Panamá lee menos de un libro al año

Actualizado
  • 10/03/2013 01:00
Creado
  • 10/03/2013 01:00
O rit Btesh inicia su relato con un dato alarmante: en 1962 Nueva Zelanda y Panamá tenían el mismo índice de lectura. Hoy, cuarenta años...

O rit Btesh inicia su relato con un dato alarmante: en 1962 Nueva Zelanda y Panamá tenían el mismo índice de lectura. Hoy, cuarenta años después, Panamá se ha quedado a años luz del primero, que también encabeza la lista como el país menos corrupto y más honesto del mundo, según Transparencia Internacional.

La presidenta de la Cámara panameña del Libro y responsable de la librería El Hombre de la Mancha considera que los bajos índices de lectura son parte de la idiosincrasia de un pueblo, algo inherente a él. ‘Eso, sumado a que la educación no ha sido una prioridad para los gobiernos, ha hecho que Panamá todavía se encuentre en pañales en cuanto a la lectura; por eso es tan bajo el nivel de comprensión’.

Los panameños leen, de media, menos de un libro al año, según el último estudio realizado por la Fundación Leer en colaboración con el INAC, que confirma que sólo uno de cada diez panameños lee. ‘Son los mismos datos que hace diez años; no hemos avanzado ni milimétricamente’, reconoce Priscilla Delgado, presidenta de la Fundación y expresidenta de la Cámara del Libro.

Ante la inquietud que generan estas cifras y como medida para contrarrestarlas, el próximo mes de octubre Panamá se convertirá en la sede del VI Congreso de la Lengua —coorganizado por el Instituto Cervantes, la Real Academia Española, la Asociación de Academias y el país anfitrión—. Un evento trienal que reúne a más de 200 lingüistas y filólogos del mundo hispanohablante para debatir sobre los problemas y las soluciones de la lengua, y especialmente sobre el pasado, el presente y el futuro del libro escrito y publicado en español bajo el lema ‘El español en el libro: del Atlántico al Mar del Sur’.

SIN CULTURA LECTORA

Mientras los expertos buscan soluciones, Delgado afirma que la mayoría de los lectores panameños son coyunturales, buscan libros de ocio o entretenimiento que estén de moda –‘como Cincuenta sombras de Grey; un éxito en ventas’–. ‘Se trata de un lector no avezado, comprador compulsivo de la Feria del Libro por ser una moda’, agrega. Precisamente, en la última Feria del Libro de Panamá se aumentaron un 30% las ventas y la asistencia al recinto de Atlapa, donde se dieron cita más de 96.000 personas.

Sin embargo, según los datos recopilados, de ese escaso margen del 10% de lectores, sólo cinco de cada cien escogen una lectura que Delgado califica ‘de profundidad’. La especialista considera que este tipo de lectura sólo la realizan personas con un título superior que hayan tenido un entrenamiento fuerte en la casa con el ejemplo de lectura familiar.

Tanto Delgado como Btesh coinciden en que Panamá todavía se encuentra en un nivel inferior de lectura repecto a otros países de la región, como sus dos vecinos, Costa Rica o Colombia. ¿La solución? ‘Hay que invertir más en la formación de los profesores para que estos fomenten la lectura en las escuelas; no se ha puesto énfasis suficiente en este aspecto y tenemos un gobierno que apoya más los carnavales que la Feria del Libro’, opina Btesh.

SEMBRAR BIBLIOTECAS

El tercer grupo de lectores es el de bibliotecas, revistas y periódicos, que no ha entrado en consideración en los últimos estudios. Sin embargo, Btesh afirma que las bibliotecas son muy pobres en contenido y cantidad, y enfatiza que ‘en los países desarrollados se va una vez a la semana a la biblioteca; mientras que aquí no hay hábito’.

Uno de los argumentos más esgrimidos para justificar la escasa venta de libros y la presencia de tan sólo una docena de librerías en la ciudad es el precio. Delgado lo desmiente: en Panamá el precio de los libros es casi un 20% inferior al del resto de la región, y además carecen de impuestos. ‘Cuando el libro es prioritario no importa el precio; pero en Panamá no lo es, es un elemento de ocio y la lectura no está democratizada. Seguimos teniendo una lectura elitista, asociada al nivel intelectual, cuando la lectura es un derecho y no un privilegio’.

La misma consideración clasista de la lectura se mantiene en el mundo digital. En 2009, el 53% de los escritores estaba produciendo libros electrónicos. En 2012, ese porcentaje aumentó al 80%, Así mismo lo hicieron las ventas, que crecieron de un limitado 0,8% en 2008 a un 6,4% hace dos años, según la encuesta realizada por Aptara para Latinoamérica.

Actualmente, en América Latina, el 15% de los libros editados en 2011 entraban en la categoría de digitales, lo que supone más de 21.700 títulos. Si bien, el 90,4% de esa producción se concentra en Brasil, Colombia, Argentina y México. ‘En Panamá nada; nadie lee en digital’, afirma tajante Delgado. En la encuesta que está realizando la Fundación para el INAC, ninguno de los encuestados respondió haber leído ningún libro digital. ‘Panamá está en pañales’, dice.

Si bien ambas especialistas confían en que la influencia estadounidense pueda incrementar esta rotunda cifra, son conscientes de que para consumir libros digitales se precisa una tarjeta de crédito, un ebook, internet, etc., todos ellos limitantes para un gran porcentaje de la población.

REGALA UN LIBRO

El Día Internacional del Libro se acerca y los preparativos para el 23 de abril ya han comenzado. La Cámara del Libro planea repartir 5.000 libros en semáforos, paradas, cruces y otros lugares de toda la ciudad para que ‘no haya excusa para no leer’. Todavía no se han revelado cuáles serán los ejemplares, pero entre ellos se encontrará una recopilación de cuentos de los hermanos Grimm, para conmemorar los 200 años de la edición del primer volumen de historias de los escritores alemanes.

El año pasado, la Cámara distribuyó 2.000 tomos de El Principito, además de otros libros que todos los miembros de la cámara donaron.

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