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- 16/06/2010 02:00
- 16/06/2010 02:00
Que si la Jabulani; que si las ‘vuvuzelas’. Ya no sé que pensar. Lo único que sí me ha quedado claro después de estos cinco días de sequía de goles mundialistas, es que tanto los jugadores como los dirigentes se han preocupado más en buscar tontas excusas para explicar sus rendimientos.
Como si uno no pudiese ver los partidos en vivo y con repeticiones desde distintos ángulos, velocidades y colores.
No pido un ‘jogo bonito’ (aunque no vendría mal a veces), ni partidos con 20 llegadas para cada equipo, ni polémicas para analizar ni postes que matan alegrías. Quiero -queremos- goles. Quiero sentir el dolor de cabeza causado por la afonía de un satisfactorio grito de gol. Nada más.
En lo que respecta al espectáculo, que dicho sea de paso sólo los renovados alemanes han sido capaces de demostrar buen fútbol, ya estoy rendido.
Demasiados intereses económicos y políticos por parte de los clubes limitan la entrega de los jugadores. Debajo de la camiseta de la selección (de algunos jugadores) siempre estará la del equipo. Esa que tiene un escudo sobre el corazón que recuerda constantemente quién es el que deposita el jugoso sueldo de seis cifras -normalmente siete- cada mes.
Señoras y señores, me duele reconocer, como un amante más del fútbol, que este es el Mundial del dinero y la publicidad; de las excusas y los arcos vacíos; de lo mediático y las redes sociales. Jugadores eran los de antes, aquellos que sudaban la camiseta por un país y no por una cuenta bancaria.