Jeffrey Epstein, el caso contra el abuso sexual que conmocionó a EEUU

Actualizado
  • 04/06/2020 00:00
Creado
  • 04/06/2020 00:00
Con el foco puesto sobre las mujeres que sufrieron los abusos de Jeffrey Epstein, Netflix añade el documental 'Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico' a su menú de 'streaming'. La historia transcurre con testimonios de abogados, periodistas y personas allegadas a Epstein que conocieron sus tráficos de mujeres, sus fraudes y la telaraña de abusos que creó en dos décadas hasta su fallecimiento en 2019

En 1976 el nombre de Jeffrey Epstein era aún desconocido para la élite estadounidense, aún nadie conocía al joven nacido en Coney Island que se convertiría en uno de los hombres más ricos del país y también uno de los más fraudulentos. Mientras trabajaba como profesor de matemáticas en Nueva York (bajo un certificado universitario falso), Epstein se acercaba cada vez más a Wall Street, hasta conocerlo por completo y formar parte del lado de los malos: complotando pirámides de estafa, esquemas Ponzi y aliándose con nombres manchados de la industria.

'Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico' , la apuesta de Netflix.

Ahora, tras casi un año de su muerte en 2019, Netflix dedicó sus esfuerzos a desenmascarar la historia detrás del hombre misterioso que rondaba EEUU y quien fue acusado de abusar sexualmente de más de 40 mujeres jóvenes –adolescentes incluidas– en casi dos décadas.

La serie documental 'Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico' fue incluida en la cartelera de la plataforma de streaming para la degustación de sus usuarios, alcanzando el primer puesto en el top 10 de más vistos en Panamá esta semana.

Con cuatro episodios de una hora cada uno, el tiempo para dedicarle a la historia entera de cómo Epstein pudo reclutar a decenas de jóvenes para complacer sus propias necesidades sexuales se queda corto, y es posible que nunca sepamos la verdad de su pirámide de escándalos ahora que falleció. Aún así, ponerle cara a las voces que denunciaron sus ataques mucho antes de que se presenciara un show mediático, se presenta como un avance en las filas del movimiento #MeToo en pro de justicia para víctimas de abuso sexual en Norteamérica.

En 1996, la joven aspirante a artista María Farmer y su hermana menor Annie fueron las primeras en dar un paso al frente en contra de Epstein. Según cuentan ellas mismas durante el documental, una chica atrajo a María a la mansión de Epstein en Palm Beach, Florida –un área residencial privada para personas de alta alcurnia–, donde lo conoció y sufrió de sus toques inapropiados. Luego, aterrorizada y silenciada, involucró a Annie, tras falsas promesas de Epstein de darle una educación de calidad y un viaje asegurado antes de entrar a la universidad. Ella también fue abusada, esta vez en la isla privada del magnate: Little St. James, en Islas Vírgenes.

Annie Farmer

Así, la serie nos adentra al desfile de testimonios de víctimas, como Virgina Roberts Giuffre (la que aparece en la célebre foto con Andrés de York), Sarah Ransome (refugiada en Cataluña, España desde hace años), Shawna Rivera o Haley Robson, mujeres que fueron engañadas para entrar a solas a la mansión de Epstein y salir traumatizadas por el abuso. Algunas venían de familias rotas, de situaciones de pobreza e incluso de ser testigos de homicidios, pero confiesan que pasar por manos de Epstein fue lo peor que les sucedió en la vida.

Algunas de ellas sirvieron a la casa del multimillonario por años, bajo amenazas y mucho temor por las represalias de hacer enojar a alguien tan poderoso e influyente en la sociedad estadounidense. No fue sino hasta 2005, cuando el departamento de policía de Palm Beach recibió informes de una madre de familia que indicó el abuso que había sufrido su hija en casa de Epstein, la joven tenía 14 años. Eso sacó la bandera roja que las hermanas Farmer habían sembrado casi diez años antes –con la diferencia de que ahora el número de víctimas era el cuádruple que en los años 90–, y que el detective encargado del caso Joe Recarey no se detendría hasta ver a Epstein tras las rejas, lamentablemente Recarey falleció antes de hacerle justicia.

Epstein y Ghislaine Maxwell

La serie avanza con lujo de detalles (aunque sin ser morbosa), con videos de archivo de la policía de Florida y la presencia de periodistas, abogados, políticos y exempleados del acusado, todos coincidiendo en una cosa: Epstein fue un pedófilo, proxeneta y un manipulador. “Él era capaz de manipularte a su antojo con solo su carisma”, aseguró un entrevistado.

Ya fuera en la “isla de los pedófilos” –como se conocía a su isla privada en el Caribe–, en su mansión resguardada en Florida, su apartamento en París o su casa de siete pisos en Nueva York, las atrocidades de Epstein continuaban casi que a diario, sin ninguna consecuencia legal. Fue acusado por solicitud de prostitución y por solicitud de una menor para prostitución, pero solo obtuvo 18 meses de castigo en una penitenciaria –dado al acuerdo firmado por el que sería luego secretario de Estado, Alex Acosta, en calidad de fiscal de Florida que le exoneraba prácticamente de todos sus crímenes a cambio de una sentencia mínima–, de los cuales cumplió solo 13 meses y gracias a sus millones obtuvo libertad condicional, la cual violó incontables veces. “Violar la libertad condicional es ilegal en el estado de Florida, excepto para Jeffrey Epstein”, contó un investigador privado en la serie.

Pero el trabajo de la serie documental no es sacar a la luz nada de lo que no se haya hablado ya en los últimos años tras el escándalo judicial de Epstein y la aparición de sus víctimas en público, reclamando un día en el tribunal, sino presentar las voces de quienes fueron abusadas por un sistema judicial corrupto y obligadas a guardar silencio por más de una década.

Traficadas y transportadas entre amigos y conocidos de Epstein –en la lista de sus más allegados figuran los millonarios Les Wexner, Harvey Weinstein, el príncipe Andrés y los presidentes de EEUU Donald Trump y Bill Clinton, además de otras celebridades–, las mujeres entrevistadas dan sus testimonios con valentía, dejándose la piel frente a las cámaras, sabiendo que serán vistas y hasta juzgadas por los millones de ojos que verán la cinta mientras esté disponible en Netflix. “Me hubiera gustado ver a Epstein ahora; así vería que no me destruyó”, comentó una sobreviviente.

La única participación de Epstein en todo el documental es una deposición en 2010 donde repite una y otra vez que apela a la quinta enmienda de la Constitución de Estados Unidos frente a preguntas que lo podrían incriminar de todos los actos sucios que cometió. Más allá de cualquier verdad que pueda sacar la investigación, lo que hace es echar luz sobre una realidad horrorizante: la justicia no opera de igual forma para las esferas altas que para el resto de la sociedad.

La muerte de Epstein aún arrastra cola, las cifras reales de a cuántas mujeres tuvo en su poder, cuántas vidas infectó y cuántas personas fueron sus cómplices, puede que nunca salgan a la luz, al menos nos quedamos con una definitiva: su exnovia Ghislaine Maxwell, quien predeciblemente negó todas las acusaciones en su contra y aseguró no saber nada acerca de los actos reprochables de su exnovio (aun así, aparece en muchas fotos con las víctimas).

¿Cuántos supieron lo que sucedía tras las paredes blancas de su mansión e hicieron de la vista gorda? Quizá no lo sabremos nunca, o hará falta una mayor investigación a fondo fuera de cámaras en un futuro, pero lo que sí deja el documental en claro es el acierto de su título: 'Jeffrey Epstein era rico, de la manera más asquerosamente posible'.

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