Macro micro, Uber fest

En torno a la fiesta de la moda en el fin del verano en Panamá, que en realidad tiene más connotaciones de fondo pues se le ha dado protagonismo al arte y éste funge como matriz, razón de ser, esencia y meta del evento, hago memoria de las fiestas de la moda en este país tan contradictorio y colorido en todas sus formas.

Los inicios de la versión formal y monotemática de esta feria de moda en los salones del Hotel Panamá, con estacionamientos caóticos, stands a tutiplén, y pocos diseñadores era la ocasión más chic de lucir ropa, looks y físico.

Hoy, ya muchos años después, resulta exquisitamente asombroso el Panamá Fashion Week. Modelos, backstage empapelado de polaroids, maquillistas, luces, pasarelas eternas-bellas-inspiradoras.

MACRO siempre me ha parecido la versión hippie chic, con visos intelectuales y relajados, de este otro evento formal. Lograrlo en el Casco Viejo ha sido siempre el punto álgido del evento en sí. Lo que sucede en las calles de MACRO es interesante: hay más tatuajes, más crochet, más rastasfari, más chancletas, más piercings. Más juventud y libertad.

Hay tanta curiosidad por las colecciones de Sandoya como por los últimas cortos realizados por los neo cineastas locales, hay más música alternativa, hay propuestas fotográficas para mirar con otros ojos.

Un poco Londres, un poco París los domingos en la mañana cerca del mercado de pulgas, algo del Bond Street de Buenos Aires, una pizca leve del avanzado Japón, toques de Bocas del Toro y mucha panameñidad dando vueltas alrededor de extranjeros mochileros jóvenes que pululan nuestro territorio en su años de exploración y divertimento.

Tener MACRO nos hace bien. Perder MACRO nos reduciría de cierta forma. Pero contamos con que eso no pasará. Panamá va creciendo, las mentes van creciendo y MACRO se agranda. A niveles MACRO. Por suerte. Para mí, MACRO es el carnaval correcto. ¿Qué puedo decir? ASESORA DE IMAGEN