La atajada memorable de Sacheri

Actualizado
  • 28/02/2019 01:00
Creado
  • 28/02/2019 01:00
En ‘La mejor de mi vida', Eduardo Sacheri abre el cofre de ilusiones y reflexiones que atesora cada portero que quiere ser Banks, Bufón, Casillas, Neuer, Courtois, Penedo, etc.

En el 2010, el filme argentino El Secreto de sus ojos , dirigida por Juan José Campanella, y basado en la novela La pregunta de sus ojos , escrita por Eduardo Sacheri, ganó el Óscar a la mejor película extranjera. El guion lo habían elaborado conjuntamente y fue un momento cumbre para ambos.

Aunque reconocido principalmente por esa novela de trama policial, Sacheri tiene además un extendido repertorio de su obra literaria impregnada de fútbol, un deporte que apasiona y desquicia a los argentinos. Colaborador durante años de la revista El Gráfico , reúne en su libro Las llaves del reino diversos textos publicados y, uno de ellos es el cuento titulado ‘La mejor de mi vida', donde narra su pasión por un puesto en el campo de juego que no siempre fue bien apreciado: la portería.

A manera de provocación, de abrebocas, para animar a buscar el escrito original, van estos fragmentos saltados de la historia:

‘Ahí estoy yo. A los diecisiete, todavía conservo alguna remota esperanza de atajar ‘en serio'. De que alguien me descubra. De que me lleven a algún club. De que me paguen por hacer lo que más me gusta'.

‘Atajo desde siempre, o desde que descubrí que en el arco puedo ser distinto, necesario, útil'. ‘Atajo desde que me di cuenta, a los diez años, de que para ser arquero lo más importante no es el talento sino las agallas, la voluntad... Por supuesto que hay que tener técnica'.

‘Pero sobre todo, para ser arquero hay que estar dispuesto a tapar con la cara, la panza, las piernas, los dientes o la espalda, con lo que sea con tal que la pelota no entre',

EDUARDO SACHERI

LA LLAVES DEL REINO

‘Pero sobre todo, para ser arquero hay que estar dispuesto a tapar con la cara, la panza, las piernas, los dientes o la espalda, con lo que sea con tal que la pelota no entre. Supongo que a los diecisiete voy al arco, entre otras cosas, porque combino cierta predilección por la soledad, una buena disposición para el sacrificio y una resignada serenidad para aceptar golpes y la responsabilidad.'

‘Jugar afuera, en cambio me genera ansiedad, dudas'… En el arco es distinto: yo solito con mi alma…'.

‘Rodrigo Manigot es flaco, alto, tiene las piernas larguísimas. Es veloz, de tranco largo, habilidoso a pesar de la altura. Y sobre todo, le pega a la pelota con un fierro'.

‘Y entonces arranca la mejor atajada de mi historia. Por el rival, por el derechazo que va a sacar, porque la pelota va a ir ángulo superior izquierdo del arco que da al gimnasio en la canchita del Nacional Morón, y porque yo sé todo un segundo antes de que ocurra. Es que, a veces, el fútbol nos permite eso. Saber las cosas que van a pasar antes de que pasen'.

‘Una especie de gimnasia de anticipación, producto de jugar y jugar, de mirar y mirar, durante horas y horas y años y años de fútbol'. ‘Por supuesto que eso no sucede siempre. De lo contrario, los futboleros mereceríamos manejar los hilos de la humanidad y el destino de la patria.'

‘(es)Un tiro recto que viene casi en llamas. Por eso tengo que girar en el aire y cambiar la mano... Y mientras caigo al suelo, mientras me lleno de tierra, mientras mis amigos festejan, escucho un ‘clap, clap, clap' al que no estoy acostumbrado…'.

¿Qué pasó entonces? Este es solo el tráiler literario, ‘el partido completo' con el marcador está en Las llaves del reino (Editorial Alfaguara).

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