Los actores privados asumen algunas, pero no todas, funciones del gobierno local, mientras que a veces adoptan roles no convencionales. Y aunque las ciudades privadas tienden a ser económicamente exitosas, suelen conducir a la degradación ambiental, la segregación social e incluso la separación institucional.
De allí la importancia de aumentar la capacidad de los gobiernos locales en los países en desarrollo, que aunque llevará tiempo es la base para preparar el camino que logre erradicar los patrones de desarrollo espacial ineficientes.
En el artículo científico de Sonia Vidal-Koppmann, 'Ciudades privadas: a la búsqueda del paraíso ecológico: estudio de casos en la región metropolitana de Buenos Aires', la autora señala que “en la Argentina, y particularmente en la región metropolitana de Buenos Aires, la producción de ciudades privadas fue presentada por sus promotores como la concreción de una nueva utopía”.
Vidal- Koppmann describe que a comienzos del siglo XXI, cerca de 12 nuevas ciudades privadas se han creado apoyándose en su condición de “ecociudades”, lo que genera atractivo a quienes adquieren viviendas dentro de estos complejos, puesto que asocia que una ciudad verde impulsa el bienestar social y económico de quien reside dentro de ella, y, por ende, su calidad de vida mejorará sustancialmente.
Sin embargo, la autora de la publicación es clara al señalar que el paisajismo o la naturaleza escénica diseñada por el mercado inmobiliario ocultan la alteración de ecosistemas de humedales, la apropiación de reservas paisajísticas y la modificación del contexto urbano, creando situaciones de riesgo ambiental y de inequidad socio-territorial.
La autora concluye que las ciudades privadas que se han construido en la periferia de la región metropolitana de Buenos Aires constituyen una muestra de cómo se ha creado la utopía urbana de que residir en el núcleo de un determinado estrato de población, entre las clases media y alta, es necesario para desenvolverse en un grupo socioeconómico que comparte la idea de que la seguridad urbana es un valor, aunque para sostenerla haya que restringir las libertades individuales.
Otra conclusión a la que llega la autora es que la idea de “volver a la naturaleza” no se trata de volver realmente a la naturaleza en estado puro, sino de entrar a un escenario que mediante una fuerte intervención de la tecnología cree espacios verdes y espejos de agua adaptados a la demanda, sin importar que para crear lagos artificiales y senderos ecológicos desaparezcan los manglares y los bosques nativos con su fauna y flora.
Por último, la autora pone en evidencia cómo para alcanzar el objetivo de las ciudades privadas, el promotor no valora las consecuencias sobre el entorno inmediato; y si bien no puede adjudicarse a estos megaproyectos la responsabilidad exclusiva de las inundaciones y otros daños colaterales en los municipios donde se localizan, la transformación territorial y ambiental que han producido es un componente de peso.
Por ello, “tampoco debería descartarse la responsabilidad de las autoridades, tanto municipales como provinciales, que avalando el discurso de revitalizar áreas degradadas autorizaron la venta de humedales y la construcción sobre estos. Este solo hecho pone en evidencia el desconocimiento y la falta de asesoramiento acerca de la función que cumplen dentro del ecosistema”.
Finalmente, indica la autora que “hay que destacar los planteos acerca del nuevo orden social que se desprende de las ciudades privadas. La utopía urbana llevada al extremo parecería indicar que no es suficiente con el urbanismo entre nos que proponía el barrio cerrado; esta nueva generación de megaproyectos amplía la escala, fundando ciudades estructuradas con base en estos barrios y a la privatización de los espacios públicos, donde solo está definido el diseño arquitectónico y paisajístico, siendo una gran interrogante quién rige y cuál es el orden social y político dentro de estas nuevas utopías urbanas”.
Es importante llenar los vacíos de la legislación en Panamá que impide articular el desarrollo de ciudades privadas a los planes de acción de las políticas públicas del Estado.
Casos como el de la región metropolitana de Buenos Aires sirven de base para ejecutar los planes de ordenamiento territorial, de forma que se integre la planeación legal, la administrativa y programación presupuestaria, las reglas de operación, el cabildeo o participación ciudadana, la evaluación y monitoreo de los planes, y la estrategia de comunicación, con la expansión del territorio por las empresas privadas.
Las empresas privadas son parte de los aliados estratégicos con los que cuenta el Estado, sin embargo, como señala el BM, es importante entender las implicaciones de la creación de ciudades privadas en países en vías de desarrollo.