El origen de los simios

Actualizado
  • 25/07/2014 02:00
Creado
  • 25/07/2014 02:00
La segunda parte comienza diez años después de la propagación de un virus y del violento enfrentamiento entre simios y humanos

En la década del sesenta, la Guerra Fría pasaba por su peor momento. La idea de que el planeta podía ser destruido en cualquier momento era un sentimiento generalizado y la producción de bombas atómicas por parte de las dos grandes potencias hacía que además fuese algo posible. En ese contexto nació El planeta de los simios , una reflexión sobre el poder, la civilización y la naturaleza autodestructiva del hombre.

La imagen de la Estatua de la Libertad derrumbada sobre la playa con Charlton Heston gritando ‘Dios mío, finalmente lo hicieron’ fue emblemática para la época. Era el final de la primera película de El planeta de los simios , de 1968, y la escena cobraba un sentido más allá de lo que se explicaba en pantalla. Su éxito dejó una estela de otras cuatro películas, entre 1970 y 1973, que se dedicaron, en gran parte, a explicar cómo los simios habían logrado dominar el planeta.

La nueva saga, que comenzó con El planeta de los simios: (R)evolución , dirigida por Rupert Wyatt en 2011, retoma la idea de esas primeras secuelas. Pero la historia se actualizó. Ya no se trata de bombas atómicas, sino de una destrucción más silenciosa: un virus de laboratorio destinado a curar el Alzheimer que destruye a la civilización humana y convierte a los simios en seres capaces de razonar.

En un principio, sin embargo, esta idea del virus –muy de moda en Hollywood- fue un proyecto independiente del matrimonio de guionistas Rick Jaffa y Amanda Silver, y no estaba relacionada con la franquicia de los simios. Fue después de idas y vueltas con los productores que se convirtió en el nuevo comienzo a la saga.

Esta segunda parte comienza diez años después de la propagación del virus y del violento enfrentamiento entre simios y humanos de la película anterior. Es un futuro distópico, con los simios, junto a su líder César, instalados en el bosque y la población humana diezmada. Aún así, al principio de la película está todo muy bien resumido para que quienes no hayan visto la primera entrega también puedan sumarse.

¡Salve César!

Aunque no veamos su cara, detrás del protagonista de la nueva saga de El planeta de los simios, de ese gran líder simio pacifista llamado César, hay un actor. Se trata de Andy Serkis, un experto de la actuación a través de la captura de movimientos que ya cuenta con varios personajes memorables en su carrera (entre ellos el de otro primate: King Kong) y que en esta película suma uno más a su lista.

Serkis, para quienes todavía no sepan de quién estamos hablando, era un actor de teatro inglés que cambió para siempre su carrera y su vida cuando Peter Jackson lo eligió para interpretar en la pantalla grande a Gollum, uno de los personajes claves de El señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien.

Con Gollum, Serkis no sólo consiguió fama -a pesar de que no podamos reconocerlo por la calle-, sino también convertirse en el especialista de Hollywood en la actuación a través de sensores capaces de captar los movimientos faciales y corporales. Con esa información digitalizada, luego se crean los personajes por computadora. Así fue también creado César, el personaje principal de El planeta de los simios: Confrontación.

Después de la remake de Tim Burton en 2001, no eran muchos los que esperaban sorprenderse con la llegada de El planeta de los simios: (R)evolución en 2011. Pero la nueva estética de los simios, combinada con la actualización de la historia y escenas de acción a lo Hollywood, hizo que los críticos y los fans volvieran a colocar fichas en la franquicia.

Esta semana llega a Panamá El planeta de los simios: Confrontación . Y si la anterior ya era una película para recomendar, esta segunda parte de que la nueva saga es todavía mejor. Probable sea, de hecho, la mejor de las ocho películas con las que ya cuenta la historia desde 1968.

Los simios al poder

El Planeta de los simios: Confrontación tiene todo lo que debe tener una secuela. No sólo avanza en todos los rubros a nivel cinematográfico, sino que además toma lo mejor de la anterior y al mismo tiempo crea un mundo completamente distinto.

Cada escenario, personaje o situación está diseñado con mano de orfebre, más allá de si se utilizó o no tecnología para lograrlo. En esta película todo es creíble. Incluso cuando los simios montan a caballo o logran hablar esbozando palabras. Y eso es justamente lo que hace que, más allá del excelente guión, de la acción o de todo lo demás, el filme llegue al más exigente pero también al más ingenuo de los espectadores.

Las escenas más sentimentales y dramáticas conviven con la acción —que siempre llega a tiempo—, los efectos especiales, las buenas interpretaciones y la dirección impecable de Matt Reeves, que ya había sorprendido con Cloverfield: Monstruo (2008) y la remake estadounidense de Déjame entrar (2010).

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