Un encuentro del jazz con la música africana en Medio Oriente

Actualizado
  • 29/09/2019 07:00
Creado
  • 29/09/2019 07:00
Una clínica musical para los estudiantes de la Escuela de Música de la Universidad de Panamá fue ofrecida por Abate Berihun y el Addis Ken Project durante su visita a nuestro país

Unos minutos antes de la hora, ya se escuchaban algunas notas de jazz. Abate Berihun, saxofonista etíope radicado en Israel, presidía el encuentro con los estudiantes de la escuela de música de la Universidad de Panamá, un día antes del concierto del Addis Ken Project que comparte con Roy Mor, en el piano; Oz Yehiely en el contrabajo y Nitzan Birnbaum en la batería, como parte de la temporada World Music Panamá.

Su propuesta musical reune melodías etíopes cadencias del medio oriente y el sentimiento del jazz y todos estos elementos van llenando de a poco el ambiente del salón 112 mientras este, se va llenando de estudiantes.

El saxofón le da paso al piano, el piano le responde, la batería marca el ritmo, el bajo gana protagonismo y luego lo cede.

Llena la sala, se hacen las presentaciones de rigor, los músicos reciben un reconocimiento por parte de la Universidad de Panamá, luego Oscar Oviedo, presidente de World Music Panamá se dirige a los estudiantes de música poniendo el ejemplo de Abate Berihun, un hombre que desde su adolescencia se dedicó a la música y que a pesar de haber sido víctima de un atentado en su país que le representó dos balazos no abandonó su vocación. Tampoco lo hizo cuando al emigrar a Israel debió prácticamente empezar de cero.

El mensaje es claro, hay que trabajar mucho para lograr buenos frutos; hay que dedicarse para ofrecer un trabajo muy propio. El espacio que World Music y la Embajada de Israel en Panamá abren a beneficio de los estudiantes panameños es un elemento importante en su educación, como bien lo dice Oviedo. “Sus profesores les enseñan muchas cosas en clases, pero con estos encuentros, que crean grandes referencias aprenden mucho también”.

Los músicos toman sus lugares en el escenario para interpretar dos piezas musicales.

Berihun es un gran saxofonista, también un cantante con una potente voz.

El primer tema está basado en una oración judía. El segundo, se puede decir que es una canción de amor, cuenta la historia de un hombre que pierde a su mujer y va a buscarla a Bati, un pueblo con un gran mercado.

El público escucha atentamente y se maravilla de la destreza de cada uno de los músicos con su instrumento. Finalizan las interpretaciones y se abre un período de preguntas y respuestas.

La primera, sobre la estructura de sus composiciones.

“Las melodías están basadas en las principales escalas que utiliza la música etíope, pero con una marcada libertad para cada músico. “Cada quien aporta su propio estilo, tratamos de que todo sea muy libre”, dice Berihun.

En la música etíope existen cuatro escalas principales cuyas estructuras son básicamente pentatónicas con algunas variaciones:

Tizita, bati, anchihoye y ambassel. Adquieren sus nombres de canciones o de lugares del país. Estas melodías son armonizadas con un groove de medio oriente e interpretadas al ritmo del jazz o el blues.

“ La mayoría del material lo trae Abate, y es algo básico. y en los ensayos los arreglamos y adaptamos, todos aportamos ideas”, explica el pianista Roy Mor.

“Abate tocó por muchos años con material específico del papel, y él se dio cuenta de que había que aportar más libertad a la música que estaba haciendo”, declara Mor. Por ello, no usan partituras, todo el material que graban es tocado de oído, y de memoria. Esto requiere un gran nivel de conocimiento sobre el propio instrumento y una gran conexión entre cada uno de los integrantes del grupo.

Los músicos aseguran que las piezas cuentan con una estructura básica sólida, cada uno de ellos le pone su feeling a la música, y hay mucho de improvisación. No se trata de apegarse a algo que está escrito en un papel.

Su meta, como grupo musical es “llevar esa música simple a que suene de corazón”, cosa que, de acuerdo con Mor, no siempre se logra.

“Lo que Abate trae de hacer es escoger una escala y llevarla a una zona espiritual donde cada persona se hará su propia imagen de lo que está escuchando, nuestra meta es lograr esa conexión”, agrega el pianista.

Ese trabajo inicia con cada una de esas escalas, que tiene una característica específica y sumado al hecho de que la espiritualidad es personal y no existe una fórmula para agregarla a la estructura, dependerá de las creencias y las vivencias de cada persona, aquello que interpreten. “No enviamos un mensaje específico, lo que buscamos es que cada quien tenga una interpretación de cómo esa música lo hace sentir”, dicen los músicos. Y se sienten exitosos de que algún sentimiento, sea alegría o tristeza, aflore en la audiencia con cada interpretación.

El Addis Ken Project nació hace unos dos años, aunque algunos de sus integrantes ya se conocían.

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