Una cita con el buen fútbol y con el miedo a la violencia

Actualizado
  • 22/10/2019 00:00
Creado
  • 22/10/2019 00:00
Los dos grandes clubes dirimen hoy el primer finalista de la Copa Libertadores. Al ambiente apasionado y tenso que suele tener el choque se le suma, esta vez, la implicación del resultado en las elecciones del próximo domingo

Esta noche en el estadio La Bombonera, los clubes argentinos Boca Juniors y River Plate, a las 21: horas (7:30 p.m. en Panamá), juegan el partido decisivo que dará al vencedor global, el pasaje a disputar la final en la Copa Libertadores de América. El ganador enfrentará al clasificado entre los conjuntos brasileños Flamengo y Gremio, quienes mañana dirimen en el estadio Maracaná, Río de Janeiro, la segunda llave de los semifinalistas de la presente edición del torneo.

Una cita con el buen fútbol y con el miedo a la violencia

Protagonistas permanentes del fútbol argentino, surgidos ambos en el Barrio de La Boca, separados posteriormente por el espacio territorial en el que se desarrollaron, registran como su primer enfrentamiento oficial el encuentro que sostuvieron el domingo 24 de agosto de 1913, cuando River ganó 2-1, iniciando un ciclo de rivalidad que fue creciendo con los años en intensidad, hasta paralizar como hoy al país suramericano.

El conjunto riverplatense llega con la ventaja del triunfo 2-0 alcanzado en el estadio Monumental, en el partido de ida, que le adjudicó los tres puntos pero también el plus de obligar al equipo boquense de tener que vencerlos por 3-0 para eliminarlos directamente o por 2-0 para forzar la definición desde el punto penal. El gol de visitante vale por dos, por lo que Boca no debe permitir que River anote.

Estos mismos rivales se vieron obligados por la Conmebol a dirimir el 9 de diciembre del año pasado, la final en el estadio Santiago Bernabéu en Madrid, España, como consecuencia de los violentos incidentes que protagonizaron algunos hinchas riverplatenses en Buenos Aires, contra el bus que transportaba a Boca Juniors hacia el estadio Monumental, el 24 de noviembre de 2018, causando la suspensión del encuentro. En ese inédito escenario para una final de Copa Libertadores, River venció 3-1 a Boca (habían empatado 2-2 en La Bombonera) alzándose con el título.

Debidos a los incidentes, la Conmebol decidió eliminar las finales con partido de ida y vuelta, estableciendo por primera vez el partido único en una ciudad designada; para esta primera ocasión es Santiago de Chile, el próximo 23 de noviembre, aunque los recientes disturbios sociales en la capital chilena han abierto la posibilidad de contar con un plan B.

Un desafío deportivo…politizado

Ganarle a River impidiéndole llegar a su segunda final consecutiva de Copa Libertadores, es para el hincha boquense un bálsamo de alivio a la amargura que significó la derrota en el Santiago Bernabéu, un ajuste de cuentas y la posibilidad de una redención si logra ganar la final de la Libertadores.

Pero también significaría sumarle un estandarte a la actual campaña presidencial de Mauricio Macri, quien aspira a ser reelegido como presidente y a quien se identifica con Boca Juniors como hincha y como expresidente del club durante su última época brillante. Ganó con él de presidente 4 Copas Libertadores (2000,2001, 2003 y 2007). Macri no ha dejado de referirse al clásico expresando su confianza en que Boca lo va a ganar.

Un triunfo boquense eliminando a River, añadiría a la campaña política de Macri para las elecciones que se celebran este domingo 27 de octubre, el argumento de que así como Boca Juniors ha logrado darle vuelta a la serie, Macri y su partido lograrán lo mismo, sobreponiéndose a los resultados adversos de las elecciones primarias del pasado 12 de agosto y a los pronósticos de las encuestadoras que dan como un virtual ganador al líder de la oposición, Alberto Fernández.

Un ambiente volátil
River llega con la ventaja del 2-0 en la ida. Boca apela a su historia en la que logró revertir cinco series, en Copa Libertadores, a las que llegó perdiendo el primer partido.

El llamado Superclásico del fútbol argentino, para darle una connotación más relevante sobre otros clásicos que se disputan en su territorio de viejas y enconadas disputas, tiene esta noche un pico de alto voltaje en materia de seguridad, pues tanto una victoria como una derrota del uno o del otro (no hay opción de empate, pues el empate supone la clasificación de River), pueden expresarse en el escenario o en la calle tan efusiva como violentamente.

Será una nueva prueba de fuego para las autoridades policiales de Buenos Aires que buscan reivindicarse después de los sucesos del año pasado en el Monumental. Ésta comenzará con el recorrido del autobús de River Plate hacia la Bombonera, el cual será seguido por dos helicópteros del Escuadrón Aéreo de la Policía Federal, monitoreado por brigadas desde el exterior en video y “encapsulado” por 50 motos para evitar que el público se acerque a menos de 30 metros. El campo de juego representará otro reto de seguridad, ya que en la Bombonera la cancha está separada de la tribuna por solo unos metros y ello facilita a la hinchada presionar o agredir de cerca al rival. Un hincha puede estar a 4 metros ubicado en el banderín del córner o del lado de los palcos.

Dos gustos, dos estilos

Además de los tradicionales colores que singularizan a Boca Juniors y River Plate, ostentan igualmente una concepción diametralmente opuesta en sus conceptos de entender y plasmar el fútbol en sus equipos. Boca ha hecho del carácter, la actitud y el empuje, una marca de su estilo de juego; River ha buscado que el buen trato del balón, el fútbol vistoso y eficaz, sean las características que los identifiquen, sobre todo, en esta era del técnico Marcelo Gallardo, el más exitoso en la historia del club con 10 títulos obtenido: 2 Libertadores, 1 Sudamericana, 3 Recopas, 1 Suruga Bank, 2 Copas Argentinas y 1 Supercopa Argentina.

Una cita con el buen fútbol y con el miedo a la violencia

Boca Juniors es líder del torneo local, pero este hecho perderá relevancia si no logra desquitarse de River arribando a la final de la Copa Libertadores, el torneo de clubes más importante del continente por prestigio y por dinero en premios (6 millones de dólares para el subcampeón y 12 al campeón) más 25 por ciento de la recaudación por entradas. Para las hinchadas es “un partido que no se puede perder”, pero uno de los dos tendrá que asumir la derrota y el otro celebrar la victoria, una dicotomía en la que puede volver a ganar la violencia pero asímismo el buen fútbol y la gallardía de los equipos puede hacerse presente. Esto último es lo que se merece este deporte que ha convocado al corazón futbolero de los argentinos y de los seguidores del fútbol en el exterior, con la ilusión de presenciar la expresión más alta del fútbol profesional argentino local.

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