Robótica, un desarrollo exponencial

Actualizado
  • 14/05/2014 02:00
Creado
  • 14/05/2014 02:00
Los avances tecnológicos han favorecido la creación de robots cada vez más sofisticados 

El desarrollo impresionante de la robótica y la ingeniería en los últimos tiempos ha favorecido la creación de algunos robots que, literalmente, parecen trasladarnos a escenarios sólo vislumbrados en la ciencia-ficción.

‘Las habilidades actuales (de los robots) incluyen la capacidad de establecer conversaciones complejas, reconocimiento del entorno, reconocimiento facial, incluso con el cálculo de la edad y el género, expresión de emociones o toma de decisiones’, enumera Pablo Medrano, quien nombra al robot japonés Asimo, de Honda, o el francés Nao, de Aldebaran, como algunos de los más complejos y avanzados.

Otro campo en el que la robótica está creciendo es la ‘telepresencia’, que Castello define como ‘teleoperar robots humanoides para poder enviarlos a sitios distantes e interactuar con personas’.

Uno de los robots de ‘telepresencia’ más asombrosos, y quizá también más inquietantes, es el Geminoid, del profesor Hiroshi Ishiguro, cuyo trabajo puede verse en el documental ‘Mechanical love’ de la danesa Phie Ambo.

‘El profesor Ishiguro daba clase en varias universidades japonesas distantes entre sí al mismo tiempo. Esto le obligaba a viajar constantemente. En ese momento, le surgió la pregunta de si un robot podría ser un buen interfaz para representar a un ser humano en sitios distantes’, explica Castello, alumno del profesor Ishiguro.

El robot Geminoid calca los rasgos y la apariencia física del profesor hasta el punto de que en algunos planos del documental resulta ciertamente perturbador no distinguir entre la persona real y la creación artificial.

‘La pregunta es: ¿cómo creamos una sonrisa?", cuestiona uno de los investigadores cuando tratan de mejorar la boca del robot. Geminoid parte de la premisa de que si los humanos percibimos a un robot como una persona con una cara, unos rasgos, una textura y unos movimientos tan reales que parezca que respira, la interacción será mucho más satisfactoria.

Esta idea contradice la propuesta de ‘Her’ ya que Samantha tiene voz pero no físico. Geminoid, sin embargo, depende de un operador que le da órdenes, pero plantea una sugerente idea: tan relevante para la investigación es que un robot pueda tener emociones como lo que las personas podamos sentir en el futuro con los robots.

HACIA UN ROBOT QUE TENGA EMOCIONES

Lo cierto es que cada vez son más los ejemplos por ferias y laboratorios en todo el mundo de robots que hablan e interactúan con personas de manera razonada y que aspiran a tener respuestas emocionales.

‘La interacción natural es algo muy complejo, pues implica desarrollo de la motricidad que les permita interactuar con nuestro entorno, un hardware que en su diseño cree esa empatía con nosotros y un software que permita una relación natural con nosotros y que gestione todo ese hardware con eficacia", dice Medrano.

Siguiendo este razonamiento, AISoy Robotics, un laboratorio español cuyo lema es ‘estamos creando vida’, desarrolló Aisoy1, un robot con dos habilidades muy interesantes.

Por un lado, el robot puede mostrar hasta 14 emociones predefinidas como felicidad, vergüenza, miedo o tristeza. Por el otro, la capacidad de interlocución de Aisoy1 no es algo estable sino que evoluciona según habla con los seres humanos.

El empleo de los robots en el cuidado de personas mayores o para usos infantiles son algunas de las realidades de la robótica social que hacen que los usuarios pueden desarrollar vínculos emocionales con las máquinas, aunque aún se está muy lejos de la premisa romántica de ‘Her’.

‘Crear un comportamiento tan complejo como para que un ser humano cotidiano pueda enamorarse de una máquina es un proceso que quizá requiera un nuevo tipo de informática, electrónica y mecánica del que no disponemos en la actualidad’, afirma Castello.

Cada vez más autónomos, cada vez más evolucionados, los robots se aproximan muy poco a poco a la interacción natural con los seres humanos, algo que Medrano dice que ‘está más cerca de lo que pensamos’.

El argumento de ‘Her’ es todavía ciencia-ficción, pero quién sabe si en un futuro no tan lejano alguien como Theodore podrá declarar su amor a Samantha y decir como en la película: ‘Ella no es sólo un ordenador’.

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