Alquimistas del legado a la ganancia

Actualizado
  • 10/05/2011 02:00
Creado
  • 10/05/2011 02:00
A través de los años ágiles manos han forjado en hilos, piedras, madera, barro y otros materiales naturales la identidad de sus pueblos...

A través de los años ágiles manos han forjado en hilos, piedras, madera, barro y otros materiales naturales la identidad de sus pueblos. Quienes reciben tal herencia tienen la responsabilidad de conservarlas como lo tesoros que son. No obstante, valorarla no significa que no debe evolucionar.

Aunque nuestros pueblos latinos son ricos en artesanías, esta bonanza no siempre se transmite en beneficios económicos para los artesanos. Lo cierto es que algunos pueblos sí han sabido mantener el legado y vivir de él. Tal es el caso de ciertos sectores de Colombia, específicamente en Santander.

En este departamento se encuentran poblados enteros que viven del patrimonio que les dejaron sus ancestros.

FIQUE

Por centenares de años los indígenas Guane se dedicaron a trabajar la fibra extraída del fique -planta propia de la región. Pese a que la tradición continuaba viva en el municipio de Curití, los pobladores no habían descubierto todo lo que podían hacer con ese material y no fue hasta el año de 1995 cuando los artesanos se empezaron a instruir en la práctica textil.

En ese mismo año llegó la Empresa Cooperativa de Fibras Naturales de Santander (Ecofibras), quienes se ocuparon de instruir al pueblo con diseñadores y expertos en manejo textil. Así los artistas podrían hacer que su heredad llegase a otras latitudes.

La sencilla fibra de fique fue tomando nuevas y más vistosas formas. Es aquí cuando el hábito se convirtió en ganancia. Las manos de estos hombres y mujeres son capaces de convertir ese material en aretes, bolsos, calzado, sillas, muñecas, en fin cuanto se les venga a la mente.

PIEDRA

Los ‘picapiedras’ no solo están en dibujos animados. Si se visita Barichara (un municipio de Santander) los podrá encontrar.

A este quieto poblado llegan personas de muchos lugares de Colombia a buscar la piedra barichara para erigir diversas obras, por lo que le toca a los patiamarillos (apodo de los lugareños), con cincel en mano, salir a darle forma a la mole.

No solo las casas se levantan en piedra, esta materia es el estilo de vida de su gente. Aunque es difícil de roer, puede pasar a ser un reloj, un asiento, una taza o el revestimiento de un suelo.

Para complementar la destreza de los ‘picapiedreros (como se les conoce en el mundo), hace cuatro años se inauguró el Taller de Oficios de Barichara, donde se les enseña a jóvenes y adultos Esta práctica, esto asegura que el legado no se pierda.

En la institución mencionada también se educa en labores manuales como costura, cocina, manejo del barro, orfebrería, hotelería, música y manejo de ciertas tecnologías. Con este agregado los hijos de la piedra adquieren conocimientos para competir en las sociedades modernas, sin necesidad de salir de la quietud de su tierra. Para que esto fuera posible el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y la Comunidad de Madrid dieron su apoyo al proyecto.

Muchos le atribuyen este logro a la ex primera dama Dalita Navarro, quien actualmente funge como directora de la entidad.

En esta escuela las personas no solo aprenden, aquí ellos encuentran la catapulta para dar a conocer sus obras, ya que cuando un foráneo arriba al pueblo no deja de pasar por este recinto y lo primero que saltan a la vista son las hechuras de los alumnos. De hecho, dentro de la entidad se encuentra el Café Las Cruces, considerado uno de los mejores restaurantes de las cercanías, y muchos de sus chefs no superan los 18 años.

Cabe aclarar que los pequeños que atienden clases en este taller, alternan sus estudios académicos regulares con estas prácticas, por lo que al final pueden ser profesionales con un amplio marco de conocimiento.

Para que Barichara y Curití se convirtieran en las industrias artesanales que son, fue necesario que los lugareños tuvieran la disposición de adquirir nuevos conocimientos para beneficio de sus hechuras. Es seguro que a lo largo de América habrá otras comunidades con tanto valor artesanal como los mencionados hoy, pero que no han tenido la dicha que de ser amparados con la iniciativa de alguien que les ayude a hacer de su legado un medio para vivir mejor.

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