Leadimiro González: 'Escribir literatura infantil me libera'

Actualizado
  • 04/04/2022 00:00
Creado
  • 04/04/2022 00:00
El comunicador social cuenta sus inicios en la literatura: de escribir poesías 'pésimas' y prosas en cuadernos de escuela, a ser galardonado en premios literarios en el país
El comunicador social Leadimiro Gonález.

En la sala de redacción del diario El Siglo, el periodista Leadimiro González es el encargado de escribir 'Mentes macabras', una sección dedicada a divulgar crónicas violentas de hechos que han sucedido en Panamá o en el exterior: “Hombre mata a su mujer y se la come”, es uno de esos asesinatos que fueron perpetrados en Japón, reseñados por el comunicador social. Cuando Leadimiro deja las teclas periodísticas, sus prosas dan un giro de 180 grados para crear historias como la de Nugenipe, infante apasionado por contar las estrella del cielo de Sasardi Mulatupu, una de las islas de la comarca Guna Yala y lugar que atestiguó el nacimiento de González. Leadimiro comenta que escribir literatura infantil lo “libera” y también lo premia, ya que obtuvo el primer lugar del Premio de Literatura Infantil de la Universidad de Panamá con El contador de las estrellas; el primer lugar del concurso de literatura infantil Medio Pollito, sección adulto, con la obra La ola. Para esta entrega en Hombres Hoy, Leadimiro González nos habla de esos dos “mundos” que “intenta” escribir en sus historias: el indígena y el capitalino.

De estudiar publicidad a ejercer el periodismo

Mi sueño era convertirme en un profesional para hacer comerciales para televisión. En la década de 1990, las pequeñas agencias publicitarias empezaron a desaparecer y me quedé sin trabajo, en ese momento fue donde empecé en el periodismo con el ingreso al diario El Siglo; como me gusta leer mucho y manejo muy bien la lectura y escritura, desde ese entonces no he salido de esta profesión.

'Los viajes fantásticos de Ewenida' es la última obra del escritor.
¿El periodismo fue un impulso para escribir novelas?

No, fue realmente en la primaria cuando la maestra escribió el himno nacional en el tablero, que me dije: “¡Oh, yo también quiero escribir poesía!”, y escribía poesía pésima; así empecé con ese género. En la secundaria descubrí a Gabriel García Márquez, cuando leí Los funerales de la mamá Grande... al leerlo dije: “¡Guau!, yo también puedo hacer esto”; así que empecé a leer y a escribir, ahí fue donde me quedé en la narrativa y dejé la poesía a un lado.

¿En qué año empezó a escribir cuentos y publicarlos formalmente?

El primer libro que publiqué se titula Bajo el calor del fuego, durante los inicios del año 2001.

'Los viajes fantásticos de Ewenida' propone que los pequeños conozcan algunos personajes que forman parte de la identidad nacional.
¿Tuvo algún mentor?

La lectura. Mis mentores son los autores que he leído, siempre he dicho que se aprende a escribir leyendo, esa es la única manera de escribir, aunque existan talleres que te guían, pero la lectura es el mejor maestra que existe para los escritores, y la perseverancia.

¿Qué libro debería leer todo periodista y escritor?

Si tuviéramos que partir de lo que es la literatura infantil hay muchos autores; me marcó la obra de un autor italiano, Gianni Rodari, que se llama Los traspiés de Alicia Paf. Otro libro es Gramática de la fantasía, que te enseña métodos para escribir y es un libro esencial para todo aquel que quiere escribir para niños. El principito es una obra maravillosa, formidable obra universal, que todo aquel que quiera escribir literatura infantil debe leer. En cuanto a los periodistas, deben leer crónicas, en ellas se aprende a escribir lo que es el periodismo a profundidad.

Usted escribe 'Historias macabras' y cuentos infantiles, ¿cómo compagina eso?

'Historias macabras' es una sección que tenemos en la crónica roja del diario El Siglo, en donde se publican los crímenes más atroces que ocurren en el territorio nacional e internacional. Escribo literatura infantil porque es como una liberación luego de ver tantos crímenes, de escribir tanta crónica roja. La literatura infantil me libera, me da la posibilidad de crear mi propio mundo y de realizar esa catarsis de situaciones desastrosas. Los libros que he escrito son una manera de dejar volar mi imaginación y liberarme del periodismo.

La mayoría de las publicaciones han sido cuentos, ¿en el futuro se ve publicando una novela?

Sí, acabo de terminar dos obras de ficción, la primera se llama Igwa y el monstruo del lago Bayano, que será publicada en 2023 y presenta la historia de un niño que descubre que en el lago Bayano hay un monstruo; él tiene un sueño y piensa que el monstruo le va a cumplir ese deseo. La otra obra es 'Naguiryai y el nuchu misterioso', una novela corta, de 40 páginas; estoy tratando de incursionar en la novela corta, en la parte juvenil.

