4670: la historia de una sobreviviente

Actualizado
  • 27/01/2023 00:00
Creado
  • 27/01/2023 00:00
Blanca Fuchs de Klein sobrevivió el Holocausto. En la actualidad, su hija se dedica a contar sus memorias y recordarla día a día
Liberación del Auschwitz-Birkenau el 27 de enero de 1945

El 27 de enero es una fecha que quedará marcada en la historia y corazones de la comunidad judía para siempre. Un día como hoy, 78 años atrás, el pueblo judío fue liberado por los soviéticos del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau luego del infierno vivido durante la Segunda Guerra Mundial.

Actualmente, las víctimas que aún siguen vivas y sus familiares, se dedican a contar este suceso con el fin de conmemorar a aquellas personas que perdieron la vida durante el Holocausto.

No olvidar

Janet Nelkenbaum es hija de sobrevivientes. Su madre, Blanca Fuchs de Klein, logró sobreponerse a las torturas del campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. Así, llegó a América del Sur buscando un nuevo comienzo después de la guerra.

Blanca Fuchs de Klein

En una conversación con La Estrella de Panamá, Janet recuerda a su madre y todo lo que vivió en aquella época, con la responsabilidad de no olvidar el dolor y sufrimiento que como Blanca, millones de judíos europeos atravesaron durante la Segunda Guerra Mundial. “No olvidar” lo que el odio hacia otros es capaz de hacer. “No olvidar” que a pesar de todo, siempre existe gente buena capaz de ayudar. Y “no olvidar que no importa que tan bajo llegue el ser humano, de las cenizas, uno se puede levantar”.

El inicio de una tragedia

Blanca Fuchs de Klein nació en Eslovaquia en 1923. Una niña amada por su familia y amigos. “Tenía una vida llena de sueños, esperanzas, y deseaba seguir estudiando. Era una joven curiosa que gozaba de la literatura”, contó Janet. “Terminó la escuela entre 1940 y 1941, y tenía la esperanza de volverse una profesional y ayudar a su comunidad”.

Pero alguien tenía otros planes. Durante este tiempo, Hitler había ganado poder convirtiéndose en canciller de Alemania en 1933. Cinco años más tarde, en noviembre de 1938, ocurre 'La noche de los cristales rotos', un evento en el que los nazis destruyeron tiendas, sinagogas y edificios de propiedad judía, y poco a poco despojaron a la comunidad de su libertad.

Al llegar al campo se seleccionaba quién vivía y quién moría

“No podían tener los mismos derechos que cualquier otra persona”, compartió Janet. “Hitler empezó a publicar a gran escala su propaganda en contra de los judíos, diciendo que había que matarlos y eliminarlos porque eran el veneno de Europa”.

En enero de 1942 se decidió realizar una “solución final” y se llegó a la conclusión de crear las cámaras de gas con el fin de asesinar en masa y dejar a Alemania judenrein  (limpia de judíos).

En abril de 1942, mientras los judíos celebraban la Pascua (una festividad en honor a la libertad luego de la esclavitud en Egipto durante la época de Moisés) evidenciaron el comienzo de algo totalmente opuesto y ajeno a ese sentimiento. “Fueron expulsados de sus hogares y embarcados en un vagón de ganado para dirigirse a un lugar lleno de dolor y sufrimiento”, compartió Janet.

Los nazis comenzaron a transportar a jóvenes judíos de Eslovaquia hacia Auschwitz en vagones de trenes. “Mi mamá probablemente estuvo en el tercer o cuarto transporte que llegó ahí”, detalló Janet.

“Fueron despojados absolutamente de todo: sus hogares, sus pertenencias, su sueños, sus alegrías, amigos y parientes. Pero no los despojaron de dos cosas: las ganas de vivir y su identidad”.

Auschwitz

“Cuando mi madre entró a ese tren, nunca se imaginó que sería la última vez que vería a todos sus seres queridos. Era un viaje del que no sabían nada”, dijo Janet.

