Paz a precio de diamante

Actualizado
  • 25/12/2018 01:00
Creado
  • 25/12/2018 01:00
En Alicante, España, hay un lugar donde el lujo y la salud son los protagonistas. Sha Wellnes Clinic ‘no es un hotel, tampoco un spa, es una clínica de bienestar'

‘Sin bienestar la vida no es vida; solo es un estado de languidez y sufrimiento…' leía en mi celular aquel miércoles, durante un viaje de Madrid a Alicante. Desconocía lo que me esperaba. 10:45 de la mañana, descendía en un andén donde un montón de gente esperaba el carro que les llevaría a su destino. Veía, a lo lejos, mi nombre en un cartel sostenido por Pablo —el chofer—, quien me guiaba a un lujoso sedán para comenzar mi segundo periplo. ‘En ese mismo asiento han estado Naomi Campbell, Elsa Pataky, Isabel Preysler, Kylie Minogue, Donna Karan, Julio Iglesias, Carlos Baute… y ahora usted. Le aseguro que vivirá una experiencia incomparable', decía el simpático conductor mientras miraba por el retrovisor. La Sierra Helada, el pico Puig Campana y la Bahía de Altea me daban la bienvenida a Albir.

Cinco edificios blancos e impecables —unidos entre sí por puentes cristalinos—, una cascada que rozaba las paredes de piedras naturales y distintas ráfagas de luces azules y nevadas engancharon mis sentidos. Ya esa fachada denotaba lujo, clase y exclusividad. Sha Wellness Clinic era el lugar. Al cruzar la puerta de esa imponente estructura, no imaginé lo que vendría. ‘Bienvenida a Sha… Es un placer para nosotros contar con su presencia', decía Yusmila Suárez, directora de mercadeo del establecimiento.

Un recorrido por todas las instalaciones fue el siguiente paso. Sentía que era una turista ansiosa de conocer un país, un santuario, un refugio de paz. ‘Sha Wellnes Clinic no es un hotel de lujo, no es un spa, es una clínica de salud y bienestar', afirmaba Alisa, la amable guía que me acompañaba. Mientras caminábamos por los pasillos cargados de sobriedad, confirmaba que no hacía falta salir del lugar. Era un pequeño ecosistema ambientado con una sutil música de fondo y un leve aroma a eucalipto, una combinación perfecta para sentirse en armonía. Piscinas terapéuticas, obras de arte, salas de tratamientos clínicos y de belleza, cuartos de yoga y meditación, gimnasio, biblioteca, cine y hasta una sencilla capilla católica.

‘Antes de llegar a Sha, el huésped rellena un formulario para que nuestro personal conozca los problemas de salud y las expectativas. Para notar los resultados deseados, recomendamos que los huéspedes estén siete días. El cambio comienza del interior y se demuestra en el exterior', recomendaba Alisa con firmeza.

Después del breve aperitivo del lugar, llegué a mi habitación, número 815. Allí unos detalles personalizados me reiteraron la acogida. Junto a ellos, mi pequeño itinerario —en una tablet — de las actividades que realizaría durante mi estancia. Me coloqué un delicado albornoz color perla para irme acoplando al ambiente. (Todos los huéspedes deambulaban por los pasillos vestidos de esta forma).

COMIDA

Ya eran las 12:50 p.m., mi primera cita. El restaurante Shamadi, ubicado en la cuarta planta, me esperaba, y menos mal, porque mi estómago empezaba a reclamarme. Mientras acudía, me adentraba en cada rincón del complejo realizado por el arquitecto uruguayo Carlos Giraldi y los interioristas españoles Elvira Blanco y Francisco Palacios.

