Finca Corredor se quedó en el pasado

Actualizado
  • 22/08/2010 02:00
Creado
  • 22/08/2010 02:00
PUERTO ARMUELLES. Un viejo caserón abandonado y lleno de maleza, con utensilios de cocina deteriorados por falta de uso, es lo primero q...

PUERTO ARMUELLES. Un viejo caserón abandonado y lleno de maleza, con utensilios de cocina deteriorados por falta de uso, es lo primero que se divisa al llegar a Finca Corredor, en Puerto Armuelles.

Eulalio Chacón, un octogenario, es el propietario del local al que nombró: Restaurante La Bienvenida.

La Bienvenida era la fonda donde almorzaban los trabajadores de las bananeras de Finca Corredor, una de las afectadas por los líos de la Cooperativa de Servicios Múltiples de Puerto Armuelles (Coosemupar), ubicada en el pacífico panameño y que se encargó de la administración de la United Brand Company o Chiquita Banana, por largos años.

Hoy, Eulalio está pensando en emigrar hacia La Concepción (en Chiriquí) en busca de trabajo, para lograr su sustento. Dijo con voz tímida que ‘si esto se arregla podría quedarme aquí, donde he vivido toda mi vida’.

Recordó que en los últimos meses solo podía vender arroz, frijoles y sopa, la carne muy de vez en cuando, porque ya no se ve por acá.

Coosemupar cuenta con plantaciones en la zona de Barú, Chiriquí, en la frontera con Costa Rica.

NO HAY DÓNDE TRABAJAR

Los problemas en las bananeras no solo afectaron el pequeño negocio de Eulalio. Contantino Caballero también es otra víctima.

Caballero, un hombre de piel morena y de cabellera blanca, se lamenta de la situación por la que pasan.

Viven en la incertidumbre desde hace poco más de un año, justo con la llegada del nuevo gobierno, en el que tenían la esperanza de que resolviera el problema de las bananeras de una vez por todas. Pero la cosa se puso peor ahora, comentó.

Mire esto, dijo, Finca Corredor es un pueblo fantasma, nadie sale de sus casas y lo más triste es que muchas personas han tenido que emigrar.

Además del silencio sepulcral que se siente en Finca Corredor, es notoria la cantidad de casas con candados. ‘Sus habitantes se fueron en busca de trabajo para no morirse de hambre aquí’, dijo.

La vida en Finca Corredor se murió, murmura. Solo queda la esperanza de que un día esto se arregle, mientras la incertidumbre es la compañera.

Saturnido Ríos, otro obrero de las bananeras de Puerto Armuelles, comenzó a trabajar el 16 de abril 1971. ‘Esa ha sido la forma de ganarme la vida desde siempre y hoy no tengo ni para comer, han sido meses de calamidad’.

Ríos, ante la presencia de la periodista, no guardó silencio, porque dice que se siente desesperado. ‘Comemos cuando los funcionarios nos mandan bolsas con alimentos’, confiesa.

Agregó que dichas bolsas —que no llegan frecuentemente— solo alcanzan para unos días. ‘También necesitamos asearnos, bañarnos, vestirnos y calzarnos’, dijo.

El camino para llegar a Finca Corredor es tortuoso. Esquivar un hueco es sinónimo de caer en tres, pero a pesar de eso el transporte hace el esfuerzo por llegar hasta allá y mitigar las necesidades de los lugareños.

EL SUBSIDIO

En agosto del año pasado se recibió un subsidio de 1,5 millones de dólares que le dio el Gobierno a la Coosemupar, pero según dijeron sus administradores, eso se usó para cubrir planilla y el pago de la electricidad.

En aquel momento, el ministro de Desarrollo Agropecuario, Víctor Pérez, consideró que el problema en las bananeras era ‘difícil’ y que esto solo lograba alejar a los inversionistas.

También se refirió a que era importante un cambio de actitud en los trabajadores.

Mientras, el martes 12 de enero de este año, en la agenda del Consejo de Gabinete que se realizó en Bambito, se aprobó una asistencia social para los trabajadores por tres meses, para las personas que laboran en bananeras.

También se anunció la creación de una ‘empresa mixta’ con el ánimo de reactivar la producción de bananos en Puerto Armuelles.

LA OLLA COMÚN

Juana Cantes no tardó ni cinco minutos en llegar al parque improvisado que hay en Finca Corredor. Ella escuchó que un periodista estaba en el lugar.

Juana es la coordinadora del Comité de la Olla Común de Finca Corredor y tiene muchas cosas que decir.

Se siente preocupada, por la falta de todo, pero más porque la ayuda y las asistencias sociales que se envía, se quedan en Finca Blanco, y ‘a nosotros nos dejan para último y muchas veces ni siquiera nos llega’, asegura.

‘No hay que olvidar que las necesidades no son exclusivas de Finca Blanco’, comentó con tono fuerte.

Explicó que mientras tenían con qué, las mujeres del lugar cocinaban para unos 200 niños que llegaban en busca de un bocado, muchas veces el único del día. Y lo peor es que el hambre no se marcha, regresa siempre.

Pero el Comité tuvo que suspender la olla común por falta de alimentos, esperemos que ahora esto cambie para bien de todos.

Dice Juana que en la miseria, los seres humanos se tienden la mano y que eso es lo que ha ocurrido en Finca Corredor, pero que a pesar de todo eso, la gente está pasando trabajo.

La mujer le manda a decir al Presidente de la República que llegue a Finca Corredor para que sea testigo de la agonía que se vive en el lugar, que quizás mejore con la ayuda, pero como ha ocurrido antes, la incertidumbre regresará.

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