Cuando llegaron a Auschwitz, comenzó el proceso de la selección. Una persona decidía quién vivía y quién moría“. Aquellos que iban a la izquierda, no estaban aptos para vivir (personas de la tercera edad, niños, bebés, personas de poca salud o con discapacidades). Los que iban a la derecha, eran aquellos que servían para trabajar, explicó Janet.

Los abuelos y el tío de Blanca fueron seleccionados para ir de lado izquierdo. Unos meses más tarde, Blanca se enteró de que habían recibido el gas mortal. Ella fue elegida para vivir y pasó al “proceso de desinfección”.

“Les cortaban el cabello, les quitaban todas sus pertenencias, los duchaban en aguas frías para 'descontaminarlos'. Les dieron un uniforme de rayas y los obligaron a trabajar”, explicó Janet.

Blanca estaba encargada de planchar los uniformes de los nazis. Su salud se fue deteriorando hasta que terminó en la enfermería. Ahí se decidía si eras apto para trabajar y, por ende, seguir viviendo, o si el destino del paciente era la cámara de gas.

“Se salvó de la enfermería porque alguien tuvo piedad de ella”, comentó Blanca. “Mi mamá siempre nos recalcó: no importa donde estés, siempre hay alguna persona buena que te va a salvar”.

4670, una huella

En 1944, Blanca empeoró en salud y fue trasladada a Birkenau. Todas las mañanas se decidía quién moría y quién vivía. “Si escuchaban su número, eran dirigidos a las cámaras de gas. Mi mamá siempre esperó su número, pero nunca la llamaron”, explicó Janet.

Blanca era el número 4670. Un número que la identificaba estando en el campo de concentración y que tenía tatuado en el brazo. Un número que la acompañó hasta su muerte. “Mi mama sufrió de hepatitis por el tatuaje”, explicó Janet.

Sin embargo, estando en Birkenau, Blanca reafirmó que siempre hay gente buena en el mundo. “Mi mamá sobrevivió gracias a la bondad de la gente. Sus compañeras de barraca le compartían de la poca comida que les daban para que ella pudiese sobrevivir”, compartió Janet.

La liberación

El 27 de enero de 1945, los soviéticos liberaron el campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. Pero ahora se presentaba otro reto para los sobrevivientes: reencontrarse. Descubrir quiénes eran y qué iban a hacer con sus vidas de ahí en adelante.

Con 22 años de edad, Blanca regresó a su pueblo en Kosice, Eslovaquia. Su hogar estaba ocupado por eslovacos que le permitieron recuperar sus pertenencias. Con una maleta, se dirigió a un campo de deportados donde por medio de listas, se les informaba quiénes habían sobrevivido con el fin de reunir a la comunidad con sus seres queridos.

Blanca fue una de las personas que nunca volvió a ver a sus seres queridos. Durante la guerra perdió a 234 miembros de su familia. Según Janet, “ella sí sobrevivió el infierno, pero el infierno la persiguió siempre”, refiriéndose a toda la experiencia de la guerra.

Una vida nueva

Blanca conoció a Eliezer Klein luego de la guerra y se casaron. Se mudaron a Estados Unidos con la misión de empezar una nueva vida, pero muy pronto se trasladaron a Francia donde nació su primer hijo. Luego, llegaron a Bolivia donde se instalaron, y ahí nació Janet.

En la actualidad, a Blanca le sobreviven 2 hijos, 5 nietos, y 18 bisnietos.

Blanca regresó a Eslovaquia en 1990 para ver su hogar dos años antes de morir junto a su hija. Estando allá pudo reencontrarse con el hijo de un carnicero que conocía cuando era joven, antes de comenzar la guerra. Recorrió lugares que solía frecuentar en la niñez. Murió en 1992 a causa de una cirrosis.

Vivió una vida llena de esperanza, enseñándoles a sus hijos dos cosas muy importantes: que la gente es buena y que no importa lo que pasa en la vida, hay que agradecerle por todo lo que nos ha dado.

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