Sueños en esculturas

Actualizado
  • 28/08/2017 02:02
Creado
  • 28/08/2017 02:02
Las piezas de Gladys Sevillano y Armando Granja conforman ‘Quimeras', una muestra llena de metáforas sobre los viajes, la belleza y el amor

En la renovada galería Allegro, los sueños y las inquietudes de dos artistas se exhiben en forma de esculturas. Las piezas de Gladys Sevillano y Armando Granja, cada uno con un discurso propio pero en constante diálogo, cohabitan este espacio para formar la exposición ‘Quimeras', que puede visitarse hasta el próximo 11 de septiembre.

El título de la muestra hace referencia al recinto donde ambos producen sus esculturas, el taller de arte Quimera, bautizado así por representar un sueño que uno puede alcanzar: para Granja y Sevillano el trabajo, la vida, la familia y los sueños, son uno solo.

Al sumergirnos en la exposición, es fácil distinguir en las obras de Sevillano el uso de la barca, según la artista, como una metáfora del viaje.

‘Con la barca aludo al viaje geográfico, pero realmente siento que todos hacemos uno en esta tierra y para mí ese viaje es ir de la razón al corazón. Un viaje que hacemos al alma', dilucida la artista, nacida en Colombia y residente en el istmo desde 1960.

Una de las técnicas que utiliza es el pate de vêrre (pasta de vidrio), que logra con vidrio cortado y fundido.

‘Trabajar con el vidrio es trabajar con luz porque cada color te va transmitiendo una sensación y hay que desarrollar la paciencia porque es un proceso largo, pero cuando sale te gratifica un montón', comenta la artista, quien trabaja con vidrio desde hace 30 años.

Durante algún tiempo, añade Sevillano, en el taller que dirige junto al maestro Granja, trabajaron vitrales, hasta que profundizaron en las técnicas de fundición.

Hoy parte de ese viaje artístico del que ella forma parte, se deja ver en la sala en barcas y tripulantes trabajados a base de bronce.

Finalmente, en la colección de Sevillano pueden observarse esculturas de máscaras confeccionadas con vidrio fundido, que nos remiten a uno de sus primeros trabajos con este material.

‘La máscara es un elemento simbólico. Los seres primarios las utilizaban para pedir lluvia y comida. También es una conexión del hombre con el espíritu o fuerzas naturales externas que no podía manejar', describe la autora.

EL AMOR Y LA MEMORIA COMO CATALIZADORES

Como si se tratara de abrirle paso, una de las esculturas de Sevillano colocadas hacia el centro de la galería incluye el uso de concreto, un material predominante en la colección contigua: las piezas de Granja.

En este ambiente nos reciben esculturas cúbicas de concreto, con una cubierta de vidrio y una forma de corazón en el interior, el cual es incrustado por objetos antiguos —oxidados—.

‘Con la barca aludo al viaje geográfico, pero realmente siento que todos hacemos uno en esta tierra y para mí es ir de la razón al corazón. Un viaje que hacemos al alma',

GLADYS SEVILLANO

ARTISTA

‘Muchas de las cosas que están vinculadas a las esculturas son objetos recolectados de la calle, como si me hablaran y me dijeran que quieren contar una historia', menciona Granja, quien nació en Colombia y vive desde 1981 en Panamá, cuando fundó el taller Ilobasco, patrocinado por las Naciones Unidas.

Entre esos objetos está una madera de un velero en naufragio de la costa caribeña y un alambre de púas de la época de la invasión (1989).

Al lado de esta serie, varios bloques rectangulares de concreto —también con objetos antiguos en su interior, como llaves y cerraduras, además de rosas blancas—, llevan por nombre el título de una canción de bolero, y desde el concreto emerge una sensación ambigua, entre amor y nostalgia.

‘El bolero es filosofía popular. Hay una melancolía profunda sobre ese amor que nunca será', explica Granja, quien inició en el quehacer artístico en 1975, y matiza su reflexión: ‘El amor nos libera, nos hace grandes, pero también en pleno cielo pueden cortarte las alas. Te lleva a la gloria o a la miseria. El mejor de los amores termina en un divorcio ineludible que es la muerte'.

Al mirar de cerca, en esta sala decorada con un viejo gramófono, las piezas poseen un vidrio en el fondo donde se pueden leer versos de boleros.

Pero lo que más capta la atención de las composiciones escultóricas de Granja son los rostros femeninos incompletos, resquebrajados que encuentran un lugar imprevisto en sus piezas.

‘De alguna u otra manera, no son imágenes completas, sino solo pedazos. Decía (Joaquín) Sabina: ‘Lo que queda de mí te extraña', y es un poco esa idea rodando, somos el recuerdo de lo que vivimos, lo que queremos acordarnos', concluye el maestro.

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