¿Qué tanto ha influido la cultura guna en sus escritos?

Yo salí desde muy niño de la comarca. Cuando tenía seis años al salir de mi isla, tuve la fortuna de estar en dos mundos, en el de la cultura guna y vivir aquí en la ciudad, pero tampoco me crié con mis padres; viví con una familia que me trató como su hijo; por eso trato de combinar los dos mundos sin que ninguno de los dos pierda sentido. Lo que sí me ha marcado son los recuerdos de lo que viví en los pocos años que estuve en la comarca Guna Yala. Una de las obras que ha sido influencia es El contador de estrellas, en ella se habla del niño al que le encanta contar estrellas y se encuentra con una sirena. En la comarca Guna Yala me encantaba estar en la arena por las noches.

Y si pudiéramos destacar algo de la cultura guna, ¿qué sería?

La mitología, los cuentos tan fantásticos... el mundo guna está lleno de historias fantásticas, a mí me han contado historias increíbles que no parecieran de este mundo, pero son reales; la cultura guna es una de esas historias que hay que plasmar.

¿Considera que toda esa riqueza ancestral se difunde como se debería en la literatura panameña?

Hace falta más impulso; hay escritores como Carlos Fong, Arysteides Turpana, que han plasmado lo que es la mitología, pero creo que hace falta explotar un poquito más ese mundo.

¿Su familia ha estado presente dentro de sus obras? ¿Ha tenido alguna musa?

Creo que sí... sería mi padre, de manera indirecta. Cuando era niño iba con mi padre al monte, cruzábamos en una canoa para sembrar; recuerdo que él tarareaba una canción que se llama 'Vereda Tropical', eso me marcó y cada vez que voy a escribir algo sobre un niño que va a cruzar el mar o va para la selva, evoco esa parte, que el niño va escuchando una canción.

¿De qué trata su última obra?
Los viajes fantásticos de Ewenida reseña los viajes fantásticos que hace una niña en el tiempo, que se encuentra con personajes históricos como el pirata Henry Morgan, Ascanio Arosemena, Victoriano Lorenzo y el caudillo de la revolución guna de 1925, Simral Colman. Con esta obra se pretende que los pequeños conozcan estos personajes que forman parte de nuestra identidad nacional.
¿Qué proyectos están en camino?

Por ahora terminar la promoción de Los viajes fantásticos de Ewenida en los colegios y universidades a través de encuentros. Estoy también trabajando en la traducción de Igwa y el monstruo del lago Bayano al idioma inglés, lo pienso publicar para el próximo año, pero con ilustraciones de niños. Y una obra que incluye cartas a personas que han marcado mi vida, como mi padre; es una obra más íntima.

Usted mencionó que todo aspirante a escritor debe leer y escribir, pero ¿qué otro consejo daría?

No dejarse vencer por la desidia. A veces me pongo a pensar para qué escribo, porque el mercado editorial es complejo... pero luego me digo: “Después que me lean 10 personas, soy feliz”. La persona que ama realmente la literatura tiene que ser un lector voraz, apasionado, aunque se quede ciego… debe escribir y reescribir, pulir miles de veces sus escritos, esa es la esencia para que una obra tenga calidad. La paciencia, la perseverancia, leer, escribir, tener ganas de trabajar y la disciplina.

Si usted fuese ministro de Cultura, ¿qué política implementaría para fomentar la literatura?

En las escuelas asignan a los niños leer obras como Don Quijote de la Mancha, y aunque es formidable, se trata de un libro voluminoso y se asustan. Hay muchos escritores panameños que han publicado buenas obras, pero el Ministerio de Educación (Meduca) no las promueve, prefiere a los autores internacionales que a los nacionales. Mi editora me decía que fue al Meduca para incluir un libro en el círculo de lectura, y han pasado 10 años y todavía está esperando que le digan sí o no. Los gobiernos e instituciones relacionados con la educación no hacen el mínimo esfuerzo por tratar de impulsar a los autores nacionales y porque los autores lleguen a las aulas de clases. Es necesario promover la lectura en las escuelas, hacer más actividades en los parques, hacer más actividades para que los niños conozcan a los autores nacionales.

Aparte de leer y escribir dentro y fuera de la sala de redacción, ¿qué otra actividad practica Leadimiro?

Me gusta ver películas, y el género animé con mi hija; a veces también hago algunos trabajitos con cemento, detalles para adornar la pared de mi casa, pero esencialmente soy más lector.

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