Los niños son personas curiosas

U n niño es como una página en blanco, siente curiosidad por todo, quiere aprender rápidamente y es muy impaciente al notar su ignoranci...

U n niño es como una página en blanco, siente curiosidad por todo, quiere aprender rápidamente y es muy impaciente al notar su ignorancia. A los dos años y medio. Tan pronto como el niño empieza a expresarse, no duda en hacer toda clase de preguntas. Es un período del “por qué” y “cómo”.

Llama la atención del adulto al sentarse junto a él “¿por qué haces esto?” “¿por qué tomas eso?”. Lo hace con el único propósito de identificarse con el adulto. Su prioridad no es conocer la intención del adulto.

Desde los tres años y medio: Aquí es donde se manifiesta el “verdadero” por qué. Aquéllos que hacen preguntas existenciales zambulléndose en busca del centro del universo.

De esta manera el niño busca con pasión verificar las ideas que él se hace en su lado poético e imaginario. Algunas veces es extenuante tanto para los padres como para los educadores.

¿Por qué responder? Es el deber de la madre o padre hacerlo. Si lo deja solo se arriesga a desestabilizarlo.

Ayúdelo a seguir adelante: Lo que el niño quiere es encontrar un significado de lo que le rodea. Por más sufrimiento que le cause saberlo, eso lo sostendrá y permitirá a seguir adelante.

Él lo hace inocentemente, no lo critica, todo es lógico para él. La respuesta a su pregunta es más importante que su desilusión ante la verdad. Solo reforzará su confianza en los adultos.

Aprenda a responder: Las preguntas de los niños son sorprendentes y embarazosas. Pero ¡no entre en pánico!

¿Con qué palabras?

Las preguntas son normales y espontáneas. Así que cuando hable de sexualidad o pobreza, respóndale en forma natural. ¡Sin pena! Él espera ciencia y sentido, no técnica, así que no le responda en forma clara, franca y completa. Si lo evade se arriesga a que él haga uso de su propia interpretación.

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