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- 18/06/2018 02:00
- 18/06/2018 02:00
En 30 años de tránsito por el deporte panameño, hay dos fechas que marcaron mi carrera periodística, amada y querida.
Aquel partido donde Costa Rica nos venció 2-0 en el Estadio Revolución, repleto por completo; y luego, aquella derrota tan dolorosa ante Estados Unidos en el Rommel Fernández, en la eliminatoria para Brasil 2014.
Confieso que el fútbol no es mi fuerte. Antes, están la hípica, el béisbol, baloncesto y el boxeo; pero este deporte es tan emotivo que es difícil escapar de su embrujo cada vez que el equipo de Panamá sale a una cancha dentro o fuera del país. Y sí, no puedo dejar de sentir una inmensa alegría en el corazón, porque he vivido para escuchar el Himno Nacional y ver en la magia de la televisión a nuestra selección de fútbol entre las competidoras en la etapa final de un campeonato del mundo.
Es imposible para mí sentir otra cosa. Hemos estado en Mundiales de Baloncesto, ganamos el Clásico Internacional del Caribe; cada vez que un compatriota viste el uniforme de un equipo de las Grandes Ligas y cuando nuestros boxeadores trepan al tinglado en busca del campeonato mundial.
Se resume todo en estos nombres: Roberto Durán, Eusebio Pedroza, Ismael Laguna, Rolando Frazer, Mario Butler, Mario Gálvez, Edgar Macías, ‘Patilargo', ‘Montecarlo', ‘Evaristo', ‘El Tigre Mono', Rod Carew, Mariano Rivera, Carlos Lee.
Todos los mencionados son héroes deportivos de Panamá. Como Irving Saladino, Lloyd La Beach, Alonso Edward, Carlos Chávez, Idelfonso Lee.
En Rusia, hay 23 héroes panameños. Son un equipo. Un equipo de fútbol. Ellos saldrán con la camiseta blanca de visitantes ante Bélgica, uno de los mejores equipos del mundo y candidato a grandes cosas en este torneo mundial.
No me importa lo que sean Bélgica, Inglaterra y Túnez. Nuestros muchachos saldrán con lo que pueden dar, todo lo que puedan dar, lo que sus capacidades les permitan. Eso sí, lo que quede de esta experiencia debe hacer crecer el fútbol en Panamá. Otra cosa, sí sería un fracaso.
MI OPINIÓN