En el elegante comedor me esperaba Kevin, el distinguido jefe de servicio venezolano, quien me acompañó al que sería mi puesto durante el resto de la estancia. Aquí no había vino Rioja ni paella ni mucho menos jamón de Jabugo (comidas típicas de la Madre Patria), lo que sí había era un menú saludable inspirado en la cultura oriental. ‘Aquí se proponen tres tipos de dietas, dependiendo de los objetivos que se quieran lograr. La dieta Kushi, que contiene de 600 a 700 calorías diarias (recomendada para adelgazar); la dieta Bioligth, que posee de 900 a 1,000 calorías diarias; y la dieta Sha, que suministra de 1,300 a 1,500 calorías diarias. Este tercer tipo de dieta es la más sabrosa y sugerida para disfrutar al más puro estilo gourmet', explicaba con entusiasmo Pablo Montero, el chef del establecimiento. Sin titubeos, comencé con esta última: crema de calabacín, tofu ahumado, huevas de trucha, espelta y pimienta de java fue mi entrante. Seguido de un tataki de atún sobre risotto de setas —uno de los platos estrella de la clínica— y de postre un mousse de chocolate negro, delicioso.

Tras la exquisita inyección de energía, acudí a mis siguientes actividades. Era hora de ir a la clínica. En la sala de espera, los minutos pasaban entre máquinas de oxígeno, degustación de diferentes tés y el suave sonido multicultural del lugar. Allí no se hablaba español: se optaba por el inglés. ‘En Sha somos 250 empleados de 25 nacionalidades distintas. Desde que comenzamos, hemos recibido más de 30 mil visitantes de todo el mundo y la mayoría repite su experiencia', relata uno de los responsables.

Era el turno de conversar con la experta nutricional, Isabel Moreno. Le confesé todos mis pecados gastronómicos y mis autodietas que, como toda mujer, comienzo los lunes y termino los martes. ‘Debes masticar por lo menos 20 veces. Cenar fruta, yogur o suspender los hidratos de tu alimentación es casi mortal para tu metabolismo', explica.

VALORACIÓN COGNITIVA

Cuando Isabel absolvió todos mis faltas y dejó como minúscula penitencia un menú Sha acorde a mis necesidades, asistí a la valoración cognitiva y a la sección neurofeedback (última apuesta de la clínica) dirigida por Bruno Ribeiro Do-couto , profesor de la Universidad de Murcia. ‘La unidad de desarrollo cognitiva, a través de la tecnología y conocimiento científicos, permiten potenciar la capacidad cognitiva de los individuos, detectar las causas de déficit de atención, faltas de memoria y proponer mecanismos para el control de ansiedad y concentración', expuso Ribeiro.

‘Antes de llegar a Sha, el huésped rellena un formulario para que nuestro personal conozca los problemas de salud y las expectativas. Para notar los resultados deseados, recomendamos que los huéspedes estén siete días.

Tras la explicación del profesor, comencé mi primera evaluación: un test creado en la Universidad de Cambridge que permite diagnosticar cuál es tu grado de memoria y atención. Después nos dirigimos a la sala de cine donde vería una película que mediría mi nivel de concentración. ¿Cómo? El profesor conectaba unos aparatos especializados en mi frente que le permitirían medir qué sensaciones y emociones provocan mi dispersión. Es decir, si yo no estaba lo suficientemente atenta, el artefacto lo detectaba y la película se paraba.

Una puesta de sol, tras sustituir el albornoz por una vestimenta más elegante, cerró el día mientras se acercaba la hora de la cena. El restaurante amenizado por un piano en directo me teletransportaba a un exclusivo bar de la capital española.

Día a día era una aventura. Desde las 8 de la mañana, cuando comenzaba el desayuno, se iniciaba una nueva experiencia. Acupuntura, pilates, relajación con una envoltura de algas detox, limpieza facial, minutos de sauna y piscina y un entrenamiento fitness personalizado fueron algunas de las actividades que despejaron el espectro de la rutina. Con la asesoría, además, del profesor Ribeiro y el apoyo de herramientas tecnológicas como ‘Lumosity' —una app que da agilidad a la mente— logré diferenciar en qué momento del día traslado mi concentración a otra órbita y corregirlo.

En un sitio privilegiado, donde los veranos son largos y los inviernos cortos, se encuentra Sha Wellness Clinic, fundado desde hace diez años por el doctor Alfredo Bataller. Un complejo cargado de lujos, no apto para todos los bolsillos. (La noche puede costar desde 275 dólares en individual y 340 la doble. La royal suite hasta 7 mil dólares.) ‘Nuestro objetivo es que el paciente se despida con una nueva versión de sí mismo'.

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