El objetivo principal de este equipo interinstitucional, según el Ejecutivo, será gestionar la crisis social y laboral que enfrenta la provincia
- 08/02/2015 01:00
La frase con la que titulo este texto se la escuché por primera vez a mi amigo Oscar Páez, quien creo que la empleaba en su programa de radio. Yo la utilicé hace poco en un taller sobre ‘economía colaborativa’, que impartí para la gente de @openartspty . La empleé para ilustrar la base del ‘crowdsourcing’.
El concepto es sencillo: cuando sumamos nuestros recursos, obtenemos más que sólo la suma de las partes. Al final, lo que obtenemos es la ‘multiplicación’ de los resultados obtenidos.
Esta colaboración puede tener muchas expresiones. Una de las más sonadas hoy en días es el de ‘clúster’, sobre todo cuando no estamos hablando de ciudades.
El concepto del ‘clúster’ se refiere al hecho de crear ventajas. Al juntar todas las partes de una cadena productiva, ya sea en el renglón de la logística, la tecnología o el calzado.
Parecería un contrasentido sentarse a trabajar de la mano de los ‘competidores’ (este ha sido uno de los puntos problemáticos cuando converso del tema con otros empresarios), pero a la larga esta estrategia es la única que permite crear ecosistemas económicos saludables y sostenibles a largo plazo.
Muchas veces he sido testigo de procesos asociativos fallidos, debido a la confusión de los futuros asociados. Cuando uno se asocia con sus pares, la idea no es venderles algo, la idea es crear juntos valor para vendérselo al mundo.
Uno de los requisitos de la ‘economía colaborativa’ es contar con la capacidad de apreciar el contexto de las cosas, para entender que nuestro sector económico forma parte de una comunidad, que a su vez integra una ciudad, un país, una región y al final del mundo.
La competencia global no es más una ‘cháchara de consultor’. Es una realidad que vivimos todos los días: quien mejor logre satisfacer la demanda termina quedándose con el mercado, sin importar en qué lugar del mundo viva el consumidor.
Cuando analizamos la ciudad dónde vivimos podemos apreciar que, de una forma u otra, está dividida en ‘clústers’ funcionales. Existe la calle de la ‘rumba’, el lugar de los cafés, el espacio donde están las tiendas... y así sucesivamente. La pregunta aquí es: desde este punto de vista, ¿cómo somos apreciados afuera?
Nuestro país siempre ha sido percibido como un lugar de paso, un intermediario de mercancías que provienen de otros puntos del planeta. De alguna forma, nuestro destino económico ha seguido el camino trazado por esa premisa. Creo que llegó el momento de replantearnos de forma consciente si es la ruta que aspiramos a seguir.
Si como intermediario no generamos valor, empezaremos a quedar fuera del juego. Es necesario que comencemos a crear ‘clústers’ alrededor de nuestras ventajas, empezando a diferenciarnos de otros lugares de intermediación. Debemos comenzar a darle razones a nuestros clientes para que sigan viniendo a comprar productos acá, en vez de irse directo a las fábricas o a internet.
Para que esto ocurra la innovación juega un papel, por lo que debemos enfocar los problemas desde otros ángulos.
Una de nuestras riquezas es la diversidad cultural. Cada cultura representa una perspectiva diferente. Es necesario utilizar estos puntos de vista, generando espacios de colisión de los mismos. Creo firmemente que si logramos que se sumen, nuestros nuevos modelos de desarrollo y negocios comenzarán a multiplicarse.