Listas para enfrentar al mundo

Actualizado
  • 30/09/2018 02:00
Creado
  • 30/09/2018 02:00
Noventa y tres tortugas carey fueron liberadas en la playa de Mata Oscura en Veraguas. Un rayo de esperanza para esta especie que se encuentra en peligro crítico

Toma unas cuatro horas llegar por tierra a Santiago de Veraguas desde la ciudad de Panamá y de allí, a las comunidades de Quebro, en las playas del distrito de Mariato, dos horas más. Todo este tiempo, para ser testigos de un acto que no alcanza a completar 15 minutos. Sin embargo, esos 15 minutos hace cambiar las perspectivas de la vida a quien los observa.

La Fundación Agua y Tierra (Fundat), liberó el pasado jueves a 93 tortugas neonatas de la especie carey. La actividad se llevó a cabo en la playa Mata Oscura, donde la fundación gestiona un vivero que les permite proteger los huevos de las tortugas que llegan allí a desovar.

La Fundación MarViva colabora con este y otros proyectos comunitarios para promover el consumo de productos turísticos, así como el consumo responsable de productos del mar, sobre todo, pescados. ‘Hay mucho trabajo de la comunidad en este sentido', dice Vicente Del Cid, de MarViva. Son los propios moradores que han buscado la manera de unirse y trabajar en proyectos beneficiosos no solo para ellos sino para su ecosistema.

‘La mayoría de las muertes en las tortugas se da del nido al agua, aquí todas llegarán al agua vivas, y eso nos da una esperanza de tener una pronta recuperación de las poblaciones de esta especie',

JACINTO RODRÍGUEZ

PRESIDENTE DE FUNDAT

‘Trabajamos con otras organizaciones comunitarias, principalmente el tema de protección de tortugas marinas', dice Jacinto Rodríguez, presidente de Fundat quien junto a algunos voluntarios estableció en la playa de Mata Oscura, con 4 kilómetros de longitud, el vivero que mantiene a buen recaudo, los huevos de cuatro especies de tortugas, lora, verde, carey y canal (baula), todas ellas, con poblaciones muy disminuidas debido a la pesca industrial y por el consumo de su carne y huevos.

‘Hoy vamos a liberar tortugas carey, una especie en peligro crítico de extinción y es una alegría poder recuperar algo de esa población, y que tengan la oportunidad de verlas llegar al mar', dijo Rodríguez a los asistentes. ‘La mayoría de las muertes en las tortugas se da del nido al agua, aquí todas llegarán al agua vivas, y eso nos da una esperanza de tener una pronta recuperación de las poblaciones de esta especie', agregó.

En Panamá, Mata Oscura es el único vivero que reproduce carey en el Pacífico. Este año, unas 12 tortugas carey anidaron en esa playa. ‘En el Pacífico Oriental tener un nido de carey es algo muy bueno, porque están en peligro crítico y una playa como la nuestra donde llegan 12 nidos es sencillamente fantástico', asegura Rodríguez.

VIVERO DE MATA OSCURA

Desde 2011 la fundación Agua y Tierra hizo mancuerna con el grupo de acción comunitaria de Río Quebro, Asociación Agro Pesca de Quebro (AAPEQ), para crear un proyecto dedicado al rescate y reubicación de nidos de tortugas y cuidarlas de las manos del ser humano, los ataques de los perros y la extracción de arena sin control. El proyecto cuenta con viveros y una casa que sirve de refugio a voluntarios y personal de la fundación. Cada año, a las playas de Mata Oscura llegan a anidar cuatro especies de tortugas marina (lora, verde, carey y canal), que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se encuentran amenazadas. La playa de Mata Oscura se extiende a lo largo de cuatro kilómetros y está dentro de la Zona Especial de Manejo Marino Costera, zona sur de Veraguas, declarada por la ARAP en el año 2008. Al albergar cuatro especies, cuenta con unas de las temporadas de anidación más largas del Pacífico: la turtuga canal, de diciembre a enero (aunque solo han anidado dos tortugas en los últimos 7 años), la carey, de junio a agosto; la lora, de julio a diciembre y la verde, de finales de septiembre hasta marzo.

Las tortugas que serían liberadas tenían entre 20 y 30 minutos de haber emergido a la superficie desde sus nidos, protegidos de los depredadores. ‘Les toma unos tres días tratando de salir a la superficie, desde que eclosiona el primer huevo. Y siempre lo hacen todas a la vez, necesitan de la ayuda de todas', dijo el educador ambiental Diego Ábrego, responsable de la liberación en esa jornada. ‘Todavía quedan un par que probablemente salgan mañana en la mañana', explica.

Ábrego procedió a contar las pequeñas tortugas y a colocarlas en una canasta plástica. ‘Son 93', dijo en voz alta.

Todos nos acercamos a la playa, respetando la línea de seguridad marcada por los conservacionistas. ‘Hoy tienen un privilegio', dijo una de las activistas residentes del área. A pesar de un par de chubascos en el camino, el atardecer nos ofreció un buen espectáculo visual. Periodistas, fotógrafos, camarógrafos e invitados especiales tomaron posiciones mientras ‘Abrego se acuclilló y depositó las tortugas en la arena.

De forma instintiva, los quelonios iniciaron su trayecto hacia el mar. ‘Por momentos se detienen, levantan las aletas, miran para todos lados este es el proceso que se llama impronta', explica Ábrego. Ellas deben registran el lugar donde nacieron, por ello no se alejan los nidos de la playa. De otra manera no podrían volver cuando adultas, a desovar.

Las tortuguitas avanzan gracias a sus aletas, van lo más rápido que pueden miran a su alrededor y siguen su camino. Los visitantes, observamos impávidos cómo se impone la naturaleza. No estamos llamados a interferir. Las más rápidas que han avanzado varios metros son alcanzadas por una ola que las vuelve a llevar casi al lugar de donde iniciaron la marcha. Así es la vida. Toca volver a intentarlo.

A poco más de una hora de alcanzar el Pacífico su máximo nivel, la fuerza de las olas no le hace el trabajo sencillo a las recién nacidas. Tampoco a nosotros. De sorpresa, el agua nos llega a las rodillas, pero no debemos movernos. La línea de seguridad desaparece en la arena y, de movernos podríamos pisar a alguna de ellas. Poco a poco ellas recobran la dirección, se encaminan y desaparecen en el agua frente a nuestros ojos. Han superado su primera prueba, les quedan muchas más. De mil tortugas, solo una sobrevive en su medio natural, por la alta depredacción de las que son víctimas. Aun así, las comunidades costeras se unen para al menos, garantizar que la mayor cantidad de tortugas lleguen al mar y así puedan continuar sus especies.

Fueron solo 15 minutos, pero cargados de intensidad. Para las carey que acaban de integrarse al ecosistema del Pacífico oriental panameño, es el inicio de sus vidas, quien sabe si largas o tal vez, muy cortas. Sin embargo, sus guardianes mantienen las esperanzas de que en unos 25 años, puedan volver y completar su ciclo de vida.

A los visitantes nos queda el camino de regreso; varias horas para meditar sobre la fragilidad de la vida de las tortugas.

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