El fin de los lienzos rodantes de Panamá

Actualizado
  • 29/01/2010 01:00
Creado
  • 29/01/2010 01:00
PANAMÁ. “Me gusta como tú mueves la cintura”, se escucha el tema popular de la época de oro de los combos nacionales, la escena de repen...

PANAMÁ. “Me gusta como tú mueves la cintura”, se escucha el tema popular de la época de oro de los combos nacionales, la escena de repente no es muy común. Nos encontramos en una galería observando una muestra pictórica.

Pero hay que admitir que no se trata de una galería común. Se trata de una que acoge el arte alternativo y popular. De hecho, la muestra tampoco es común. Frente a nosotros se encuentran cinco obras hechas con aerógrafo sobre lienzo. El estilo es el utilizado por artistas que hicieron de los autobuses urbanos algo sinigual y único.

Fuera de la galería Diablo Rosso (nos encontramos en el barrio de San Felipe), las imágenes corresponden a la música que sigue sonando “maná maná...” y que me distrae un poco de mi tarea de buscar entre los asistentes al artista que expone sus obras.

Me presento y decidimos hacer la entrevista en la acera, “allí se escucha mejor”, me dice Oscar Melgar, el autor de las obras que muestran mujeres que en la cabeza lucen unos rollos enormes y que muestran que esto del “seteo” es también todo un arte.

“La primera exposición que tuve tuvo como tema la cultura japonesa. Esta quise dedicar a lo local, a los barrios y allí te encuentras a personas como las que aparecen en las pinturas, muy en su mundo”, comenta Melgar.

Parte de la naturalidad que muestran las obras se debe a que estas mujeres ni siquiera sabían para qué les estaban tomando una foto. Por eso no están arregladas, no posaron, algunas incluso mostraron cierta indiferencia hacia la cámara. Eso sí, todas están bien “seteadas”. De estas fotos, tomadas por Jaime Justiniani partió el trabajo de los lienzos de Melgar.

“Las fotos se tomaron en San Felipe, El Chorrillo, Boca La Caja, andábamos buscando diferentes personalidades de barrios populares”, detalla el artista. La expresión en el rostro de las mujeres fue lo que determinó la selección. “A pesar de que no son modelos y las tomamos en un momento inapropiado, sin posar, ellas expresan mucho”, afirma el pintor, quien espera que ellas se vean, de repente en el periódico. “Pienso que sería una sorpresa grata para ellas el haber sido tomadas en cuenta para este proyecto”.

Lo más complicado de lograr en cada una de las obras, de acuerdo con su autor, es la cantidad de detalles, en el rostro de estas mujeres y en los fondos; los matices que hay en cada cuadro. “En estos barrios la gente tiene muchos adornos, las cortinas son muy coloridas; lograr que lo del fondo junto a la figura principal te lleve a una armonía, eso era loq ue se buscaba”, dice Melgar.

“Me siento muy satisfecho”, dice Melgar al ver su traajo terminado y expusto en una galería.

“Parece lo mismo que está en los buses pero aquí pasa de ser pintura popular a arte”. Sus declaraciones son interrumpidas por una ruidosa bachata que suena desde un auto que pasa frente a nosotros.

“Tratar de alejar este trabajo de los buses, usar la misma técnica y plasmarlo en un lienzo y que la gente lo vea de un modo diferente, eso es lo interesante. En una galería lo ves con otros ojos”, afirma.

Sobre el final de los diablos rojos Melgar sostiene que “toda mi vida me he dedicado a la pintura de los buses, que desaparezcan es como si parte de mi vida desapareciera”.

Los buses abrieron muchas puertas a Oscar Melgar, él mismo se ve como “alguien que surgió de la nada y que pintando buses ha logrado mucho, incluso a nivel internacional”.

Quedan muchas experiencias vividas, cosas logradas. Lo único que el artista lamenta no haber podido lograr es que la gente mire a los “diablos rojos” como algo que es parte de nuestra cultura.

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