Un gigante dócil en la costa

Actualizado
  • 24/08/2010 02:00
Creado
  • 24/08/2010 02:00
PANAMÁ. El pez más grande donde los haya, el tiburón ballena, nada por las costas panameñas mostrando su enorme silueta de unos 14 metro...

PANAMÁ. El pez más grande donde los haya, el tiburón ballena, nada por las costas panameñas mostrando su enorme silueta de unos 14 metros de largo a turistas y locales. Pero ni su tamaño (los ejemplares más grandes pueden alcanzar los 23 metros) ni su condición de tiburón suponen una amenaza, ya que se muestran dóciles e inofensivos. Muy al contrario, es la acción del hombre, el turismo y la pesca, la que ha puesto en riesgo al animal y ha provocado que actualmente se encuentre en peligro de extinción.

Para conocer más a fondo el comportamiento de este gigante marino y poder preservarlo, el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), con el apoyo de MarViva, ha puesto en marcha un estudio que consiste en colocar un transmisor satelital a los tiburones. ‘Ese aparato nos permite darle seguimiento al animal y estudiar su comportamiento y patrones de movimiento diario y estacional, que nos permita establecer rutas migratorias y la conectividad entre países, además de comportamiento de buceo diurno y nocturno y darnos información sobre la temperatura del agua por donde se encuentra’, explica el doctor Héctor Guzmán, científico del STRI.

La principal dificultad para llevar a cabo la investigación radica en el alto coste de los dispositivos que se les coloca a los animales. Uno solo de estos aparatos puede alcanzar un precio que oscila entre los 2.000 y los 3.500 dólares y se corre el riesgo de perderlo en el mar. Por este motivo, los investigadores han impreso afiches con información que se ha colocado en distintos puertos del país, de manera que si algún pescador encuentra el dispositivo sepa de qué se trata y pueda devolverlo.

NADAR JUNTO A ELLOS

El Rhincodon typus, nombre científico del tiburón ballena, se deja ver en las playas de ambos lados del istmo, especialmente en el Océano Pacífico y cualquier lugar cerca de la costa. Concretamente, las áreas donde más se avistan son el Parque Nacional Coiba y el archipiélago de Las Perlas. Dado lo inofensivo de su naturaleza, en estas zonas turísticas el pez se ve a menudo acosado por los humanos, que quieren acercarse y tocarlo.

Desde Smithsonian subrayan la importancia de no hacer esto ni mucho menos montarse sobre ellos porque perjudica al animal y es la causa de que muchos de los costosos dispositivos que se les coloca se desprendan.

El doctor Guzmán señala, en cambio, que sí se puede disfrutar de la compañía de estos animales en el agua y nadar junto a ellos ya que, son ‘curiosos’ y se acercan al hombre. La mayoría de los que lo hacen son ejemplares jóvenes más pequeños, de entre 4 y 6 metros de longitud, y en ocasiones, se han llegado a avistar grupos formados por 23 animales.

La Autoridad de los Recursos Acuáticos de Panamá (ARAP) es la encargada de regular el uso de esta especie en actividades turísticas de avistamiento. ‘Hemos solicitado a la ARAP que reglamente urgentemente esta actividad en conjunto con la Autoridad de Turismo de Panamá y la Autoridad Nacional del Ambiente, debido al incremento en el acoso a estos animales en la zona de Cébaco y Coiba en particular’, agrega Guzmán.

La especie está catalogada como vulnerable y en riesgo de extinción futuro en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), de la cual Panamá es miembro.

Pero no se le puede achacar al turismo toda la culpa de esta situación: se cree que ha sido la pesca la actividad que ha acabado con el 70% de su población.

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