El mundo se rinde a los pies de Manny

PANAMÁ. Los aficionados al boxeo en el mundo entero, por lo regular exigentes y difíciles de convencer, parecen haber llegado a un consenso: Manny Pacquiao no es solo el mejor púgil libra por libra del momento, sino uno de los mejores de todos los tiempos.

El formidable desempeño del astro filipino y sus ejecutorias cada vez más difíciles de igualar lo convierten en un ícono mundial de proporciones inconmensurables.

Pareciera que no hubiese rival, no importa su peso, tamaño ni palmarés, capaz de frenar a este hombre que semeja a una tormenta enfurecida dentro de las doce cuerdas.

Ha ganado coronas desde el peso mosca hasta los superwélters, es el ídolo nacional de su país y ha incursionado con éxito en la política filipina, ganando un escaño en el senado.

Su carisma, su personalidad de hombre sonreído y de permanente buen humor se conjugan con su conocida fi- lantropía y su afinidad por los pobres.

Ante los restos caídos de un lastimado Antonio Margarito, el mundo boxístico se rinde ante la grandeza deportiva de Manny Pacquiao.

Es difícil precisar hasta dónde llegará o cuántas otras hazañas podrá lograr, pero con lo que ha hecho se ha ganado ya un lugar de honor en el templo de los inmortales del boxeo.