Según el economista en jefe de la FAO, Máximo Torrero, la región ha reducido la prevalencia del hambre, con casos destacados como Brasil, República Dominicana...
Puerto Plata, la novia del Atlántico que se descubre entre cascadas y mar
- 10/11/2025 00:00
Punta Cana suele ser la postal más conocida de República Dominicana. Pero al norte, allí donde el Atlántico besa la montaña, hay otro rostro del país: Puerto Plata, la llamada novia del Atlántico, una ciudad que combina historia, aventura y una energía que se siente, más que se observa.
Puerto Plata no conquista con lujos, sino con alma. Tiene esa mezcla de ternura y fuerza que solo poseen los lugares que viven a ritmo de mar.
Las mañanas comienzan con olor a sal, las olas golpeando el malecón y un sol caribeño. En la calle, una bachata suena desde un colmado y una mujer barre la acera mientras tararea un merengue de Juan Luis Guerra.
Aquí la vida se despliega sin artificios, con una naturalidad que desarma.
Toboganes naturales
El día arranca entre risas y nervios. La aventura en los 27 Charcos de Damajagua promete agua, saltos y el grupo lo sabe. Desde la entrada, el guía sonríe y dice: “No se preocupen, todos terminan felices... aunque empapados”.
El sendero comienza entre árboles altos y una humedad que envuelve el cuerpo. Se camina cuesta arriba, cruzando pequeños arroyos. Las botas resbalan, alguien grita, otro ríe. La naturaleza manda, y no hay más remedio que seguir su ritmo.
Cuando llega el momento del primer salto, el guía da las instrucciones con calma: brazos cruzados, mirada al frente, y dejarse llevar. Nadie respira. Son cinco lanzamientos de tirolezas entre la exuberante vegetación y las turquesas y frías aguas.
La adrenalina lo disuelve todo.
Los gritos se transforman en carcajadas, y poco a poco, el miedo cede ante la alegría.
Son veintisiete saltos en total, cada uno distinto, cada uno más alto o más largo. Nosotros solo hicimos cinco, pero en la primera, el salto parece pequeño, pero el vértigo llega igual. Se cruza el aire y, por un segundo, el cuerpo olvida el peso.
El agua golpea, fría y transparente, y todos emergen riendo, gritando, respirando el Caribe en su forma más salvaje. A medida que el grupo avanza, los charcos se convierten en ritual.
Entre autos y memorias
El contraste llega con el regreso a la ciudad. Los Classic Cars esperan en fila, relucientes bajo el sol. Hay Chevrolets, Fords, y hasta un Cadillac que parece recién salido de un bolero. Los motores rugen, y en minutos, el convoy se adentra en las calles estrechas del centro histórico.
La calle de los paraguas es una explosión de color. Los visitantes levantan la vista y el cielo está cubierto de tonos violeta, verde y fucsia.
A unos pasos, la iglesia San Felipe Apóstol se alza con su estructura neogótica frente a la plaza principal y el pasillo rosado para tener un recuerdo está llena de turistas con sus celulares en mano.
El recorrido se detiene en el Museo del Ámbar, donde la piedra nacional brilla como un pedazo de sol petrificado. Dentro, los visitantes descubren insectos atrapados hace millones de años, diminutos testigos de un pasado que aún palpita dentro del oro transparente.
El guía cuenta que el ámbar dominicano es uno de los más puros del planeta. Aquí empezó la saga Jurassic Park.
Aventura sobre el mar
Si el casco antiguo encierra la nostalgia, la costa exhibe la adrenalina. El viento huele a sal y a riesgo.El sonido de las olas acompaña la preparación: arnés, casco, respiración contenida.
En Chukka Ocean Outpost at Coconut Cove, la emoción cambiar de ritmo. Desde la plataforma, el zipline se extiende sobre el mar Caribe. Un paso al vacío, y el cuerpo se convierte en viento.
La sensación es vertiginosa. El mar se abre abajo como una lámina azul interminable. Desde esa altura, las olas parecen de cristal y el horizonte se curva como si quisiera abrazar al viajero.
Es un instante de libertad pura, de desconexión total, donde solo existen el aire, el sol y el rugido del corazón. Cuando los pies vuelven a tocar tierra, algo ha cambiado: se entiende por qué este lugar seduce a los que buscan sentir, no solo mirar.Un instante breve, pero suficiente para entender por qué tantos se enamoran de esta costa.
Noches de fuego
El recorrido continúa hacia Cabarete, donde el viento sopla distinto. Es el paraíso del kitesurf, pero también un refugio de bohemios, viajeros y soñadores. Al caer la tarde, los colores del cielo se funden con los del mar, y la playa se convierte en una alfombra dorada.
La brisa del Caribe huele a sal y a ron, y las luces de los bares reflejan en las olas. Cabarete tiene esa magia de los lugares donde el tiempo se confunde con la alegría: nadie mira el reloj, nadie pregunta la hora. Los acentos se mezclan: brasileños, panameños, chilenos, dominicanos.
Puerto Plata no se visita: se siente. Tiene la cadencia de una canción vieja que vuelve a sonar. Es aventura y sosiego, historia y mar, un lugar donde el corazón late distinto.
Nueva ruta
Conexión directa desde enero de 2026
Copa Airlines abre nueva ruta a Puerto Plata.
Inicia el 13 de enero de 2026.
Tres vuelos semanales: martes, viernes y domingos.
Conexión directa: PTY - POP.