Héctor Correa: 'La comida típica es mi sello y quiero llevarla a otro nivel'

Actualizado
  • 02/12/2019 17:26
Creado
  • 02/12/2019 17:26
El ganador de la primera versión de MasterChef comparte el secreto de su sazón. Revela las técnicas que utilizó en la final del concurso para obtener la aprobación de los jueces y así alzarse con la victoria. Sin dejar de lado la saloma, el chef 'amateur' cuenta el origen de su pasión por la cocina y detalla cómo perfeccionó sus habilidades culinarias

Héctor Correa, un chitreano (provincia de Herrera, Chitré) de pura cepa que ama cocinar. Estudia la carrera de logística y se dedica a la ganadería junto a su abuelo. Para él, la comida típica es su identidad, por eso busca ensalzarla en cada una de sus creaciones. Justamente ese amor por sus raíces interioranas y su sazón fue lo que le llevó a ganar el título del primer MasterChef del país.

Este joven de 30 años, quien se mostró serio al principio de la entrevista, nos contó que alguna vez pensó estudiar artes culinarias, pero lastimosamente no tuvo la oportunidad. “Primero me formé en Ingeniería Náutica. Ahora quiero casar mi pasión por la cocina con la parte logística”. Aunque no tiene contemplado adquirir una licenciatura en gastronomía, comenta que sus planes van relacionados a este ámbito. “La vivencia que tuve fue muy gratificante. Ahora tengo un proyecto que se llama 'El delantal', un restaurante de comida panameña que abriré con los $25 mil que gané. Por ahora me quedo con MasterChef y la carrera que estudio actualmente”.

El chef amateur destaca que siempre le ha gustado la cocina, pero jamás pensó verse en un programa televisivo. “Nunca había estado en ningún concurso, no había estado frente a cámaras, esto no era lo mío. Un amigo fue quien me dijo que tenía las cualidades para participar y me inscribió. Después de todo este proceso pasé a hacer la audición”.

Correa reconoce que llegar a MasterChef no fue fácil y describe con una sonrisa en su rostro el primer platillo que le presentó a los jurados. “Asistí al casting en Aguadulce. Recuerdo que veía los demás platos y todos tenían técnica, excepto el mío”. Apegado a sus costumbres Héctor preparó aquel día una ensalada de papa y lechona al horno, aunque no estaba convencido si pasaría a la siguiente ronda. “Hice una comida de fonda y al parecer a los jueces les gusto el sazón y por eso ingresé al concurso”.

Asegura que a medida que transcurría el programa, el trabajo se tornó más arduo “habían menos integrantes y los platillos eran muy bonitos. Entonces tuve que cambiar mi técnica, pasé de servir bastante, a aprender a emplatar con las porciones adecuadas, no combinar las presas grande de lechona con el arroz con pollo (ríe)”.

Correa confiesa que no le tiene temor al sartén, sin embargo admite que uno de los platillos más difíciles de crear fue el pescado. “En Panamá todo el mundo lo fríe. Vemos que en Colón lleva muchos ingredientes afroantillanos. La comida del interior se sazona a un estilo criollo, más ají, cebolla. En cambio, en la cocina 'afro' se usa comino, curry y es muy diferente a lo que estaba acostumbrado a hacer. Este fue uno de los retos más grandes, aparte del emplatado”, subraya.

Para superar toda prueba siempre hay un proceso de aprendizaje. Héctor estaba decidido a alcanzar su meta, por eso se dedicó a estudiar. “Busqué información en internet, leí algunos libros y eso fue lo que me llevó a aumentar mis conocimientos”.

Duelo y estilo

Con un sombrero pintao, así llegaba Correa a los estudios de MasterChef. “ Siempre llevo presente mis raíces. Ingresé al concurso con un plato de fonda y salí con uno. La comida típica es mi sello, crecí en este ambiente. Mi abuela es 'fondera', igual que mi familia. Este tipo de comida me identifica y es con la que me siento cómodo. Mi objetivo es llevarla a otro nivel”.

El amante de la cocina rememora “el sancocho de gallina”, una de sus célebres creaciones (una reinterpretación del plato que realizó con una textura cremosa). “Ahí cumplí con presentar algo diferente, pero con los mismos sabores que resguarda la comida interiorana”.

A la hora de hacer las recetas, Correa señala que el mejor aliado es la creatividad y el instinto. Durante la semifinal, una ronda decisiva para los tres concursantes que se jugaban su pase a la final. Esta se efectuó en un restaurante y el triplete debía complacer al jurado calificador y a otros comensales. Héctor preparó la yuca de una forma inusual a lo que se está acostumbrado a consumir localmente, que es frita o al mojo.

