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- 30/10/2024 15:59
- 29/10/2024 18:22
Lo primero que impresiona al viajero que llega a Seúl es la inmensa cantidad de puentes que unen su territorio dividido por el río Han. Son más de 30 puentes, sin contar aquellos que hay que cruzar desde Incheon, donde está ubicado el aeropuerto internacional. Además, son la muestra de que no solo es relevante la utilidad. El diseño de cada uno de ellos habla de ingenio, estética, modernidad; en fin, desarrollo.
El agua está presente en muchos lugares, no solo en el Han, también está en espacios públicos y fuentes, así como en lugares donde se ha apostado por la naturaleza y se han restituido espacios naturales. Uno de estos es el arroyo Cheonggyeecheon, que a inicios del siglo XX ya representaba un problema ambiental para la ciudad. Con la proliferación de asentamientos informales, se generaba una gran cantidad de desechos, por lo que se decidió cubrir el arroyo y construir una carretera sobre él. Décadas más tarde, el remedio había sido peor que la enfermedad. La carretera generó con el constante tráfico contaminación en el aire, además de la acústica. Esa franja se había convertido en una línea divisoria entre zonas más y menos desarrolladas.
Al día de hoy, y desde 2005, la imagen ha cambiado completamente. Tomó dos años eliminar la carretera y reconstruir artificialmente el río. Una de las principales avenidas de Seúl nos da la bienvenida a ese paseo con un caracol puntiagudo gigante que luce los colores rojo y azul que viste la bandera coreana. Del otro lado está Haechi, el guardián de Seúl, perro con cabeza de león y recubierto de escamas. Cuenta con alas y cuernos y, de acuerdo con la tradición, tiene la capacidad de discernir quién es bueno y quién es malo. También tiene el poder de eliminar el fuego. Esta figura regularmente se encuentra en la entrada de palacios y templos con una imagen más fiera. En la plaza Cheonggye luce mucho más amigable, de color rosa y con una amable sonrisa.
El paseo por el arroyo toma aproximadamente una hora, y a lo largo del recorrido se encontrará con unos 20 puentes, algunos de ellos históricos que datan del siglo XV y cuyas rocas talladas se pueden observar, así como un mural pintado que detalla la pompa de la realeza coreana de entonces. Algunos de estos puentes se han convertido en puntos de referencia turística, pues han aparecido en escenas trascendentales de las series de K-drama y forman parte de los denominados Soul Spots, puntos en los que el visitante puede acceder a información de la escena grabada en la serie, de la voz de sus protagonistas.
Este no es el único espacio que ha cobrado interés gracias a los K-dramas. El palacio Gyeongbokgung, a corta distancia de la plaza Cheonggye, uno de los cinco palacios de Seúl, es visitado no solo por su vinculación con la dinastía Joseon. Con una larga historia y varias reconstrucciones, la última muy reciente, recibe la visita de fanáticos del K-pop y el K-drama que se interesan por visitar los escenarios utilizados por sus estrellas para sus videos musicales o las escenas de dramas históricos. El palacio incluso ofrece una promoción. Quienes vayan vestidos con la indumentaria tradicional coreana entran gratis. Y no es difícil hacerlo. Alrededor del palacio uno puede encontrar tiendas especializadas en el alquiler del vestuario y al entrar al patio principal parecerá que viajamos en el tiempo.
Seúl es una gran ciudad, con amplias avenidas y altos edificios de corte occidental, pero que conserva su esencia asiática en palacios, templos y barrios residenciales donde reina la tradición. Vale la pena decir que no hablamos de sitios muy alejados uno del otro. Pero si se quiere tener una vista mucho más abarcadora, es recomendable hacer una excursión a la torre N, un observatorio y torre de comunicaciones ubicada en la montaña Namsan, construida en 1969 y abierta al público en 1980 que, al día de hoy, goza de gran popularidad por los amantes de la naturaleza y también los amantes de los K-drama. Para llegar allá es necesario tomar el transporte público, pues se ha prohibido la entrada a automóviles para reducir la contaminación. El autobús nos deja en el área del mirador, donde hay una espectacular vista a la ciudad de Seúl. Se respira aire limpio mientras se termina la cuesta caminando.
Ya en la cima, hay un pequeño centro de visitantes, una cafetería y tienda de souvenirs donde se puede adquirir un candado en el que se escribe un mensaje y se cierra en la cerca de la plataforma de observación. Son miles los candados que allí guardan mensajes de enamorados, amigos y familiares o de deseos por cumplir. Este es otro sitio que ha incrementado sus visitas gracias a sus apariciones en escenas de los famosos K-dramas.
Además de grandes cadenas de tiendas y malls como Lotte y Hyundai, hay también pequeños comercios, y sucursales de las cadenas más populares de tiendas de cosmética, ropa y novedades, así como souvenirs y comida callejera en áreas como Myeongdong, donde se puede visitar la Catedral de Seúl. También hay restaurantes y los infaltables establecimientos para cantar karaoke.
En Seongsu, distrito creativo, se entra en contacto con el trabajo de artesanos, emprendedores y artistas, en unas de las calles más trendy de la ciudad, mientras que en el área de Gangnam se puede visitar el monumento que la ciudad otorgó al cantante Psy, al llevar a la globalidad el tema musical Gangnam Style. Muy cerca está la biblioteca Starfield, un espectáculo en arquitectura y diseño, que alberga 70.000 libros, la mayoría de ellos donados por ciudadanos de Seúl.
Las riberas del río Han funcionan como campos de entrenamiento deportivo y espacios de ocio y entretenimiento, con fuentes danzantes, y volvemos a lo que mencionábamos al inicio de esta nota. El agua está presente en Seúl para dar vida a una ciudad que pide por más tiempo para conocerla.