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- 14/12/2012 01:00
- 14/12/2012 01:00
PANAMÁ. A nueve años del episodio final de El Señor de los Anillos, Peter Jackson regresa a los libros de J. R. R. Tolkien como fuente para crear El Hobbit: Un viaje inesperado. Vuelven las historias sobre las criaturas de la Tierra Media, con personajes parecidos, actores repetidos, la misma estética y un tono similar. Señores y señoras: Jackson vuelve para darnos más de lo mismo.
Tanto su director como nosotros sabemos que El Hobbit, si bien en términos hollywoodenses podríamos considerarla una precuela, es una continuidad asegurada. Por un lado, esto es algo favor, ya que millones de fans y espectadores esperaban volver a vivir el universo creado para la trilogía de El Señor de los Anillos y reencontrarse con viejos personajes. Sin embargo, por el otro, corremos el riesgo de encontrarnos con algo un poco reiterativo, aunque siempre con el profesionalismo implacable y las sólidas narraciones que tuvimos en la saga anterior.
Un viaje inesperado es, además, la primera entrega de otra trilogía –cualquier relación con George Lucas es pura casualidad–. Es decir que si nuestra intención es no quedarnos otra vez con la intriga por algunos años, lo más recomendable será leer el libro en el cual se basó todo esto (El Hobbit, de J. R. R. Tolkien) antes o después de ir al cine, o bueno simplemente esperar a que se estrenen la segunda parte (La desolación de Smaug, en diciembre de 2013) y la tercera (Partida y regreso, en julio de 2014), y mirar todas juntas.
La decisión de hacer una trilogía fue bastante criticada, ya que la historia original de Tolkien tiene poco más de 320 páginas. Pero más allá de no respetar el contenido original de la novela y aunque en ocasiones esta primera película se haga un poco lenta, Jackson logra con éxito que El Hobbit lleve un tono un poco más infantil y humorístico, algo que sí está en el texto de Tolkien, escrito inicialmente para niños.
No seguir al pie de la letra los textos de Tolkien, además, le permitió a Jackson incorporar a personajes que de otro modo hubieran quedado fuera del filme, como sucede con Frodo (Elijah Wood), la elfa Galadriel (Cate Blanchett), el viejo Bilbo Baggins (Ian Holm), el hechicero Saruman (Christopher Lee) y Elrond (Hugo Weaving), entre otros.
La historia de El Hobbit es bastante sencilla. Bilbo Baggins (en una muy buena actuación de Martin Freeman) es arrastrado por el mago Gandalf (Ian McKellen) a reclamar el perdido Reino Enano de Erebor, conquistado hace muchos años por el dragón Smaug. En la aventura a través de este universo, en la cual será acompañado por 13 enanos, se encontrará con Gollum (Andrew Serkis), la criatura que le dará el secreto a partir del cual su vida cambiará para siempre: el anillo.
Paralelamente, este viaje, en el que aparecerán elfos, trolls, hechiceros, orcos y otras criaturas, cuenta la transformación de Bilbo Baggins, que en un principio no quería dejar su vida sedentaria y tranquila y, finalmente, entre batallas imposibles y otras situaciones de vida o muerte, termina descubriendo su papel de héroe; o, mejor dicho, de antihéroe.
Como si hubiera sido planeado, estos escenarios serán la excusa perfecta para que el director dinamite su arsenal de efectos especiales y su creatividad para mostrar los paisajes de acción. Momentos como la lucha contra los gigantes de piedra o la escena en la que Bilbo se enfrenta a un mucho más expresivo Gollum, nos dejan con ganas de ver más.
Más allá de que El Hobbit cuente con algunas escenas demasiado largas (como la inicial del encuentro con los enanos y varios momentos de la caminata) o que al verla nos de la sensación de que realizarla no fue un gran desafío para su director, se trata de una película entretenida, interesante e incluso más divertida que la saga de El Señor de los Anillos.
No olvidemos, además, al momento de elegir la sala de cine, que esta película fue rodada en 48 cuadros por segundo, el doble de la frecuencia estándar. Este nuevo formato cinematográfico, llamado High Frame Rate, se combina con la tecnología 3D y hace que la imagen de la película sea más realista. Esta es una razón más para ir a verla.