“Ese día presenté la yuca en forma de bolita, que va hervida con culantro y va condimentada. Esto se acompaña con picante, que no debe faltar en la comida panameña, un toque dulce y queda delicioso”, sostiene.

Durante esa misma gala, Héctor le dio a los jurados una bebida para degustar y el chef Milanés le preguntó si tenía picante, a lo que él respondió que “llevaba algo 'cheverón'”. “Realmente le añadí seco con limón (risas), naranja, mandarina y le puse tamarindo, además le incluí ají chombo para que le diera un toque fuerte”, detalla.

“Otro plato fuerte que hice fue la carne en palito. Tuve problemas técnicos (sonríe). Cuando pasaron los primeros 45 minutos no sabía qué presentar en el último plato. Mi compañero Gabriel se llevó todas las proteínas y se formó la pelea. Me quedé sin ese ingrediente y se me ocurrió agregarle romero a los filetes y tenía una reducción dulce y la coloqué, pero el plato salió por coincidencia”, relata.

Acepta que aunque hubo diferencias entre los participantes, eso quedó atrás. “Fue complicado porque era un concurso y todos queríamos ganar los $25 mil, aparte ser el primer MasterChef de Panamá. En estos momentos somos buenos amigos, lo que se dijo en el programa, ahí quedó”.

Con las manos detrás de la espalda, serio y algunas veces sonriente, así mostraba Correa ante las cámaras, un hombre con nervios de acero que a pesar de tener la presión de entregar cada plato en el tiempo establecido, siempre mantuvo la calma.

“Llegué al programa con conocimientos básicos. A medida que pasaba cada episodio iba estudiando y eso me ayudó mucho a perder el miedo. Cuando hay gente viéndote y cinco cámaras enfrente no es fácil”, puntualiza.

Otra característica de Correa es la saloma. “Cuando uno es del interior y se pone contento lo primero que hace es 'ojué' (saloma con fuerza) y después se forma el revulú (ríe)”.

Aunque se le escuchaba salomar dentro de la cocina de MasterChef, durante los retos fuera de los estudios el panorama cambiaba. “Cuando hicimos el desafío en el desierto de Sarigua fue difícil. Empezamos a grabar a las cuatro de la tarde y terminamos a la cuatro de la madrugada; aunque fue agotador, a la vez fue muy divertido, la vista era increíble. En ese momento estaba pendiente del fogón porque el único que lo había manejado de los doce participantes era yo. Al final no ganamos el reto porque varios compañeros cometieron errores y luego nos fuimos a ronda de eliminación”, expresa.

Desenlace y gloria

Tres platillos fueron los que le llevaron a alzar el trofeo de MasterChef, su técnica logró dominar el paladar de los jueces. “Mi tema central fue la comida de fonda. No había tenido la oportunidad de trabajar con vísceras. Escogí lengua porque me gusta, es tradicional del interior. La carimañola fue sencilla, solo que era de forma redonda con carne y tomates. El tercer platillo fue un arroz con leche, postre simbólico panameño, y lo combiné con un helado de coco, le agregué albahaca, pasas y ron que le dieron un buen flow”.

Correa cuenta que ninguno supo los comentarios reales de los jueces hasta que se transmitió el programa por televisión. Cuando escuché lo que el chef Milanés dijo de mi plato: 'este postre me transportó a mi infancia', me sentí orgulloso. Incluso cuando conversé con él me dijo que no come pasitas, pero la combinación que usé estaba bien balanceada con elementos fríos, dulces, salados, picante y tibios que al final todo esto logró hacer un equilibrio y fue lo que me llevó a ganar la competencia”. Asegura que lo que más va a extrañar del concurso es “el estrés realmente es divertido (sonríe)”.

Antes de culminar la entrevista, el chitreano nos adelantó que su próximo restaurante va a estar ubicado en Villa Zaíta, frente a la Escuela Nuestra Señora de Lourdes, y la apertura será el 15 de diciembre. “En el menú no faltará mi crema de sancocho, me han pedido mucho la receta. Los invito a que vayan a probar una crema de sancocho con sabor a leña, también incluiré croquetas de camarones (carimañolas rellenas de camarones), sticks de maíz nuevo en forma de papas que se pueden probar con una salsa de la casa, y la yuca con chicharrón no faltará”, precisa.

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