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- 05/11/2024 00:00
- 04/11/2024 16:25
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2.1 tiene como meta de aquí a 2030, poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y aquellas en situaciones de vulnerabilidad, incluidos los niños menores de 1 año, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
La meta para poner fin al hambre se acorta. De cara al cumplimiento del ODS 2.1, el sector alimentario y el agrícola ofrecen soluciones clave para el desarrollo y son vitales para la eliminación del hambre y la pobreza. Sin embargo, las crisis sucesivas que ha sufrido la economía mundial en los últimos años han causado retrocesos en la consecución de la meta 2.1 de los ODS, advirtió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el reporte titulado “Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe, 2024: Reconfiguración del comercio mundial y opciones para la recuperación regional”, presentado, recientemente, por el secretario ejecutivo del organismo regional de las Naciones Unidas, José Manuel Salazar-Xirinachs.
La Cepal se suma a las voces que ya vienen advirtiendo de la situación de hambruna en el mundo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) sostiene que el problema global del hambre y la inseguridad alimentaria ha mostrado un aumento alarmante desde 2015, una tendencia exacerbada por una combinación de factores que incluyen la pandemia, los conflictos, el cambio climático y la profundización de las desigualdades.
En una entrevista con este medio, el subdirector general y representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, dijo: “Las cifras de hambruna en el mundo siguen marcando una señal alarmante. Siguen sobre una mala estabilidad de 700 millones - 730 millones de personas que siguen en el mundo en un escenario de hambre y diría más de 2.400 millones de personas que no se alimentan bien, y eso significa más del 28 % de la población del mundo. De la misma forma, los niveles de hambre representan cerca del 8 % de la población del mundo. Las cifras [de hambre] que se vienen desarrollando a lo largo de estos años, ya dan una señal de que las cosas no están bien”.
Al presentar el documento, el secretario ejecutivo de la Cepal, por su parte, detalló que solo en América Latina y el Caribe, 41 millones de personas (6,2 % de la población regional) sufrieron hambre en 2023 (4,7 millones de personas más que en 2019).
Mientras que en el Caribe (17,2 %) la prevalencia del hambre triplica la registrada en América del Sur
(5,2 %) y en Centroamérica y México (5,8 %). En 2023, el 30,3 % de las mujeres adultas de América Latina y el Caribe sufrió inseguridad alimentaria moderada o grave, 5,2 puntos porcentuales más que los hombres. Asimismo, la inseguridad alimentaria golpea más a la población rural (32,2 %) que a la urbana
(26 %).
En este sentido, el comercio internacional juega un rol crucial en la seguridad alimentaria. Las importaciones permiten acceder a alimentos cuya producción local resulta imposible o demasiado costosa, debido a condiciones climáticas o insuficiente disponibilidad de tierra o tecnología.
Asimismo, pueden suplir la producción local ante choques temporales como plagas, conflictos o fenómenos climáticos extremos. Por otra parte, los ingresos generados por las exportaciones pueden destinarse a la adquisición de alimentos.
América Latina y el Caribe es la principal región exportadora neta de alimentos a nivel mundial. Sus envíos de alimentos alcanzaron los 349.000 millones de dólares en 2022, su máximo nivel histórico. América del Sur explica el grueso de las exportaciones y del superávit regionales, mientras que la subregión de Centroamérica y México es levemente superavitaria y el Caribe registra un persistente déficit. El valor de las importaciones de alimentos supera el 20 % de las exportaciones totales de bienes y servicios en 15 países de la región, de los cuales 12 pertenecen al Caribe.
La Cepal sostiene que el fortalecimiento de la integración regional es esencial para un suministro regional de alimentos más estable y de menor costo. Por una parte, un mercado regional integrado amplía la oferta de alimentos e insumos de procedencia cercana, disminuyendo la exposición a perturbaciones en la oferta desde terceros mercados. Por otra, una mayor integración regional favorece la creación de encadenamientos productivos que promueven el desarrollo económico y social mediante la generación de empleo, contribuyendo así a una mayor seguridad alimentaria.
Para fortalecer la contribución del comercio a la seguridad alimentaria en la región, el informe recomienda avanzar en las siguientes áreas: 1) facilitación del comercio de alimentos (plena implementación de las ventanillas únicas, agilización de inspecciones fronterizas, etc.); 2) armonización o reconocimiento mutuo de reglamentaciones sanitarias, fitosanitarias y técnicas; 3) mejora de la logística del comercio de alimentos, especialmente en el Caribe; 4) fortalecimiento de la red de acuerdos comerciales entre países y agrupaciones de la región, y 5) coordinación en foros multilaterales.