Los Cuervos retornan a Boedo

Actualizado
  • 04/07/2019 02:00
Creado
  • 04/07/2019 02:00
Después de una larga y ardua lucha, San Lorenzo de Almagro, tradicional equipo del fútbol argentino, recupera los terrenos de Buenos Aires que le quitó la dictadura. Allí reconstruirá su estadio. El fútbol está de fiesta

Esta es una historia de expulsión, desarraigo y retorno; la historia de un espacio que el fútbol y la cultura popular argentina jamás debieron perder. El lunes 1 de julio, San Lorenzo recuperó los terrenos en los que habitó el latido generoso de sus hinchas. Allí jugaron los Cuervos entre 1916 y 1979, cuando fueron despojados por la dictadura militar argentina. Desde la tarde del reciente 30 de junio, se realizó una vigilia de hinchas Cuervos, que luego, envueltos en una noche gélida se trasladarían hacia los terrenos recuperados. Miles de hinchas, veteranos y muy jóvenes realizaron el fervoroso recorrido hacia el lugar donde palpitó su viejo estadio, el Gasómetro, un edificio que jamás debió ser derruido. Cayó en 1984, para ser reemplazado por el supermercado de una cadena francesa. Toda la operación formaba parte de los anhelos militares por atraer capital extranjero a la Argentina.

El recorrido de este domingo fue una fiesta en la que el calor inmenso de la hinchada venció por unas horas al frío atenazante del invierno porteño. En ese viejo estadio, conocido como el Wembley argentino, pues allí jugaba la selección, el gran escritor y periodista Roberto Arlt escribió una de sus famosas Aguafertes, dedicada a la final de la Copa América 1929 jugada entre Argentina y Uruguay. También escribió un texto memorable el narrador Osvaldo Soriano, fanático confeso de San Lorenzo, quien recordaría una tarde en el supermercado francés, cuando Sanfilippo, legendario goleador ya retirado, le evocó los lugares exactos donde había anotado un gol famoso, escenificando su gol entre pilas de arroz y frascos de mayonesa, y generando, finalmente, un aplauso colectivo e inflamado entre las cajeras, los aseadores y los gerentes.

A la media noche del más reciente 1º de julio, los fuegos artificiales y el furor del pueblo sanlorencista anunciaban el inicio de una nueva era.

Entre los miles de Cuervos emocionados, brotaba la felicidad renovada del actor Vigo Mortenssen, hincha feroz de San Lorenzo, quien vivió buena parte de su infancia en Buenos Aires. Otro hincha de San Lorenzo, sumamente célebre, es el Papa Francisco, quien en diversas ocasiones ha confesado su filiación sanlorencista, por haber vivido juventudes en el barrio de Boedo. Precisamente, el estadio futuro pretende llamarse Papa Francisco. Pero esta iniciativa se ha topado con la férrea resistencia de muchísimos hinchas y socios de los Cuervos. Para la gran masa sanlorencista, el nombre del nuevo estadio debería ser Padre Lorenzo Massa, otro cura Cuervo, quizás el más especial. Resulta que el Padre Massa fue el fundador de San Lorenzo (ojo, el nombre del club, nada tiene que ver con el santoral católico y más bien alude a un combate esencial durante la Guerra de Independencia argentina) partiendo de la base de unos chicos que en 1908, se hacían llamar Los Forzosos de Almagro. Los muchachos jugaban sus partidos en la calle, y el Padre Massa les ofreció jugar dentro del Oratorio de San Antonio, convirtiéndose de paso en su mentor, su entrenador y en su más entusiasta fanático.

Quizás para algunos pueda parecer extraño el concepto de retorno, cuando San Lorenzo juega como local desde 1994 en su actual estadio, construido a menos de tres kilómetros de su desaparecida cancha. Su actual estadio está ubicado en el Bajo Flores, pero el problema no es una cuestión de distancias físicas, se trata de un tema de identidad profunda, de identificación barrial y social.

Pero el retorno no ha sido fácil. La gesta para volver al barrio original incluyó una lucha de varios años y movilizaciones de decenas de miles de personas en la Plaza de Mayo, el lugar más significativo en Buenos Aires para los festejos, las protestas y las luchas reivindicativas. En 2012, luego de una marcha alucinante que llevó a más de 110,000 caminantes a la Legislatura porteña, esta aprobó una ley de Restitución Histórica que permitía que el club estuviera en capacidad de negociar con el supermercado la compra del terreno. A partir de ese momento empezó una gran colecta de dinero que se inició en la más pura raíz: en los bolsillos de sus propios socios, aficionados y simpatizantes. En las negociaciones, el supermercado aceptó una cifra específica y San Lorenzo emprendió el retorno a la ‘Tierra Santa' de Boedo.

Pero la lucha no ha finalizado. Construir un estadio para 45,000 personas no resultará nada fácil. La crisis económica argentina es el primer impedimento. San Lorenzo va a necesitar unos 100 millones de dólares, y esta vez los bolsillos de los socios no serán suficientes.

Además, el club debe gestionar un dificultoso permiso político y judicial, y muchos vecinos del barrio piensan oponerse a la iniciativa del nuevo estadio, por los problemas que este podría generar y por la hipotética devaluación de sus propiedades. Se avecina una nueva lucha. Pero a los hinchas de San Lorenzo no parece importarles demasiado: les sobra esperanza, valor y espíritu de lucha.

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